

La invasión de Rusia a Ucrania sacudió al mundo. En términos económicos, la energía fue uno de los sectores que más rápido acusó recibo del conflicto, con previsibles -pero no por eso dramáticas- disparadas en los precios del petróleo, el gas natural y el gas natural licuado, a niveles históricos en algunos de esos casos. El peso específico propio de Rusia como país productor de hidrocarburos -y fuente central del abastecimiento a Europa y otros mercados- abrió un enorme portal de incertidumbre. Presente y, en especial, futura, a raíz de las sanciones -formales y morales- que ya está sufriendo la antigua tierra de los zares.
En consecuencia, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) le entregó a la Unión Europea un plan de 10 puntos para reducir su dependencia de Rusia en su abastecimiento energético en cerca de un tercio al cabo de sólo un año. En 2021, la Unión Europea importó 155.000 millones de metros cúbicos de gas natural de Rusia. Fue el 45% de las importaciones de gas de la Unión Europea y cerca del 40% de su consumo total del fluido. El plan de la AIE ofrece iniciativas, que abren oportunidades -y desafíos- no sólo para el Viejo Mundo. Así como abrirá horizontes para países productores de energía -hidrocarburos o fuentes verdes- que podrían abastecer a ese mercado, la mayor demanda de otros proveedores, con una menor oferta global presionará incluso más al alza los precios, algo que impactará de lleno en la ecuación financiera de aquellos que también dependen de la importación. Por ejemplo, la Argentina, ya que el GNL es el caso testigo. De hecho, el plan de la Agencia plantea que una "colaboración internacional reforzada" con gasoductos alternativos y exportadores de GNL será "crítica" para su implementación.
El primer punto que recomienda la AIE es que Europa no firme contratos de gas con Rusia. Los convenios con Gazprom que cubren más de 15.000 millones de m3 por año expirarán a fines de 2022.15.000 millones de m3 por año expirarán a fines de 2022. Equivalen al 12% del abastecimiento de gas de la empresa a la Unión Europea durante el año pasado. En total, los acuerdos con Gazprom que cubren cerca de 40.000 millones de m3 vencerán a finales de la década. Esto le da a la UE una ventana clara de oportunidad para diversificar significativamente su provisión de gas y buscar otras fuentes, apalancando las opciones para importaciones que lleguen a través de su extensa infraestructura de GNL y oleoductos.
Segundo punto: reemplazar el abastecimiento ruso con gas de fuentes alternativas. La producción dentro de la Unión Europea y las importaciones de oleoductos fuera de Rusia (incluso, de Azerbaiyán y Norueba) podría aumentar el próximo año, desde los 10.000 millones de m3 de 2021. La Unión Europea tiene un mayor potencial a corto plazo para aumentar sus importaciones de GNL, considerando su amplio acceso a capacidad de regasificación adicional. Las variables cruciales para esto son la disponibilidad de cargamentos adicionales. Especialmente, aquellos con cierto margen de maniobra contractual sobre el destino y competencia por este suministro con otros importadores, sobre todo, de Asia.
En teoría, la Unión Europea podría elevar sus ingresos de GNL a corto plazo en unos 60.000 millones de m3, contra los niveles promedio de 2021. Por la puja global, significaría mercados excepcionalmente ajustados y con precios muy altos. Teniendo en cuenta los precios futuros actuales y el equilibrio entre oferta y demanda, la AIE propone un aumento de 20.000 millones de m3 en las importaciones de GNL de la UE este año.
Esto representa un claro riesgo para la Argentina: elevaría el costo de su factura de importación de GNL, que fue de más de u$s 1000 millones en 2021 y, según cálculos del sector, crece en u$s 1626 millones adicionales con cada suba de u$s 10 en su precio. Con el millón de BTU a u$s 100, significaría un desembolso de u$s 16.260 millones. Al cierre de esta edición, rondaba los u$s 130. En 2021, la Argentina importó 56 buques. Para este invierno, se planificaban 69. Una mayor demanda europea pondría a esos barcos en el Triángulo de las Bermudas.
Otro punto es acelerar el desarrollo de nuevos proyectos eólicos y solares. Ya se espera que el abastecimiento de estas fuentes renovables crezca 100 teravatios-hora (TWh) este año, más de 15% por encima de 2021. Un esfuerzo político podría generar otros 20 TWh en los próximos 12 meses, si se abordan los retrasos con los permisos. Un programa de subsidios a corto plazo que cubra el 20% de los costos de instalación podría duplicar el ritmo de inversión a 3000 millones de euros. Esto, por ejemplo, aumentaría la producción anual de los sistemas fotovoltaicos en techos hasta en 15 TWh. Todo esto reduciría el uso de gas en 6000 millones de m3.
La AIE también propone maximizar la generación de fuentes ya existentes de bajas emisiones: bioenergía y nuclear. Por razones de mantenimiento y seguridad, varios reactores nucleares europeos salieron de operación en 2021. Reactivarlos, más el ingreso en funcionamiento de uno en Finlandia, elevaría la capacidad de generación nuclear de la UE en 20 THw este año. Además, sería necesario retrasar los cierres previstos para 2022 y 2023. Esto podría reducir la demanda de gas de la UE en casi 1000 millones de m3 mensuales. En tanto, las plantas de bioenergía están operando al 50% de su capacidad. Podrían producir 50 TWh adicionales.
En otro orden, se recomienda promulgar medidas a corto plazo para proteger de los altos precios de la electricidad a los sectores más vulnerables. El gasto de la UE para amortiguar el impacto de la crisis de los precios de la electricidad -que dependen del gas- ya asciende a 55.000 millones de euros. LA AIE calcula que, en las condiciones actuales, podrían dar lugar a un exceso de beneficios de hasta 200.000 millones de euros para el gas, el carbón, la energía nuclear, la hidroeléctrica y otras fuentes renovables en 2023. Propone financiarlo con tasas temporales sobre las ganancias extraordinarias de las empresas eléctricas.
Otra de las propuestas claves es la intensificación de esfuerzos para diversificar y descarbonizar las fuentes de la flexibilidad del sistema eléctrico. Principalmente, para aflojar el fuerte lazo entre el suministro de gas natural y la seguridad del suministro eléctrico de Europa. Plantea realizar inversiones en la red, con un esquema de precios de mercado adecuado que asegure la viabilidad comercial de esos desembolsos.
Las demás iniciativas que propone el organismo energético global para recortar la dependencia europea del gas ruso son la introducción de obligaciones mínimas de almacenamiento para mejorar la resiliencia del mercado (algo en lo que el Viejo Mundo tiene un déficit estructural y le urge completar en, al menos, un 90% de su capacidad antes de octubre para no tener problemas en el próximo invierno boreal); agilizar la sustitución de calderas de gas por bombas de calor; acelerar las mejoras de eficiencia energética en edificios e industrias; y fomentar un ajuste temporal en el termostato por parte de los consumidores: cada grado centígrado de reducción ahorraría 10.000 millones de m3 de gas por año.













