

Fue una más de las víctimas de la pandemia. Ubicado en un lugar estratégico para que el turista pudiera disfrutar del renombrado asado argentino, la pandemia la dejó sin clientes. Así, a fines de marzo, Las Nazarenas, la mítica parilla criolla de Catalinas con 40 años de historia -se fundó en 1981- cerró sus puertas y tapió sus ventanas.
Solo unas semanas después, sus cuatro dueños, integrantes de la familia Barbería, decidieron colgarle el cartel de venta. Así, en pocos minutos se convirtió en el terreno mas codiciado del mercado de los bienes raíces argentino.
"Es un local único, ya no quedan propiedades en esa zona. Un terreno invaluable a dos cuadras de Retiro y que, como está inclinado, te lo chocás de frente cuando venís por Alem. Una gran vidriera", describe Ana Simeone, la broker que hoy tiene el mandato de venta.
Según cuenta la experta con años en el mercado, los llamados que reciben a diario para conocer las condiciones para concretar la compra son innumerables. "La planta baja puede ser un gran espacio de exhibición y arriba se pueden construir 14 pisos", detalla Simeone, que no quiso dar el precio de venta del inmueble, aunque sí aclaró que es un 50% en efectivo y el 50% a dos años con hipoteca en dólares.
Según pudo saber El Cronista, en tiempo de pandemia y en un mercado deprimido, el terreno, que tiene un total de 360 m2 y apto para cualquier tipo de proyecto- oscilaría entre los u$s 3,5 millones y los u$s 4,5 millones. Un valor mucho menor de lo que cotizaría si los tiempos fueran otros. "Se podría vender a un 40% más", aseguran en el sector.

Un terreno único y a precio de pandemia es analizado, por supuesto, por desarrolladores, que incluso, según las condiciones de venta, pueden pagar hasta un 30% de inmueble con las oficinas o departamentos que construyan.
Pero también hay concesionarias interesadas, atraídas por la posibilidad de exhibir sus autos en un lugar tan exclusivo. Tres bancos analizan las condiciones en épocas que ya las sucursales no tienen personal y simplemente se ven cajeros.
También hizo un llamado una universidad y una empresa de paneles solares árabe que incluso ya tiene un proyecto en mente: transformar el lugar en un ícono de sus productos, con paneles solares en las paredes, en el techo y una terraza aeróbica. También inversores de España y de Rusia hicieron averiguaciones.
"Es posible que, en un primer momento y por la situación actual, quien compre el terreno deje la construcción tal como está. Sin embargo, seguramente luego se demuela", señala la broker.














