Macri puso la cara ante el FMI por el giro que tuvo que dar la Argentina

Será difícil para muchas empresas hacer frente a la compensación salarial que el Gobierno dispuso por decreto. La medida oficial es un gesto político, destinado a descomprimir cualquier malestar social que asome en las próximas semanas por la marcha de la inflación. Está claro que, después de haber sentido de parte de los empresarios un menor acompañamiento del que esperaba en 2015, al Presidente ya no le preocupa si lo cuestionan por esta decisión intervencionista. Ninguno de sus ministros le hubiera recomendado algo así en el arranque de su gestión, en la época en la que lo que más importaba era diferenciarse de las prácticas de Guillermo Moreno y del perfil estatista que tenía la administración anterior.

Pero el Macri que está en el tramo final de su mandato es un Macri distinto al que llegó a la Casa Rosada. Sería interesante saber, cualquiera sea la suerte que le toque al Presidente el 27 de octubre, qué medidas repetiría y cuáles corregiría de estos cuatro años, o qué ministros hubiera dejado o descartado si puediera retroceder en el tiempo. Es un dilema que seguramente el jefe de Estado debe haberse planteado más de una vez, pero sin hacer público su pensamiento.

Ayer el Presidente también dio otro paso difícil, al asumir ante las autoridades del FMI la responsabilidad por el rumbo que tomó la relación con el organismo después del descalabro financiero gatillado por las PASO. Guido Sandleris llegó al BCRA hace un año con una hoja de ruta de la que hoy quedan jirones. El plan de emisión cero y el esquema de bandas cambiarias quedaron en el pasado. Y a eso se le agregó el reperfilamiento de la deuda y la aplicación de un cepo light. Nada de eso está en el manual del Fondo, y por eso en Washington hay tanta duda sobre qué hacer con el desembolso pendiente. Prevalece, sin embargo, la idea de que tampoco se puede echar por la borda todo el esfuerzo que se hizo por la Argentina, a la que se le concedió un préstamo histórico.

David Lipton, el director interino del FMI, le pidió a las autoridades argentinas que apoyen su caso ante el directorio de la manera tradicional: con números. No les preocupa tanto el reperfilamiento (el Fondo ya había advertido que la deuda no era muy sustentable antes de esta nueva devaluación) sino la situación fiscal, ya que si al menos el desvío de la meta de déficit cero es razonable, respaldar el último cheque será menos problemático.

Los empresarios y la CGT, a su manera, tampoco quieren hacer olas. Nadie quiere potenciar otro cortocircuito antes de la elección. Todos buscan que un poco de tiempo y voluntad de negociar ayuden a acomodar las fichas para que no se caigan de la mesa.

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