

Brasil y Uruguay van a las urnas este domingo y mantiene al Mercosur y toda América latina expectantes. En ambos casos, y tras décadas de democracia plena, la elección muestra las opciones más clásicas para estos últimos años. Por un lado los partidos de centro izquierda en el poder buscan reafirmar su primacía. En el gigante sudamericano el Partido de los Trabajadores, con Dilma Rousseff como candidata a la reelección, quiere su cuarto período consecutivo. Y en la otra orilla, el ex presidente Tabaré Vázquez busca suceder al carismático Pepe Mujica y llevar al Frente Amplio a su tercera experiencia seguida de gobierno.
Por el otro, la centro derecha intenta afirmarse como alternativa. Tras años de crecimiento y desarrollo, ambos países viven un presente menos venturoso a causa de un contexto internacional poco favorable. Un escenario propicio para que Aécio Neves, candidato del Partido Social Demócrata de Brasil retome el timón que abandonó hace doce años Fernando Henrique Cardoso. O que en el caso oriental regresen a la presidencia los animadores de la política uruguaya, el Partido Nacional representado en esta oportunidad por Luis Lacalle Pou o el Partido Colorado con Pedro Bordaberry a la cabeza.
Es en Brasil donde la elección se puso más tensa. Luego de la primera vuelta en la que la actual presidenta logró el 41% de los votos y en la que el candidato "tucano" fue la sorpresa que desplazó a la ambientalista Marina Silva del puesto para luchar en el ballotage, el tono comenzó a subir con acusaciones cruzadas y descalificaciones. El caso de corrupción en la petrolera estatal Petrobras y una economía en apuros fueron los arietes para golpear a un gobierno desgastado por doce años de gestión. Desde el PT acusaron a los opositores de no tener propuestas, de insensibilidad con los sectores más pobres y de querer llevar a Brasil al pasado.
Las encuestas de último minuto afirman que Dilma se acerca a obtener un nuevo mandato. Dos de las principales consultoras, Datafolha e Ibope, muestran un despegue final de la candidata petista luego de que se instalara un empate técnico durante las tres semanas que duró el interregno entre primera y segunda vuelta.
Ambos sondeos muestran entre un 48 y 49% de intención de voto para la ex presidenta y entre un 41 y 42% para el socialdemócrata. La proyección sin contar los votos blancos y nulos da un triunfo de 54% a 46% a favor de Rousseff.
En Uruguay, en cambio, la competencia electoral navegó por carriles menos estridentes. Ayer se celebraron los respectivos cierres de campaña. El tono de la pelea la dio, como acostumbra, el actual presidente. Mujica dijo que "el domingo no es una guerra, ni se juga la historia".
El tema de la inseguridad fue uno de los puntos nodales de la campaña. Al punto de que junto a la elección se realizará un plebiscito que pregunta si se debe bajar la edad de la imputabilidad.
Aunque, por lo que dicen las encuestas, no le va tan bien al principal impulsor de el endurecimiento del poder punitivo del Estado, Pedro Bordaberry.
El candidato frenteamplista se dirige a un amplio triunfo en la primera ronda electoral, aunque sin posibilidad de evitar la segunda vuelta. Los sondeos dicen que enfrentaría a Lacalle Pou, aunque con chances altas de imponerse.
La empresas Cifra señaló que Tabaré tiene el 42% de intención de voto, mientras que el Partido Nacional llega al 31% y el Partido Colorado al 17%. Para Factum el resultado sería de 44%, 32% y 15%, para Equipos Consultores será de 41%, 29% y 13,5% y para Opción de 45,9%, 32% y 15%, siempre en el mismo orden.
Sin embargo, sea cual sea el resultado no estará en riesgo, en ninguno de los dos países, la continuidad no sólo institucional, sino también programática. No se vislumbran golpes de timón importantes.
Aunque sí cambios. En Brasil una victoria de Dilma no es bien vista por los mercados financieros. El índice Bovespa volvió a caer por sexta jornada consecutiva. No hay dudas de que los sectores económicos más importantes prefieren un cambio de rumbo y que apuestan al opositor Aécio Neves. Desde el oficialismo ya prometieron cambios, sin resignar continuidad. Dilma prometió mejor relación con los sectores empresarios. Para Neves, en cambio, un acercamiento con el mundo de las finanzas será más natural. Y la llegada de un plan económico mas cuidadoso en su matriz macroeconómica no se haría esperar.
Aunque en el plano internacional es donde podrían verse las correcciones más profundas. El cambio de signo político en el liderazgo sudamericano traería consecuencias rápidas. Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia, por ejemplo, sufrirán, como también el Mercosur, sin Dilma en el palacio de Gobierno. Una apertura a la negociación con otros sectores de la economía mundial será uno de los ejes de los socialdemócratas.
En Uruguay, se discutió menos de economía, aunque la inflación y el gasto público también estuvieron presentes y fueron los dardos que utilizaron blancos y colorados. Como en Brasil, acaso, el mayor cambio se vería en el plano internacional. La estrategia multilateral ronda los tres espacios políticos, pero es más fuerte entre los opositores. Desde el Frente Amplio siempre tenderán a proteger más al Mercosur. Aunque la mala relación de Tabaré con los Kirchner, hará que sea con Bordaberry, con Lacalle Pou o con Vázquez, en La Rosada no haya festejos.














