El plan 'Vamos Viendo' de Guzmán cruje

El sábado murió en Estados Unidos uno de los economistas que más claramente explicó cuándo las políticas de austeridad de un gobierno funcionan y cuándo no. Se trata del italiano Alberto Alesina quien sufrió un paro cardíaco mientras caminaba entre montañas junto a su esposa. Profesor en la Universidad de Harvard, estudió los planes de austeridad de decenas de países y puso claridad sobre la demagogia existente contra los "ajustes". Incluso Alesina estudió la relación entre las políticas de austeridad y los resultados electorales llegando a la conclusión que en no pocas ocasiones, los "ajustes" hacen ganar elecciones a los gobiernos que los impulsan dependiendo no sólo de su bondad, sino también de cómo se logren explicar las medidas. Distinguió los diferentes resultados que se obtienen cuando la austeridad o "ajuste" se basan en un recorte de gastos o en una suba de impuestos. Esta distinción es tan obvia como inusual en la Argentina. Por el COVID-19, no son tiempos de austeridad gubernamental. Y también ello Alesina lo destacaba.

Al plan "VV" o "Vamos Viendo" del ministro Guzmán se le van sumando complicaciones. Todo es cortoplacismo. Las expectativas están concentradas en el acuerdo que se viene con los bonistas. La firma de un "NDA" (acuerdo de confidencialidad, un "Non Disclosure Agreement) con los grupos de acreedores eliminó la posibilidad de que haya inmediatamente presentaciones en Nueva York planteando el default y pidiendo la aceleración de los pagos. Recuérdese que tras el default, si se presentan acreedores con el 25% del total emitido de un bono, pueden reclamar en los tribunales neoyorquinos no sólo los u$s 503 millones no pagados el viernes 22 sino que pueden reclamar también todos los intereses y amortizaciones a futuro de esos bonos. El desayuno del sábado 8 en la residencia de Olivos entre Alberto Fernández y el ministro de Economía, tras la adhesión de sólo 18% a la oferta argentina, fue determinante dado que allí se decidió abandonar la postura de cero diálogo. La suba del dólar en la Bolsa y en el "blue" junto a los retiros de dólares de los bancos gatillaron las alarmas dentro del Gobierno.

Pero el error también en el Gobierno puede ser el pensar que el acuerdo con los bonistas mágicamente libera el camino para un fuerte crecimiento de la economía tras la pandemia. La continuidad del Plan "VV" está limitada. Al fin y al cabo, tras el acuerdo, ¿volverá el país a ser sujeto de crédito en los mercados? ¿Habrá fondos dispuestos a volver a comprar papeles argentinos? Todo indica que con un acuerdo, los nuevos bonos deberían rendir no menos del 12% anual en mercados (por más que el "exit yield" o tasa acordada para las negociaciones entre el equipo económico y acreedores se ubique en el 10%). Nadie sabe a cuánto ascenderá el rojo fiscal este año ni los próximos. El Presupuesto 2020 quedó en el pasado. El del 2021 será una lotería: ¿quién puede estimar seriamente lo que la Argentina puede crecer o caer el año próximo si un mes es el largo plazo? Todo indica que la emisión del BCRA es y seguirá siendo la principal fuente de financiamiento oficial. La alta inflación vino para quedarse.

Tampoco se sabe si dado que ahora se lanza un impuesto a los altos patrimonios de las personas, no pueda lanzarse en meses venideros otro contra grandes patrimonios de las empresas. En definitiva, lo que el acuerdo con los bonistas puede poner al descubierto es que el problema argentino no se trata. de la deuda sino de credibilidad. Y la falta de credibilidad deriva en un problema financiero. Nadie nos presta y no podemos hacer frente a los vencimientos de la deuda pública.

Ahora el problema a analizar pasa por si el gobierno de Alberto Fernández puede recuperar la credibilidad en los mercados financieros de manera tal de volver a ser sujeto de crédito en algún momento. Caso contrario los mercados, tras el acuerdo con bonistas, comenzarán a descontar cuándo va a ser la próxima reestucturación de la deuda. O simplemente que quien asuma en 2023 nuevamente se queje de la herencia recibida y obligue a un nuevo canje de la deuda.

¿Es un cambio de ministros algo que genere una recuperación de la credibilidad en el Gobierno? Podría ser pero aquellos que pueden generar esa recuperación en la credibilidad, ¿están dispuestos a asumir en un gobierno kirchnerista? O quizás la pregunta debería ser otra: ¿avalará el kirchnerismo un giro en la política económica que permita a la Argentina recuperar credibilidad de inversores?

Todo indica que las decisiones, como siempre en el país, se toman cuando no queda otra alternativa. Por lo pronto el BCRA en un mes en el que debería estar acumulando reservas, las está perdiendo. El plan "VV" tiene filtraciones en lo financiero. El goteo de los depósitos en dólares continúa. El cóctel de la cuarentena económica y la prohibición de despidos genera una larga fila de empresas rumbo al concurso de acreedores una vez que el cepo judicial en lo comercial lo permita. Las filtraciones sin también económicas. Se vienen los meses en lo que mayor gasto público hay en el año por el pago de medio aguinaldo.

Alberto Alesina en un artículo publicado en "Voxeu" junto a Franceso Giavazzi abordó las implicancias de la pandemia. Está claro que no son épocas de austeridad para países como Italia. Escribieron que a la frase del ministro Gualtieri acerca de que nadie perderá su trabajo por el virus, le hubieran agregado que "si alguno lo perdiera, se le asegurará un ingreso hasta que encuentre uno nuevo". Era para limitar la caída en el consumo privado dando certezas. Sobre las empresas argumentaron que el mensaje debería ser el que "ninguna empresa puede ser forzada a la quiebra por la emergencia del COVID". La quiebra es una pérdida irreversible señalaron. "Se está ante un caso en el prometiendo gastar más de ser necesario, puede, al final, hacer el gasto innecesario" destacaron.

Adiós Alesina. Ayer economistas de todos los colores lo homenajearon

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