La gestión pyme como base de un modelo de desarrollo sustentable
Mucho se ha hablado sobre el rol de las pymes como termómetro de la economía en los países en vías de desarrollo.
De acuerdo con datos de la CEPAL, el universo que incluye desde las micro hasta las empresas medianas representa cerca del 99% de las organizaciones en Latinoamérica, las cuales son responsables de generar más de dos tercios de las fuentes de empleo, aunque con un limitado aporte al PBI industrial y a la balanza de comercio exterior.
Sin embargo, esta realidad presenta múltiples facetas, dada la enorme heterogeneidad entre las distintas estructuras sobre las que se constituyen, la diferencia entre sus capacidades específicas, y la marcada variabilidad entre los indicadores de productividad que logran alcanzar en sus rubros.
Según surge de vastos informes de coyuntura (SEPYME, Observatorio Pyme, IERAL, etc), los principales problemas que los empresarios pyme reconocen como limitantes para su expansión e inserción más profunda en el escenario industrial local y regional son significativamente comunes: la falta de incentivos para la inversión por el contexto macroeconómico, el incremento sostenido de los costos salariales y operativos, la presión tributaria excesiva, la dificultad para acceder al financiamiento a tasas competitivas, la competencia informal, y la escasez de mano de obra calificada.
La incertidumbre que aqueja a los empresarios a la hora de vislumbrar el horizonte hacia el que se dirigen sus organizaciones, limita su capacidad para decidir sobre la conveniencia de ejecutar inversiones de largo alcance; en consecuencia, se promueven alternativas que priorizan el pronto recupero del capital (payback), en detrimento de indicadores de largo plazo.
Así, las soluciones no son óptimas en términos de productividad y conllevan a rentabilidad insuficiente y en síntesis, a la profecía autocumplida.
La recientemente promulgada Ley 27264, llamada Ley PyME, ha intentado corregir algunas distorsiones tributarias y financieras. Sus efectos son todavía tenues, y existe generalizado reconocimiento entre los empresarios del sector sobre la urgente necesidad de una reforma tributaria integral, así como de una readecuación de las normas laborales que contemplen los complejos y dinámicos requerimientos de las relaciones del trabajo contemporáneas.
El rol de la educación es fundamental para agrupar estas necesidades y permitir el acceso a herramientas y metodologías adecuadas para el rediseño de organizaciones y procesos. Por ello, el trabajo interdisciplinario entre empresas y universidades provee una sinergia colaborativa tendiente a intercambiar experiencias de campo y conocimiento profesional innovador.
El desafío representa una gran oportunidad: cómo transformar empresas pensadas y reguladas por pautas del siglo XX en vehículos rentables, competitivos y sustentables, capaces de dar respuestas disruptivas a las necesidades y exigencias del presente siglo, pero insertas en un modelo industrial tecnológicamente innovador y socialmente inclusivo, con las debidas responsabilidad comunitaria y visión global integradora.
De acuerdo con datos de la CEPAL, el universo que incluye desde las micro hasta las empresas medianas representa cerca del 99% de las organizaciones en Latinoamérica, las cuales son responsables de generar más de dos tercios de las fuentes de empleo, aunque con un limitado aporte al PBI industrial y a la balanza de comercio exterior.
Sin embargo, esta realidad presenta múltiples facetas, dada la enorme heterogeneidad entre las distintas estructuras sobre las que se constituyen, la diferencia entre sus capacidades específicas, y la marcada variabilidad entre los indicadores de productividad que logran alcanzar en sus rubros.
Según surge de vastos informes de coyuntura (SEPYME, Observatorio Pyme, IERAL, etc), los principales problemas que los empresarios pyme reconocen como limitantes para su expansión e inserción más profunda en el escenario industrial local y regional son significativamente comunes: la falta de incentivos para la inversión por el contexto macroeconómico, el incremento sostenido de los costos salariales y operativos, la presión tributaria excesiva, la dificultad para acceder al financiamiento a tasas competitivas, la competencia informal, y la escasez de mano de obra calificada.
La incertidumbre que aqueja a los empresarios a la hora de vislumbrar el horizonte hacia el que se dirigen sus organizaciones, limita su capacidad para decidir sobre la conveniencia de ejecutar inversiones de largo alcance; en consecuencia, se promueven alternativas que priorizan el pronto recupero del capital (payback), en detrimento de indicadores de largo plazo.
Así, las soluciones no son óptimas en términos de productividad y conllevan a rentabilidad insuficiente y en síntesis, a la profecía autocumplida.
La recientemente promulgada Ley 27264, llamada Ley PyME, ha intentado corregir algunas distorsiones tributarias y financieras. Sus efectos son todavía tenues, y existe generalizado reconocimiento entre los empresarios del sector sobre la urgente necesidad de una reforma tributaria integral, así como de una readecuación de las normas laborales que contemplen los complejos y dinámicos requerimientos de las relaciones del trabajo contemporáneas.
El rol de la educación es fundamental para agrupar estas necesidades y permitir el acceso a herramientas y metodologías adecuadas para el rediseño de organizaciones y procesos. Por ello, el trabajo interdisciplinario entre empresas y universidades provee una sinergia colaborativa tendiente a intercambiar experiencias de campo y conocimiento profesional innovador.
El desafío representa una gran oportunidad: cómo transformar empresas pensadas y reguladas por pautas del siglo XX en vehículos rentables, competitivos y sustentables, capaces de dar respuestas disruptivas a las necesidades y exigencias del presente siglo, pero insertas en un modelo industrial tecnológicamente innovador y socialmente inclusivo, con las debidas responsabilidad comunitaria y visión global integradora.
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