

Tras la toma del poder en Afganistán -acelerada por la rápida huida del presidente Ashraf Ghani Ahmadza, que desencajó a tanto a sus funcionarios como a los Estados Unidos, e incluso a los talibanes que esperaban una mayor resistencia- los talibanes tienen el desafío de estabilizar la situación enKabul, mientras buscan proyectar una imagen de moderación para la comunidad internacional.
En la primera conferencia de prensa de los talibanes, el vocero Zabihullah Mujahid, se encargó de asegurar que Afganistánno se convertirá en una base de ataques terroristas contra otros países, una de las claves del acuerdo de retirada cerrado en la Administración Trump y apoyado por el presidente de Joe Biden.
Ese será, probablemente, uno de los puntos principales que la comunidad internacional -no solamente Occidente, pero también China y los otros vecinos de Afganistán- estará siguiendo de cerca en los próximos meses: ¿podrán los talibanes cumplen su compromiso de no permitir actividades y organizaciones terroristas en el país?
La OTAN fue contundente: "Los que ahora asumen el poder tienen la responsabilidad de garantizar que los terroristas internacionales no vuelvan a tener allí un punto de apoyo", dijo el secretario general, Jens Stoltenberg y agregó: "Tenemos la capacidad de atacar los grupos terroristas a distancia si vemos que éstos vuelven a intentar establecerse y planear, organizar ataques contra los aliados de la OTAN y sus países".
Por su parte, la Unión Europea dijo que la cooperación con "cualquier futuro gobierno afgano" estará condiciona, entre otras factores, "a la prevención del uso del territorio afgano por parte de organizaciones terroristas".
Los talibanes se están esforzando por mostrarse como una ‘nueva generación' que ha madurado respecto a las prácticas del pasado: dijeron que la prensa independiente podrá continuar con su trabajo y que las mujeres tendrán un lugar activo en la sociedad y en el gobierno, siempre condicionado a su interpretación de las leyes del Islam.
Mujahid también dijo que no buscan "venganza" y prometieron amnistía para todas las personas que trabajaron con el Ejército de los EE.UU. y el gobierno agfano. "Nadie les va a hacer daño, nadie va a ir a buscarlos a sus casas", aseguró Mujahid. Las declaraciones contrastan con el testimonio de varios civiles, que dijeron que grupos de hombres armados han hecho operativos puerta a puerta, buscando colaboradores del gobierno anterior, aunque no podían asegurar que fueran talibanes.
Por estas horas los esfuerzos de los talibanes se concentran, en gran parte, en garantizar la seguridad de Kabul. Puestos de control se han instalado en diferentes puntos de la capital afgana, y grupos talibán se apersonaron en varias empresas y oficinas gubernamentales para requisar las armas del personal de seguridad.
Tras la caída de Kabul, el martes la capital afgana parecía retomar un poco la normalidad, luego de que los talibanes les dijeran a los empleados públicos que podían volver a sus puestos de trabajo. También reabrieron algunos comercios y las calles mostraban algo de actividad.
Los talibanes quieren demostrar que además de combatir pueden gobernar el país. Saben que están siendo observados con cuidado por la comunidad internacional y quieren proyectar una imagen más aggiornada y moderada, en contraste con lo que sucedió en los '90.
Sin embargo, muchos afganos son escépticos. Tras asegurar la situación en el aeropuertoHamid Karzai, EE.UU. aceleró sus planes de evacuación: el objetivo del gobierno es que salga un avión por hora. Según el General de División, William Taylor, los estadounidenses esperan poder evacuar entre 5000 y 9000 personas por día hasta el 31 de agosto, fecha en que la Casa Blanca ha ordenado el fin de la misión.













