

La Argentina, y la industria energética en particular, ya no discuten el potencial de Vaca Muerta a nivel global, ni tampoco que el Gas Natural Licuado (GNL) sea el camino apropiado para monetizar toda esa riqueza en el plazo que la transición energética así lo permita. Sin embargo, es necesario trabajar en consensos políticos de largo plazo y adecuar los marcos regulatorios que den confianza a inversiones millonarias.
"Excelerate tiene un compromiso de seguir siendo un aliado estratégico de la Argentina, que tiene la segunda reserva de shale gas del mundo. Hay que ayudar a estructurar proyectos que puedan viabilizarse y exportar GNL al mundo", afirmó Gabriela Aguilar, General Manager para la Argentina y Brasil y VP para Latam de Excelerate Energy, la empresa estadounidense que tiene presencia en la Argentina desde 2008.
La compañía presta servicios de regasificación en el mundo a través de su flota de buques. Y, como uno de los principales actores globales en el sector, proyecta que la demanda de GNL en el mundo pasará de los actuales 300 MTPI a los 700 MTPI para 2040. Es decir que "tendrá un crecimiento muy importante frente a una oferta que crecerá tímidamente", aseguró Aguilar en el evento que organizaron El Cronista y Apertura.
"Para 2030, los proyectos de expansión de los Estados Unidos y Qatar van a aportar al sistema entre 80 y 130 MTPI, con un gap creciente de demanda insatisfecha que significa una ventana enorme de oportunidad para la Argentina de transformar ese gas que está producido en Vaca Muerta y llevarlo a distintos mercados en forma de GNL", aseguró Aguilar.
Pero, para saber aprovechar ese desafío, "hace falta no sólo muchísima inversión, proyectos de capital intensivo de no menos de u$s 15.000 millones, donde interviene toda la cadena de valor del upstream, midstream y procesamiento, para después levantar la planta de licuefacción. Sino que se necesita también credibilidad de largo plazo en términos de marcos regulatorios y legales que permitan una visualización de futuro".
La premisa para una de las pocas mujeres ejecutivas de la industria es que "producir un cargamento de GNL requiere que se lo permita exportar independientemente del pico de demanda o necesidad que el país pueda tener en dos o tres meses del año. Es decir, dotar de seguridad de largo plazo esa exportación, para lo cual se necesitan marcos jurídicos estables".
"Tiene que haber un consenso político que traspase y atraviese los ciclos de los gobiernos. Son proyectos que solamente en la ingeniería y construcción pueden llevar hasta 10 años en desarrollo. El proyecto de YPF (con la malaya Petronas) no estará listo antes de 2030 y eso está más allá de este gobierno y del próximo".
Pero, si se deja de lado la coyuntura local, el GNL tendrá un rol muy importante por muchos años: "El mundo va hacia las renovables, pero necesita energía de base para su seguridad, y, a pesar de sus idas y vueltas, hay una planificación estratégica de largo plazo".
"El gas natural es la energía de la transformación. Es el camino hacia las renovables. Hoy hay que aprovechar esa ventana porque es lo que el mundo está mirando en este momento", afirmó Aguilar.













