Tumores cerebrales pediátricos: cuáles son los síntomas para detectarlos a tiempo
Descubre qué es el tumores cerebrales pediátricos, los síntomas característicos y las posibles tratamientos.
Según el sitio web de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades no transmisibles constituyen la causa predominante de fallecimiento y limitaciones físicas a nivel global. No obstante, afirman que gran cantidad de ellas pueden evitarse mediante la disminución de los elementos de riesgo habituales.
Por esa razón, conoce qué es el tumores cerebrales pediátricos, cuáles son sus síntomas, cómo reducir los factores de riesgo y cuáles son los mejores tratamientos disponibles.

¿Qué es el tumores cerebrales pediátricos?
Según explica el portal sobre salud Mayo Clinic, los tumores cerebrales pediátricos son crecimientos anormales de células en el cerebro de niños y adolescentes. Estos tumores pueden ser benignos o malignos y se clasifican según su tipo de células y su ubicación en el sistema nervioso central. Su diagnóstico temprano es crucial, ya que pueden afectar el desarrollo y la función neurológica del paciente.
El tratamiento de los tumores cerebrales pediátricos varía según el tipo y la gravedad del tumor, e incluye opciones como cirugía, radioterapia y quimioterapia. A pesar de los avances en la medicina, estos tumores representan una de las principales causas de cáncer en la infancia, lo que resalta la importancia de la investigación y el apoyo a las familias afectadas.
¿Cuáles son los síntomas del tumores cerebrales pediátricos?
Los síntomas de tumores cerebrales pediátricos pueden variar según el tipo, tamaño, ubicación y velocidad de crecimiento del tumor. Algunos de los síntomas más comunes incluyen:
- Dolores de cabeza que se vuelven más frecuentes e intensos.
- Sensación de aumento de presión en la cabeza.
- Náuseas o vómitos sin causa aparente.
- Problemas de visión repentinos, como visión doble.
Otros signos y síntomas, dependiendo de la ubicación del tumor, pueden incluir:
- Protuberancia en el punto blando del cráneo en bebés.
- Convulsiones sin antecedentes previos.
- Movimientos oculares anormales.
- Dificultades para tragar.
- Pérdida de apetito o problemas para alimentarse en bebés.
- Dificultad para mantener el equilibrio o problemas para caminar.
- Debilidad o pérdida de sensibilidad en extremidades.
- Desorientación, irritabilidad y cambios en la personalidad o comportamiento.
Es importante consultar al médico si se presentan signos y síntomas preocupantes.
¿Cómo saber si una persona tiene tumores cerebrales pediátricos?
El diagnóstico de tumores cerebrales pediátricos comienza con un examen neurológico exhaustivo, donde el médico evalúa aspectos como la visión, la audición, el equilibrio y la coordinación del niño. Cualquier dificultad en estas áreas puede ofrecer indicios sobre la localización del posible tumor en el cerebro. Posteriormente, se realizan pruebas de diagnóstico por imágenes, siendo la resonancia magnética la más común, para determinar la ubicación y el tamaño del tumor. Otras técnicas, como la tomografía computarizada y la tomografía por emisión de positrones, también pueden ser utilizadas para obtener una visión más clara.
Si se confirma la presencia de un tumor, se puede realizar una biopsia para extraer una muestra de tejido y analizarla en el laboratorio. Este análisis no solo identifica el tipo de células, sino que también permite detectar mutaciones genéticas que pueden influir en el tratamiento. Además, se llevan a cabo exámenes adicionales para verificar si el cáncer se ha propagado desde otra parte del cuerpo, lo que ayuda a definir un enfoque terapéutico más preciso y adaptado a las necesidades del paciente.

¿Cómo prevenir y tratar el tumores cerebrales pediátricos?
El tratamiento de los tumores cerebrales pediátricos varía según el tipo, tamaño y ubicación del tumor, así como la edad y salud general del niño. La cirugía es una opción común cuando el tumor es accesible, permitiendo al neurocirujano extraer la mayor cantidad posible de tejido tumoral. Sin embargo, en casos donde el tumor está cerca de áreas sensibles del cerebro, la cirugía puede ser riesgosa y solo se puede realizar una extracción parcial.
Además de la cirugía, existen otras modalidades de tratamiento como la radioterapia y la quimioterapia. La radioterapia utiliza rayos de alta energía para destruir las células tumorales, mientras que la quimioterapia emplea medicamentos para atacar el tumor. Ambos tratamientos pueden tener efectos secundarios, como fatiga y náuseas, que deben ser gestionados adecuadamente. La terapia con protones es una opción más avanzada que minimiza la exposición a la radiación de los tejidos sanos, lo que es especialmente beneficioso para los niños.
Finalmente, la rehabilitación es crucial después del tratamiento, ya que los tumores pueden afectar habilidades motoras, del habla y cognitivas. Servicios como fisioterapia, terapia ocupacional y apoyo escolar pueden ser necesarios para ayudar al niño a recuperar sus habilidades y adaptarse a los cambios. Además, los ensayos clínicos ofrecen oportunidades para acceder a tratamientos innovadores, aunque es importante discutir los riesgos y beneficios con el médico.
Tumores cerebrales pediátricos: posibles factores de riesgo
Los tumores cerebrales pediátricos, como el meduloblastoma y el ependimoma, suelen aparecer sin una causa clara, aunque ciertos factores de riesgo pueden influir. Un antecedente familiar de tumores cerebrales o la presencia de síndromes genéticos, aunque poco comunes, pueden aumentar la probabilidad de que un niño desarrolle estos tumores.
Para finalizar, es aconsejable consultar con un especialista en salud ante cualquier duda o síntoma. La información médica puede ser compleja y es importante acudir a fuentes confiables para vitar la automedicación y basar las decisiones de tratamiento en evidencia clínica.