

Acaba de estrenarse en los cines una de las películas más interesantes y bien realizadas, referidas al arte y también al mercado. Se trata de La dama de oro, que se refiere a un retrato realizado durante cuatro años (1903-1907) por Gustav Klimt (1862-1918) de la bella Adele Bloch-Bauer, una rica heredera de padre banquero y marido empresario azucarero.
El artista austríaco acababa de conocer Venecia y Ravena, e influenciado por lo que había visto, realizó este retrato con fondo de láminas de oro, a la manera de las pinturas de Sienna del Siglo XIII, pero con una visión moderna y que anticipa el Art Nouveau.
Cuenta la leyenda que la modelo y el artista fueron más que amigos y le realizó otro retrato cinco años después. En el living de la casa de la bella modelo convivían sus dos retratos con tres paisajes del artista.
Adela falleció en 1925 y en su testamento pidió que sus dos retratos fueran entregados al Palacio Belvedere en Viena, para su galería de arte austríaco. En 1938, Adolf Hitler entró a Viena y anexó Austria con Alemania y apresó a las familias judías, les confiscó sus bienes. Esto ocurrió con la familia Bloch y los jerarcas nazis se apropiaron de más de 100.000 obras.
Hitler adoraba la obra de Vermeer y cuando su mayor obra que se encontraba en Viena, La Alegoría de la Pintura, quiso ser comprada por un americano en un millón de dólares de la época, no se le dio autorización. Luego Hitler la compró en u$s 720.000. En su juventud Hitler quiso entrar en la Academia de Bellas Artes de Austria y fue rechazado.
Una desgracia que quizá hubiera cambiado la historia. Hoy, sus mediocres acuarelas se venden entre u$s 10.000 y u$s 100.000. La semana pasada un coleccionista chino compró 10. Su lugarteniente Goering también era fanático del arte clásico y sus favoritas eran las Venus de Lucas Cranach de las que atesoró decenas.
Cuando terminó la guerra, los Klimt de la familia Bloch se llevaron al Palacio del Belvedere y junto con El Beso, otra magnífica obra, son lo mejor de la colección. Muere el marido de Adele, quien era el dueño de las pinturas, ya que las había pagado al artista.
Dejó las mismas a sus tres sobrinos. Durante 60 años se exhibieron en el Belvedere. Pero en 1998 una de las herederas de las pinturas, María Altmann, quien vivía en Los Angeles, California, intentó que se las devuelvan.
El gobierno austríaco sostuvo que la voluntad de la retratada era donar las obras al Palacio y la otras tres, sin mayores argumentos decidió que no las devolverán y que si querían hacer juicio deberán depositar casi dos millones de euros en tasa de justicia.
En pocas palabras, no estaban dispuestas a devolver las obras que consideraban patrimonio de Austria. Además este retrato se considera la Mona Lisa de Austria. Un joven y despierto abogado que trabajaba en California tomó el caso y logró fallos favorables de la Corte Suprema de Estados Unidos y también audazmente va a un arbitraje en Viena y lo gana.
Las cinco obras son expuestas en 2006 en el Los Angeles County Museum. La Dama de Oro fue comprada por el coleccionista Ronald Lauder, heredero de la firma de cosméticos Esther Lauder, en la suma récord de u$s 135 millones y Maria (la heredera) le hace firmar que la pintura siempre estará en exhibición en su museo Neue Gallery de Quinta Avenida y calle 86 de Nueva York. Allí se la puede disfrutar y hasta comprar reproducciones del mismo tamaño que el original de 140x140cm.
Las otras cuatro obras son vendidas en noviembre del mismo año en Christies, en u$s 88 millones. El segundo retrato (190x120cm) y tres bellos paisajes entre u$s 30 y u$s 40 millones.
Con los cerca de u$s 300 millones, la señora Altmann, quien tenía 84 años, pagó a su brillante abogado y donó el dinero a diversas entidades de bien público. Luego del maltrato del gobierno austríaco no consideró dejarlas en ese país. Muy pocos retratos han salido a la venta de Klimt.
En 1997 uno alcanzó los u$s 11 millones y en el 2010, otro los u$s 27 millones. El miércoles pasado en Londres, Sothebys vendió el de otra bella dama austríaca en u$s 38 millones, con calidades plásticas muy diferentes y obra que consideramos influenciada por el arte japonés, por su formato vertical y además por el tratamiento post-impresionista de la pintura. La puja duró mucho, arrancó en u$s 12 millones y el comprador subía de a u$s 500.000 y otro candidato de a u$s 100.000. Gracias a la tecnología pudimos verlo en directo.
En la misma subasta salió a la venta otra obra proveniente del expolio nazi, una pintura de jinetes del alemán Max Liebermann que multiplicó por cinco su base. Venía de las obras confiscadas a un pobre viejito llamado Cornelius Gurlitt, quien atesoraba más de 1000 obras en su casa. Luego de un triste proceso y publicidad en los diarios, el coleccionista falleció y ha dejado sus obras al Museo de Berna, que está depurando la donación ante los reclamos por algunas de las obras.
Sólo sale a la venta una importante de Klimt cada dos años y la mayoría de la oferta son cerca de 80 dibujos o acuarelas todos los años. Esta semana además del óleo, se han vendido muy bien 10 dibujos. No dejen de ver la película, es una maravilla, y Helen Mirren debería recibir todos los premios.













