

En los momentos previos a uno de los eventos más trascendentales en la historia de la Iglesia Católica, el cardenal Robert Prevost, quien posteriormente sería conocido como el papa León XIV, envió un mensaje que revelaría su profunda espiritualidad y confianza en un destino divino.

Un mensaje de fe minutos antes del Cónclave
Doce minutos antes de entrar en el cónclave el 6 de mayo de 2025, Robert Prevost envió un mensaje revelador a su amigo íntimo Ángel Camino Lamelas.
Con una simplicidad que refleja su carácter, escribió: "Muchas gracias, Ángel. Todo en las manos de Dios". Esta breve frase, cargada de significado, se convertiría en una predicción de su inminente elección como pontífice.
Según Ángel Camino, quién fue entrevistado por Hora 25, Robert Prevost no esperaba convertirse en papa hasta hace poco tiempo. "Si esta pregunta se la hacemos a él hace dos meses, no", declaró. Sin embargo, en las semanas previas al cónclave, comenzó a sentir algo especial.
Su actitud durante la misa Pro Eligendo Pontifice fue particularmente significativa: "Roberto estaba profundamente recogido. Sabía que había algo".

Un nuevo capítulo para la Iglesia Católica
La elección de León XIV marca un momento histórico que promete transformar el panorama religioso a nivel global. Se trata del segundo papa consecutivo de origen americano, hispanohablante y con profundas raíces misioneras dentro de la orden de San Agustín. Su designación trasciende un simple cambio de liderazgo: simboliza una etapa de renovación para la Iglesia Católica.
Desde sus primeras palabras como pontífice, pronunciadas poco después de la fumata blanca que confirmó su elección a las 18:07 en la Capilla Sixtina, León XIV dejó clara la dirección de su pontificado. "El mal no permanecerá", afirmó con firmeza, una frase que retumbó en la Plaza de San Pedro ante miles de fieles que celebraban con aplausos su llegada.
En ese mismo discurso, lanzó un llamado a la unidad y la reconciliación, instando a los católicos de todo el mundo a "construir puentes con el diálogo" y a formar "un solo pueblo en paz".
Descrito por quienes lo conocen como un hombre de profunda humildad y sencillez, ocupaba un puesto de relevancia dentro de la orden de San Agustín.
Su elección, aunque sorpresiva para muchos, parece confirmar lo que algunos cercanos al papa Francisco ya intuían: que este lo había considerado como un potencial sucesor, aunque nunca lo expresara abiertamente. Así lo sugiere su amigo Ángel Camino, quien destacó el perfil espiritual y pastoral que habría llamado la atención del anterior pontífice.















