Halloween de dólar, tasas, contado con liqui y Leliq

El gobierno de Macri termina con un cepo peor al que supo levantar. Paradojas y dudas sobre lo que vendrá.

La celebración de Halloween se coló en la agenda argenta y suma cada año tantos amantes como detractores. Fantasmas, monstruos y miedo que deviene en terror. Palabras que sirven para describir una festividad que podría trazar un paralelo perfecto con el momento lúgubre que vive el mercado financiero local.

A las 12 de la madrugada del lunes, plena hora de las brujas y apenas 90 minutos después de conocerse el nombre del nuevo presidente, el Banco Central (BCRA) anunció el endurecimiento del cepo. Si bien el mercado descontaba mayores restricciones si el Gobierno no lograba ir a balottage, los analistas pensaban que la restricción pasaría de los u$s 10.000 a los u$s 2000 y no a los u$s 200 por los que optó para casi cerrar el grifo.

"Creo que se comieron un cero en el apuro de sacar un urgente o debe haber un error de tipeo en la comunicación", cuestionó un operador de cambios entredormido en plena madrugada del 28-O. El día después había comenzado muy temprano y no con la mejor noticia para la City.

Pero no hubo error de tipeo, el Gobierno redujo la posibilidad de comprar dólares a casi su máxima expresión en pos de cuidar las reservas durante la transición y a la espera de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) retome las negociaciones con la Argentina y dé vía libre al desembolso pendiente.

Mauricio Macri llegó al poder en 2015 y la City se ilusionó con la asunción de un candidato que se reconoció pro mercado. "Si soy presidente, el 11 de diciembre se termina el cepo", prometió en campaña y muchos creyeron que sería imposible, por lo que recibió una avalancha de críticas. El cepo se levantó el 17 de diciembre de 2015, siete días después de su asunción, y no hubo un Armagedón como se había pronosticado. El mercado se ilusionó entonces con un cambio de rumbo.

Pero el romance entre Macri y la City tuvo sus idas y vueltas. La primera grieta se dio después del denominado 28 D, cuando el jefe de Gabinete, Marcos Peña, se sentó junto al entonces presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, para cambiar las metas de inflación. En la misma mesa estuvieron también Nicolás Dujovne y Luis Caputo.

El segundo fue la decisión de reglamentar el impuesto a la renta financiera. Llegó en el mismo momento en que el Gobierno hablaba de promover la expansión del mercado de capitales en pos del desarrollo de la economía argentina. La decisión marcó un quiebre con la City. El flujo de fondos empezó a revertirse fuertemente y la devaluación provocó un gran impacto en la percepción de estabilidad de las variables y expectativas económicas. El Gobierno debió tocar las puertas del FMI.

Desde entonces todo es historia antigua. O moderna. O repetida. Un deja vu eterno, un espiral en el que el mercado local vuelve a sentirse atrapado. Cuatro años después el bajo volumen de negocios se mantiene, las altas tasas complican el despegue de la economía, las Lebac dejaron paso a las Leliq. A ello se suma riesgo país por encima de los 2000 puntos, bonos y acciones con fuertes pérdidas y empresas extranjeras en retirada de la Bolsa.

Aunque hubo varios acierto, como el ascenso de Argentina a mercado emergente, Macri deja un cepo más estrecho que el que recibió y una sociedad que vuelve a volcarse al dólar como refugio, cuando había comenzado a animarse a ir más allá del plazo fijo tradicional. También un regreso recargado del dólar blue y un mercado que tras el reperfilamiento de deuda se reperfila a sí mismo día a día.

"Truco o trato", frase clásica de esta celebración no se trata de un truco propiamente dicho, sino más bien de un susto o una broma. La traducción correcta sería entonces "susto o dulce". El mercado espera saber cuál le tocará ahora.

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