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Una idea compartida durante una comida, un proyecto que empezó casi como un juego o la decisión de emprender con alguien de confianza pueden terminar convirtiéndose en un éxito. Lo que une a estas historias es la seguridad previa, el entendimiento y una forma similar de ver las cosas.

En Argentina, hay numerosos ejemplos de emprendimientos que nacieron de la amistad y lograron crecer: algunos abrieron locales, otros exportan sus productos o incorporaron nuevos socios. En todos los casos, el vínculo personal no fue un obstáculo, sino un factor que ayudó a sostener el crecimiento.

Un clásico argentino reversionado

Ignacio Zudaire y Juan Pablo Cipolletta son amigos desde hace más de una década. En plena pandemia, cuando el aislamiento modificó rutinas y llevó a muchos a repensar sus proyectos, decidieron unir fuerzas para lanzar Mateando, una marca que propone una versión actualizada del clásico mate argentino. El objetivo era renovar el producto con un estilo más moderno, sin alejarse del espíritu original.

El emprendimiento arrancó con una inversión total de u$s 1000 y un primer lote de 50 mates, que se agotó rápidamente en la ciudad de Miramar. A partir de ese primer impulso, comenzaron a delinear el modelo de negocio, apoyándose en las redes sociales para dar a conocer la marca y alcanzar a un público más amplio. Con el tiempo, fueron sumando nuevos productos a su catálogo como bombillas, termos y sets completos.

Hoy, cinco años después, Mateando factura más de u$s 1,7 millones anuales. Solo entre el Hot Sale y el Día del Padre concretaron más de 12.000 pedidos, lo que representó unos u$s 800.000 en apenas dos meses. Además de su crecimiento local, la marca exporta a mercados como Estados Unidos, Emiratos Árabes, Japón, Chile, Uruguay, España e Italia.

El crecimiento estuvo acompañado por una mejora constante en los procesos logísticos y productivos, adaptados a medida que aumentaba la demanda. En paralelo, la marca consolidó una comunidad activa de clientes que recomiendan, comparten experiencias y generan contenido en redes, entre los que se destacan figuras como Emilia Mernes, Pampita, Morena Beltrán, Camilo y Wanda Nara.

De amigos a empresarios

Tomás Harguinteguy e Ignacio Zirolli se conocen desde la infancia; compartieron años de colegio, amigos y muchas horas juntos, hasta que esa relación cercana se fue transformando con el tiempo en una sociedad laboral que hoy los une también en los negocios.

En 2016 abrieron Sushi In & Out, un proyecto que se destacó desde el principio por incorporar un sistema poco común en Argentina: la cinta transportadora para que los platos circulen frente a los comensales, una modalidad que viene de Japón y otros países asiáticos. En 2019 sumaron Madrí, y en 2022 llegó Agua Bites, con una propuesta de cocina asiática. Este año, en agosto, darán un nuevo paso con la apertura de "Agua" en Barcelona, donde contarán con un equipo de más de 50 personas al desembarcar en el país europeo.

Si bien cada proyecto mantiene una identidad propia, detrás de ellos hay una forma de trabajo común basada en una organización ordenada y una estructura diseñada para sostener el crecimiento sin perder el control.

La clave, según Tomás, fue mantener una comunicación constante, dividir tareas de forma clara y sostener una visión compartida incluso cuando el contexto se volvió difícil.

El emprendimiento mendocino que apuesta por vinos de autor

Por su parte, Juan Pablo Mestre y Pablo Ceverino son ingenieros agrónomos de Mendoza que, durante años, compartieron trabajos en viñedos, recorridas y una misma curiosidad por el mundo del vino. En 2020 decidieron canalizar esa experiencia en un proyecto propio: Sarapura Wines, una bodega enfocada desde el inicio en vinos de autor, elaborados con uvas de pequeños productores y partidas limitadas. La primera producción fue acotada y se centró en varietales tradicionales como Malbec y Cabernet Sauvignon.

Con el correr de los años incorporaron nuevas líneas, ampliaron el porfolio y comenzaron a trabajar con distribuidores para llegar a más regiones del país. Entre 2020 y 2025 lograron un crecimiento del 67%, alcanzando una producción anual de 20.000 botellas.

La organización del proyecto se fue definiendo con el tiempo, uno enfocado en la parte técnica y productiva y el otro a cargo de la estrategia comercial. Una dinámica que, para muchos puede ser todo un desafío, permitió establecer una rutina clara y profesionalizar el trabajo sin poner en riesgo el vínculo personal que dio origen a la sociedad.

Una feria que impulsó el vino sustentable en Argentina

"Los únicos que tomamos vinos orgánicos en Argentina somos vos y yo", le dijo Pancho Barreiro a su amigo Juan Pino, una tarde de 2014, después de una degustación entre conocidos. En ese entonces, hablar de vino sustentable era casi un gusto excéntrico. Pero tres días después, Pancho lo llamó para decirle que ya tenía diez bodegas dispuestas a participar de una feria dedicada exclusivamente a ese tipo de producción. Así nació VIOS.

La primera edición fue en 2014, con apenas 12 bodegas y 150 asistentes. Hoy, el evento reúne a más de 35 bodegas de todo el país, mil personas por edición y una agenda que incluye degustaciones, talleres y charlas técnicas.

Además de la feria, organizan talleres, degustaciones y activaciones durante todo el año, y trabajan con organismos públicos y privados para promover prácticas responsables en el sector. Muchas de las bodegas que participan tienen certificación orgánica, aplican técnicas biodinámicas o buscan reducir su huella ambiental. El objetivo sigue siendo el mismo que en aquel primer brindis, demostrar que el vino sustentable es una forma de producir que llegó para quedarse.

Las reglas necesarias para sostener un emprendimiento

Emprender con un amigo puede ser el mejor punto de partida, pero no siempre alcanza con conocerse de toda la vida o compartir una visión. A medida que el negocio crece, lo que antes se resolvía con una charla empieza a requerir acuerdos más formales. ¿Qué pasa si uno quiere vender su parte? ¿Cómo se define el ingreso de los hijos? ¿Quién toma las decisiones clave

Para Pablo Loyola, especialista en empresas familiares y vicepresidente de IADEF (Instituto Argentino De la Empresa Familiar), ordenar esos temas desde el principio es recomendable y necesario. "No se trata de desconfiar del otro, sino de proteger el vínculo y el proyecto", sostiene. Con el tiempo, entran en juego nuevas generaciones, aparecen intereses personales y los momentos de cada uno ya no siempre coinciden.

"Sin reglas claras, lo que antes funcionaba de forma espontánea puede volverse un problema. Muchos fundadores creen que esas charlas pueden esperar, pero dejarlo para más adelante suele traer incomodidades", remarca Loyola. Por eso, es importante establecer pautas sobre cómo se toman las decisiones, qué lugar puede tener cada integrante de la familia, y qué hacer si uno de los socios quiere correrse.

Las reglas no enfrían la relación, le dan sustento. Según Loyola, son una forma de cuidar lo construido, permitir que el negocio siga creciendo y evitar que lo que nació de la amistad termine desgastado con el paso del tiempo.