A LOS 90 AÑOS, FALLECIÓ UNA DE LAS EMPRESARIAS más destacadas DE LA HISTORIA ARGENTINA

Amalita Fortabat, la reina del cemento

En 1976, tras la muerte de su esposo, Alfredo, asumió las riendas de Loma Negra. La vuelta a la democracia la encontró con una fortuna entre tres y cuatro veces mayor

Una situación particular y dolorosa convirtió a Amalia Lacroze en la mujer más rica y tal vez con más poder de la Argentina: la muerte, el 19 de enero de 1976, de su segundo marido, Alfredo Fortabat, dueño de Loma Negra, o traducido al mundo de los negocios, del imperio argentino del cemento durante varias décadas.
A los 54 años María Amalia Sara Lacroze Reyes de Fortabat Pourtale pasó a ser Amalita Fortabat, la dueña y la presidenta de Loma Negra.
Según el libro Los dueños de la Argentina, del periodista Luis Majul, la herencia que recibió Amalita consistió en cinco empresas cementeras, 23 campos que en total sumaban 160.000 hectáreas y 170.000 cabezas de ganado. A esto se sumaba otro campo de 160 hectáreas en Middleburg, Estados Unidos.
Un edificio sobre Avenida Libertador; una casa en Libertador y San Martín de Tours; una casa en San Isidro, otra en Mar del Plata; un edificio donde funcionaba la sede Loma Negra, en Diagonal Norte 634; un dúplex en el Hotel Pierre, en Nueva York (vendido recientemente); un avión Lear Jet; un avión Beechcraft 90; un helicóptero Hushes 500; un barco y automóviles. Todo esto funcionaba con alrededor de 5.000 empleados.
Pero en la Argentina donde Amalita se convertía en poderosa y millonaria eran días bravos. Al vapuleado gobierno de María Estela Martínez de Perón, que delegaba gran parte de su escaso poder en José López Rega, el jefe del grupo parapolicial Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), que decidía la vida y la muerte con el beneplácito del Estado, lo iba a suceder apenas dos meses más tarde el gobierno más violento de la historia del país: el de la junta militar que encabezaron Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y Orlando Ramón Agosti.
Pero Amalita era una mujer decidida. Los buenos vínculos con el gobierno militar era amiga de Alfredo Martínez de Hoz le permitieron seguir haciendo negocios con la Dictadura a través de contratos de obra pública. A esta situación hay que agregarle que en 1977, apenas un año después de que tomase las riendas de Loma Negra, el precio del cemento pasó de 80 a 110 dólares.
Ese mismo año, puso un pie con su empresa en Catamarca. No fue caprichosa la elección: la provincia, por una ley de promoción industrial, le permitía aprovechar una millonaria desgravación de impuestos.
La vuelta a la democracia la encontró con una fortuna entre tres y cuatro veces mayor. También enfocada en su colección de arte. Compró varias obras millonarias que luego le iban a servir para fundar su valioso museo y para hacer frente a los vaivenes financieros de Loma Negra.
Carlos Menem la animó a ser funcionaria. Primero la designó embajadora itinerante y luego presidenta del Fondo Nacional de las Artes (1992). También se aventuró al mundo de los medios: en 1993 compró el diario La Prensa, que vendió dos años más tarde, y fue accionista de Radio El Mundo y FM Horizonte.
Un comunicado enviado a los medios por su familia destaca que Amalia Fortabat fue una de las más activas emprendedoras solidarias del país, impulsando innumerables acciones de beneficencia y proyectos sociales a través de la Fundación Fortabat, lo que incluyó la donación de hospitales, escuelas y comedores infantiles, asistencia social y la promoción de la educación, la ciencia y la investigación.
El 18 de febrero de 2012 a los
90 años y con una fortuna estimada en más de u$s 1.000 millones se fue una de las más emblemáticas empresarias de la historia argentina.
Unos años antes, precisamente el 19 de abril de 2005, se había ido para los argentinos Loma Negra, que Amalita vendió al grupo brasileño Camargo Correa en 1.025 millones de dólares.

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