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El universo podría ser incluso más sorprendente de lo que se creía hasta ahora. Un equipo de investigadores encabezado por Melvin Vopson, físico especializado en teoría de la información en la Universidad de Portsmouth, plantea que la información no es completamente abstracta, sino que posee masa, lo que permitiría considerarla como un nuevo estado de la materia.

De confirmarse, este planteamiento desafiaría la clasificación tradicional de los estados físicos —sólido, líquido, gas y plasma— y abriría un cambio de paradigma en la física moderna.

La información podría ser el quinto estado de la materia

Tradicionalmente, se reconocen cuatro estados de la materia: sólido, líquido, gas y plasma. Sin embargo, el físico Melvin Vopson propone que la información también podría ser considerada un quinto estado de la materia, aunque de masa extremadamente pequeña.

De acuerdo con su hipótesis, cada bit de información posee una masa mínima, pero medible. Para poner a prueba esta idea, sugiere un experimento en el que positrones y electrones colisionan, liberando una cantidad extra de energía al desaparecer la información que contienen.

Si se comprobara este efecto, se confirmaría que la información es un componente físico del universo y que incluso podría aportar claves para comprender misterios aún sin resolver, como la materia oscura.

La información podría convertirse en el quinto estado de la materia, según un estudio que desafía la física clásica. Fuente: Shutterstock.
La información podría convertirse en el quinto estado de la materia, según un estudio que desafía la física clásica. Fuente: Shutterstock.

La información contiene masa: el descubrimiento que puede cambiar el almacenamiento de datos

Este hallazgo presenta profundas implicancias prácticas para el desarrollo tecnológico futuro. Si cada bit de información posee una masa finita —por mínima que sea—, entonces el almacenamiento digital también está sujeto a límites físicos concretos, y no solo a restricciones técnicas o económicas.

En la actualidad, la humanidad genera volúmenes de datos sin precedentes: miles de millones de correos electrónicos, publicaciones en redes sociales, transmisiones de video, archivos digitales y mensajes se producen a diario en todo el planeta. Este crecimiento exponencial de la información tiene un costo energético cada vez más elevado, sostenido por centros de datos que operan de manera ininterrumpida y demandan enormes cantidades de electricidad.

Según advierte el propio autor, si esta tendencia continúa, la producción y el mantenimiento de la información digital podrían llegar a superar la capacidad energética disponible del planeta en poco más de un siglo.

En ese contexto, comprender la masa física de la información no solo adquiere relevancia conceptual, sino que se vuelve un factor clave para el diseño de nuevas tecnologías de almacenamiento más eficientes, compactas y sostenibles.

Un experimento con electrones y positrones busca probar que los datos no son abstractos: también tienen masa. Fuente: Shutterstock.
Un experimento con electrones y positrones busca probar que los datos no son abstractos: también tienen masa. Fuente: Shutterstock.

El universo como información organizada: gravedad, simulación y el rol de la tecnología

Si la información posee masa, entonces deja de ser un concepto puramente abstracto para convertirse en un componente físico del universo. En este marco teórico, la gravedad no solo sería una fuerza que atrae cuerpos, sino también un mecanismo que organiza la información, transformando el caos en estructuras ordenadas, desde las partículas subatómicas hasta las galaxias.

Esta idea se vincula de forma directa con la hipótesis de que el universo podría funcionar como una simulación computacional, donde la realidad se procesa mediante reglas matemáticas precisas y flujos constantes de información.

Desde el punto de vista tecnológico, esta visión adquiere una dimensión aún más profunda. Figuras como Elon Musk, Bill Gates y Mark Zuckerberg, líderes de proyectos vinculados a la inteligencia artificial, la computación masiva y los entornos virtuales, podrían interpretarse como actores centrales —o “guardianes”— de la infraestructura que produce, almacena y organiza enormes volúmenes de información.

Su poder no reside solo en la innovación, sino en el control de los sistemas donde se concentra, procesa y monetiza la información que mueve al mundo: servidores, centros de datos, algoritmos, plataformas globales y redes de inteligencia artificial.