
La aplicación de mensajería WhatsApp, una de las más utilizadas del planeta, procesa cada uno de los mensajes que enviamos en el transcurso del día en un pequeño pueblo irlandés ubicado en el norte de la ciudad de Dublin.
En total, los 30 millones de mensajes que se envía cada segundo desde la plataforma son procesados en cuestión de segundo en el centro de datos de Facebook de Clonee, en el condado irlandés de Meath.
Ubicado a 45 minutos en un viaje en automóvil desde de Dublín, el centro de datos de Facebook de Clonee también recibe por cada segundo 243.000 fotos de Facebook y unas 65.000 de Instagram proveniente de todo el planeta.

¿Cómo es el proceso para que nuestros mensajes lleguen allí apenas presionamos el botón Enviar en nuestro dispositivo?
Si bien parece un trámite sencillo porque arriba al destinatario en pocos segundos, se trata de un trayecto impactante.
Para la operación, es lo mismo que se envíe un emoji, un “jajaja o una foto, apenas se pulsa el botón enviar esa información se procesa como paquetes de información digital y se convierten en ceros y unos.
La primera ruta que el paquete de datos recorrerá será por aire, más precisamente, dentro del espectro radioeléctrico que existe en la atmósfera.
El bloque de datos buscará la antena de telefonía más cercana y hacia allí encaminará el resto de sus pasos.
En milésimas de segundo, el mismo mensaje también viajará por tierra mediante un cable de fibra óptica de alta capacidad que conecta a cada estación base con el resto mundo, más allá de la ubicación del destinatario, que puede estar sentado incluso al lado de quien envió el mensaje o paquete de datos.
El mensaje pasará por una red de cables hasta desembocar en alguna de las grandes líneas troncales que operan enterradas bajo las autopistas, líneas ferroviarias o principales arterias de comunicación.
Si el WhatsApp debe atravesar océanos tampoco habrá problemas ya que para eso existen más de 1.000 millones de metros de cables submarinos repartidos por todo el mundo, muchos de ellos ubicados a más de 8.000 metros de profundidad, siempre debidamente protegidos y replicados.
A través de un hilo de los cientos de miles de conductos de fibra óptica de cable se desplazará el paquete de datos ahora convertido en impulsos de luz gracias al fenómeno físico de la reflexión interna.
Para solucionar el problema de la pérdida de la intensidad del haz luminoso que se produce en grandes distancias ayudarán repetidores situados a lo largo de la infraestructura.
Luego, el mensaje realizará los transbordos que considere conveniente, mediante la combinación más barata y eficaz diseñada por cada operador de telecomunicaciones.
Así, el mensaje llegará directamente hasta un nodo subterráneo en tierra firme, ubicado ya en suelo Irlandés. Desde allí se desplazará hasta el centro de datos de Facebook de Clonee.
De inmediato, se procesará y almacenará junto al resto de todos los whatsapp del mundo y se envían a otros cincos grandes centros de datos repartidos en otros continentes.
Enseguida, ese mismo mensaje deberá recorrer el camino en sentido inverso hasta llegar al destinatario.
Así, volverán a usarse cables de fibra óptica, redes troncales y otros conductos secundarios hasta donde no sea posible continuar por tierra. Entonces, aparecerá nuevamente la estación base más próxima al receptor.
Así, el paquete volverá a volar por el aire hasta que la antena del móvil lo reciba, lo desencripte y convierta los ceros y unos en el mensaje tal y como lo escribió el emisor.
Aunque parezca mentira, el tiempo empleado se reducirá a pocos segundos y el costo para el usuario con tarifa de datos será gratuito.











