Hace casi ocho años, Wesley y Joesley Batista estaban presos, envueltos en un escándalo de corrupción que casi derribó a un presidente y mancilló el nombre de su imperio mundial de la carne.

Todo eso era un recuerdo lejano para los hermanos brasileños cuando a mediados de junio JBS empezó a cotizar en la Bolsa de Nueva York, la coronación de una de las recuperaciones más espectaculares en la reciente historia empresaria.

El grupo sostiene que el traslado de las operaciones accionarias principales de la Bolsa B3 de San Pablo al NYSE abrirá la puerta a financiamiento más barato y fortalecerá sus papeles, que se negocian con descuento frente a rivales estadounidenses.

"Con las cuentas más fuertes, mayor solidez financiera y un más amplio acceso a los mercados de capitales, JBS podrá incrementar la producción y contribuir a alimentar al mundo", se entusiasmó el director financiero, Guilherme Cavalcanti.

Considerados parias en Brasil por su papel confeso en una trama de corrupción política, los barones multimillonarios de la carne que están detrás de la compañía vuelven a ser protagonistas. Se codean con luminarias de la política y los negocios de Brasil y hace poco hasta posaron para unas fotos en París con el presidente francés, Emmanuel Macron.

El FT habló con una decena de personas que conocen a estos hombres o trabajaron con ellos. "Les parece importante volver al juego -comentó uno de los entrevistados-. Viven para eso". No obstante, su resurgimiento tan público intensificó el escrutinio sobre los hermanos y sus actividades, desde el impacto ambiental de JBS a sus conexiones políticas.

Esta procesadora de carne es la joya de la corona del grupo empresario de la familia Batista, J&F Investimentos, que tiene una participación del 48 por ciento. Con intereses que van de las fintech a energía y cosméticos, el conglomerado se autodenomina el mayor empleador privado de Brasil, con 180.000 trabajadores.

Sus adversarios, desde ecologistas a vaqueros estadounidenses, pidieron que inversores y reguladores bloquearan el acceso de JBS al NYSE debido al pasado complicado de los hermanos, a preocupaciones sobre la deforestación del Amazonas en relación sus actividades agropecuarias y a las emisiones de gases de invernadero atribuidas al ganado. Alexandria Reid, del grupo activista Global Witness, dice que es "un desastre para la gente y para el planeta".

Wesley y Joesley Batista declinaron pedidos de entrevistas, pero JBS rechaza semejantes opiniones: insiste en que combate la deforestación y que está aplicando prácticas sustentables para reducir su huella de carbono. En paralelo a las preocupaciones ambientales, asesores por delegación recomendaron a una minoría de accionistas que rechazaran la propuesta de cotización debido a que una nueva clase dual de estructura accionaria podría conferir a los Batista el 85 por ciento de los derechos de votación.

La compañía recordó que otras compañías grandes tienen disposiciones similares, y alegó que garantizarse que exista un accionista dominante será crucial para su éxito. Al final, los inversores externos aprobaron el plan.

"Hay una enorme oportunidad de valor -dice Michael Martino, fundador del accionista Mason Capital Management-. La atracción es bastante simple. Es un jugador grande y dominante con enormes economías de escala". Las acciones abrieron a u$s 13,65 y cerraron la jornada casi un 2 por ciento arriba con una capitalización de mercado de alrededor de u$s 15.000 millones, indican datos de LSEG.

Pero en Brasil los hermanos siguen siendo figuras polémicas, con un pasado controvertido que no deja de causar recelo. Algunos se preguntan qué significa su reaparición para el país. "Los hermanos Batista son la representación perfecta de la impunidad que hace décadas es una plaga en Brasil", observa Delatan Dallagnol, exfiscal principal en la causa LavaJato, que no estuvo implicado en la causa de los Batista.

Gente cercana a los hermanos sostiene que ya pagaron por sus faltas, aunque no todos están convencidos. "Una vez más se mueven entre los poderosos, pero todavía no lograron restaurar plenamente su imagen ante la opinión pública", señaló una persona que los conoce.

Empacadora de carne de la compañía en la ciudad de Lapa, estado de Paraná, Brasil.
Empacadora de carne de la compañía en la ciudad de Lapa, estado de Paraná, Brasil.

JBS tomó el nombre del padre de los hermanos, José Batista Sobrinho, quien en 1953 estableció una pequeña carnicería en el interior de Brasil. A los pocos años abastecía de carne a los obreros que trabajaban en la construcción de la nueva capital del país, Brasilia. El negocio fue creciendo y se sumaron sus dos hijos.

Desde mediados de 2000 los hermanos se embarcaron en una expansión internacional mediante adquisiciones en Latinoamérica, Estados Unidos y Europa, además de cotizar en San Pablo.

El ascenso meteórico fue auxiliado con financiamiento del banco estatal de desarrollo de Brasil, el Bndes, que hoy posee alrededor de la quinta parte de las acciones de JBS. Se benefició también de la campaña del anterior gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva por crear "campeones nacionales".

Aunque los críticos fustigaron esa política por el mal uso de los dineros públicos, JBS demostró ser muy lucrativa para el Bndes, y devolvió casi el triple de los R$ 1.000 millones (u$s 1.500 millones) invertidos en sus acciones desde 2007.

Thiago Carvalho, profesor de agronegocios en la Universidad de San Pablo, señala que la base del éxito es un impulso implacable por la eficiencia. "JBS fue una de las primeras envasadoras nacionales de carne que de verdad se profesionalizaron. Incluso cuando entran en otros negocios también buscan ser los mejores".

De 53 años, Joesley se encargaba de la relación con el gobierno. Hoy su atención está en nuevos negocios y en la diversificación de J&F, comentan empleados. Dispensa consejos motivadores en videos subidos a Instagram. "Sean los primeros en llegar -les dice a unos estudiantes-. Eso causará una diferencia en sus vidas como no se pueden imaginar".

Wesley, de 55, es más callado y un gerente sumamente apreciado, con ojo para el detalle operativo. Algunos empleados afirman que la ética laboral de los hermanos y su cesión de poder en los gerentes domina la cultura de la compañía.

Sin embargo, en mayo de 2017, los hermanos junto con cinco directivos de JBS y su casa matriz admitieron ante la Justicia que habían hecho pagos multimillonarios a cientos de funcionarios públicos o candidatos políticos a cambio de favores.

En virtud de un desprendimiento de la Operación LavaJato, la pesquisa de corrupción política que sacudió al establishment brasileño, las denuncias incluían una grabación secreta del entonces presidente Michel Temer en la que parecía hablar de sobornos con Joesley, lo que motivó el pedido de renuncia del mandatario.

"Cometimos errores y nos disculpamos", decía una carta abierta de Joesley en aquel momento.

Un acuerdo de culpabilidad y el pago de multas garantizaron que no hubiera demandas penales. J&F aceptó la multa récord de R$ 10.300 millones, que deberían pagar en 25 años. Luego pagó u$s 256 millones en un acuerdo de cooperación similar con el Departamento de Justicia norteamericano.

La envasadora insiste en que aprendió del episodio y que reformó sus sistemas de normas éticas para impedir que se repita el episodio. El CFO Cavalcanti dice que las faltas las cometieron un puñado de personas: "No fue algo institucionalizado".

Si bien los hermanos renunciaron a puestos importantes y JBS y J&F vendieron activos luego de los acuerdos, la turbulencia no frenó el ímpetu a largo plazo de la envasadora. Desde sus orígenes en la carne el grupo se ramificó hacia aves, cerdos, corderos y hace poco agregó otras proteínas como pescados, alternativas basadas en plantas y huevos.

A diferencia de muchos de los grandes contratistas señalados en el LavaJato, JBS ha prosperado después del estallido del escándalo. Para sus defensores es la prueba de que su modelo de negocios no depende del soborno. Desde 2017 su facturación se incrementó un 50 por ciento y el año pasado llegó a u$s 77.200 millones. Las ganancias netas fueron US$ 1.800 millones y la deuda descendió.

Según observadores de la vida pública brasileña, la rehabilitación política de los Batista se vio bendecida el año pasado por la visita del presidente Lula a una planta de JBS. "Joesley y Wesley son responsables de que esta compañía se haya convertido en el principal productor de proteína animal del mundo. Y eso para mí es fuente de orgullo", manifestó el gobernante izquierdista.

Semanas más tarde los hermanos asistieron a una reunión con representantes del sector de la carne que organizó Lula en el palacio presidencial para hablar de la ayuda tras el desastre causado por las inundaciones. Más tarde Joesley tuvo una audiencia con el titular del banco central del país.

"Los hermanos Batista volvieron a la escena política -apunta Eduardo Grin, profesor de ciencia política en la Fundación Getulio Vargas-. Tienen mucha influencia en Brasilia". Debido a los beneficios que JBS había obtenido en el pasado del sector público, estas apariciones generaron dudas en ciertos sectores.

Una planta de JBS en Tucumã, estado de Pará, Brasil.
Una planta de JBS en Tucumã, estado de Pará, Brasil.

El conglomerado afirma que tales contactos no son inusuales. "Por ser el principal empleador privado de Brasil, es natural y esperable que el Grupo J&F mantenga un diálogo constante con autoridades públicas en todas las regiones en las que opera, siempre en pleno cumplimiento de las leyes de aplicación y de su código de ética y conducta", indicó.

Asesores y personas informadas dicen que no hay una relación especial con el gobierno, ni tampoco connivencia o influencia indebida. También recuerdan que las compañías de los Batista ganaron licitaciones durante el gobierno del expresidente derechista Jair Bolsonaro. "Sus ideas no son de izquierda o de derecha. Son ideas de poder", comentó una personal familiarizada con J&F.

El plan de los Batista para alcanzar la redención también se vio favorecido por una serie de resoluciones legales favorables. En 2023 los hermanos fueron absueltos de tráfico de influencias por parte del regulador del mercado brasileño, revirtiendo un caso que J&F consideraba una "injusticia" y por la que los hermanos permanecieron seis meses demorados en 2017-18. El año pasado pudieron reincorporarse al directorio de JBS.

Otro fallo clave fue el de un juez del Tribunal Supremo que, en diciembre de 2023, suspendió la gigantesca multa aplicada a J&F al expresar dudas respecto de si el acuerdo con los fiscales había sido voluntario. Esto encajaba con el más general desmantelamiento del legado del LavaJato. Sus críticos decían que la pesquisa tuvo motivación política e implicó un abuso del debido proceso. (Entre políticos y empresarios encarcelados estuvo Lula, cuya condena fue anulada).

No obstante, la suspensión de la multa generó acusaciones de conflicto de interés ya que la esposa del ministro del Tribunal había trabajado como asesora legal de J&F en una causa diferente. Una persona cercana al magistrado indicó previamente que las leyes de Brasilia no exigen que el funcionario se excuse.

El año pasado los hermanos Batista se vieron arrastrados a una nueva controversia política. Legisladores de la oposición denunciaron el trato favorable del gobierno de Lula para con Ambar Energia, el negocio de J&F que se está expandiendo en el sector eléctrico.

Ambar había aceptado comprar una decena de centrales de gas entre cuyos clientes figuran un distribuidor regional de electricidad del estado de Amazonas con problemas financieros. Una medida gubernamental en apoyo del distribuidor del Amazonas alteró los contratos con las plantas de Ambar y transfirió el costo de pagos futuros a las boletas de consumidores de todo el país.

"Lo que me preocupa es el uso de un decreto para trasladar las pérdidas al consumidor, beneficiando a un grupo empresario específico -protestó la legisladora derechista Adriana Ventura-. Da la impresión de favoritismo".

La acusación fue rechazada enérgicamente por el gobierno y por J&F. El ministro de Minas y Energía declaró que la medida no fue pensada para beneficiar a una empresa en particular, sino para garantizar la provisión de electricidad en la región. Agregó que las opciones potenciales de asistencia a la distribuidora las hizo pública un grupo técnico varios meses antes de que Ambar se impusiera en la licitación de los activos.

J&F manifestó: "Ninguna de estas soluciones resolverá los riesgos crediticios referidos a la adquisición por parte de Ambar, que fue firmada meses antes". Fuentes del gobierno creen que el ataque tiene motivación política y fue lanzado por oferentes derrotados en la puja.

Pero la atención a las actividades políticas del grupo no se limita a Brasil. La senadora estadounidense Elizabeth Warren preguntó si la donación de u$s 5 millones que hizo la productora avícola Pilgrim's Pride, subsidiaria norteamericana de JBS, a la ceremonia de asunción de Donald Trump, la mayor suma individual recibida, fue hecha para "ganarse favores" del gobierno.

"Tenemos una larga historia bipartidaria de participación en el proceso cívico y de aspirar a colaborar con el gobierno", declaró Pilgrim's Pride.

Mientras los hermanos Batista ejecutan su recuperación personal, un punto negativo de JBS ha sido la antigua acusación de parte de ecologistas de que la compañía promueve el despeje de tierras en ecosistemas críticos para favorecer la cría de ganado.

La empresa responde recalcando su "tolerancia cero" y menciona normas que prohíben la compra de campos donde hubo deforestación, trabajo esclavo o tierras indígenas.

En la sede central de JBS en San Pablo, un sistema de vigilancia geoespacial muestra la ubicación de todos sus proveedores en el país. Unos filtros señalan problemas detectados por organismos públicos y la compañía tacha las propiedades con irregularidades, que de momento son 14.000. Sin embargo, en Brasil el ganado puede atravesar diferentes campos antes de llegar al matadero, lo que dificulta rastrear el verdadero origen de los animales.

A partir del próximo año JBS exigirá que los proveedores informen a quiénes les compraron. También dirige una red de oficinas de campo para ayudar a los estancieros a cumplir con las normas ambientales. "El ganadero tiene que responsabilizarse de la compra legal de animales -dice Liege Correia, director de Sustentabilidad en JBS Brasil-. Ahora compartimos esa responsabilidad con nuestros proveedores directos".

El investigador Paulo Barreto dice que la compañía logró avances, pero se precisan más acciones de parte suya y del resto del sector. JBS alega que la única solución definitiva será un sistema nacional obligatorio de identificación del ganado. Mientras tanto, apoya una iniciativa del estado amazónico de Pará que rastreará de por vida a los animales mediante un dispositivo compulsivo.

A pesar de las promesas, el año pasado JBS estuvo entre las envasadoras y estancieros multados por la agencia ambiental brasileña porque supuestamente criaron o compraron ganado en tierras deforestadas de manera ilegal. La compañía asegura que ninguna de las compras señaladas por el organismo ocurrieron en tierras prohibidas, y presentó una apelación.

Las ambiciones grandiosas de Wesley y Joesley Batista se manifiestan en la promesa de J&F de invertir unos u$s 7.000 millones en Brasil para crear 30.000 nuevos empleos en cuatro años hacia 2026.

Alrededor de nueve décimas de la facturación, las ganancias y las deudas de J&F provienen de JBS, indican analistas de S&P; estas fuentes dicen no estar preocupadas de momento por los planes de expansión del conglomerado.

JBS está interviniendo más en los alimentos procesados como forma de reducir su riesgo ante la volatilidad de las carnes como materia prima. "Queremos ser una compañía con un porcentaje mayor de ingresos en marcas y alimentos preparados", explicó Cavalcanti.

Contando con la mitad de la ventas en Estados Unidos y exportaciones significativas a China, la firma ahora invierte u$s 2.500 millones para construir plantas en Nigeria como parte de una apuesta por el aumento de la demanda de carne en África.

"La firma atraviesa una fase muy positiva", dice Leonardo Alencar, analista en la agencia de Bolsa XP. "La diversificación produce márgenes más elevados". Frente a todos los que dudan de su arrepentimiento, a los hermanos no les faltan admiradores.

"Es increíble lo que consiguieron. JBS es un orgullo nacional", dice Ricardo Faria, fundador de Granja Faria, el mayor productor de huevos de Brasil. "Son difíciles pero siempre justos. Creo que salieron más fuertes de las dificultades".