
Connie Ansaldi es desde hace años una de las personalidades más reconocidas del mundo de la innovación y la tecnología, con inversiones que van desde el marketing digital hasta los mercados basados en la blockchain y la web 3.0. "Antes había que explicar mucho más las ideas de relacionar marcas con audiencias, comunidades y cómo Internet iba a cambiar y democratizar el acceso de los individuos a las redes sociales. Me acuerdo que me decían que perdía mi tiempo y dinero al invertir en estas cosas, que era algo que no iba a penetrar e iba a ser tan solo una moda pasajera. Y la diferencia con las inversiones en la web 3.0 es que nadie dice eso", explica.
En su lugar, según relata, hay un panorama de dudas sobre cómo se debe invertir en este tipo de negocios y cuáles son los más redituables. "La recepción frente a la innovación es mucho mayor en comparación con lo que pasaba antes", asegura. Y si se siguen sus últimas inversiones, se puede ver cómo la especialista en marketing cree que el futuro está en la tecnología de tokens no fungibles (NFT, por su sigla inglesa). Esto se refleja en su último proyecto: el marketplace Carnaval, que permitirá comprar y vender arte iberoamericano.
¿Cómo surge la idea de armar Carnaval?
Todo mi recorrido me hace poner los ojos en la creación de futuro. Y para mí hacer y fundar Carnaval es una nueva apuesta a la creación del futuro. En este momento estamos en el principio de la ola y nuestro desafío más grande es lograr que la adopción de las tecnologías de blockchain y de criptomonedas sea lo más simple posible. Buscamos que cada vez más personas utilicen estas herramientas para que se conviertan en una parte importante de la cultura de nuestra sociedad.
¿Qué tiene este proyecto que lo diferencie de otros?
Para empezar, somos los primeros en el mundo en estar basados en la blockchain bitcoin, la red original y que actualmente es la más segura disponible para la realización de cualquier tipo de proyecto cripto. A esto se le suma que tiene uno de los gas fees (costos de uso) más bajos de todos. En comparación, los costos de la red ethereum por ejemplo son una locura, hacen que sea imposible que un artista tenga sus propios NFT y mucho menos si se trata de un artista emergente.
También nos diferenciamos en que nuestro contenido está filtrado. Otros marketplaces de NFT, como Open Sea, se pueden comparar con plataformas como Twitter, donde hay libertad total para subir cualquier cosa, algo que me encanta para las redes sociales pero que puede ser perjudicial cuando se busca arte con una cierta valuación profesional. Nosotros somos un mercado de arte curado, no es que hacés un dibujo y lo subís directo a Carnaval, sino que está hecho especialmente para artistas. A diferencia de Open Sea, donde hay un mar en el que tenés que buscar las cosas que tienen valor entre un sinfín de contenido.
Ahora, el negocio de la web 3.0 y las criptomonedas es un espacio dominado por hombres en la mayoría de los puestos, algo que puede ser visto como hostil cuando una mujer llega con ganas de innovar. ¿Qué recomendaciones le darías a una chica que busca meterse en este tipo de inversiones?
El primer cambio que tenemos que hacer las mujeres cuando entramos a este tipo de negocios y al mundo empresarial en general es con nosotras mismas. Si decimos "no puedo", "no sé" o "esto es de hombres", ya tenés el 90% del camino cerrado. Lo primero que hay que mentalizarse es la idea de que una puede hacerlo y aprender sobre el tema, y especialmente que tiene el mismo derecho que cualquier persona para participar en estas actividades económicas.
Una vez que sos consciente de eso, hay distintas cosas a tener en cuenta. El ecosistema de tecnología no es amistoso para las mujeres. Solo hay un 15% de traders en el mundo. Somos solo el 7% de las líderes en empresas tecnológicas. Y solo el 3% de las inversiones realizadas por VC (capitales de riesgo) están destinadas a empresas fundadas por mujeres. La responsabilidad de, en un futuro, poder hackear esos números está en nosotras. Tenemos que animarnos a formarnos en estos campos, en las finanzas, en la tecnología y tomar nuestro lugar.
Estamos en un momento donde la oportunidad existe para hacer este cambio, como nunca antes. En otros tiempos no se planteaba, se decía "estas cosas las hacen los pibes". Tenemos ahora la responsabilidad de hackear estos números que tanto tienen que ver con nuestra inclusión en esta industria.
Cuando vos tenés conocimientos estás mucho más segura de lo que hacés. Por eso yo invierto mi tiempo en aprender. Después las cosas pueden salir bien o mal, pero eso nos pasa a todos.

Y tomando el caso de Carnaval, ¿cómo se da la inclusión de mujeres en el proyecto?
Nosotros trabajamos con gente de todo el país. En el frontend tenemos mucha paridad de programadores y programadoras. En el equipo del backend, que lo manejan desde la empresa IT Rock, también se ve esta paridad en cuanto a trabajadores. El otro día los fui a visitar y había personas de todos los géneros. Obviamente que todavía hay bastantes más hombres, pero cada vez más se ve cómo aparecen chicas dispuestas a participar en este tipo de sectores.
En el equipo de desarrollo de Smart Contracts, que lo hace la gente de RSK, si bien hay muchos más hombres en la parte de desarrolladores, es un grupo que trabaja de forma transversal en la empresa para incluir a todas las personas posibles y generar paridad en todas las áreas.
En donde de verdad se ve la inclusión y la diversidad es en el ADN de Carnaval. Desde un inicio que planteé esta idea y se vio desde el primer momento. De hecho, las ganancias de la obra que subastamos en Miami cuando hicimos el lanzamiento, hecha por Soy Fira la criptoartista latina más famosa del mundo-, las donamos a Organización Flor con el objetivo de que puedan capacitar a más mujeres en tecnología.
Ahora, algo que desde siempre le diste importancia es al mantenerte informada y a la vanguardia de los nuevos desarrollo. ¿Cuál creés que es el método ideal para lograrlo?
Siempre en mi vida fui distinta. Cuando todos mis amigos iban a la facultad -mis cinco hermanos se recibieron con un título tradicional-, yo decidí que eso no funcionaba para mí y que en su lugar quería practicar el aprendizaje perpetuo. Nos metieron en la cabeza que a los 18 se tiene que elegir la carrera y a los 23 o 24, cuando te recibís, empezás a trabajar en la profesión con la que te tenés que casar. Eso arruinó generaciones.
Siempre dije: "Ahora me gusta esto y quiero aprender lo máximo que pueda sobre este tema, pero más adelante no sé si lo voy a seguir haciendo". Por eso me llaman la "reina de la reinvención". Me preguntan: "¿Cómo te podés reinventar tantas veces y hacer tantas cosas?". Es algo que hago desde siempre, no es algo que se me ocurrió de la nada hace dos años. Yo trabajaba en televisión y al mismo tiempo tenía una agencia de branding. Discutía con compañeros y les decía: "Sí, yo puedo hacer las dos cosas". Por eso digo, hay que hackear el prejuicio propio primero, para que el otro lo pueda abrazar.
Practicar el aprendizaje continuo quiere decir aprender algo nuevo todos los días. Nunca casarte con una idea. Vos podés haber aprendido algo y recibirte a los 23 para hacer otra cosa completamente distinta a los 30, sin importar a qué edad te vas a recibir. Mientras tanto seguís haciendo lo que sabés, ya que lo que uno aprende no te lo quita nadie. La gente tiene en la cabeza que se empieza de cero con cada carrera nueva, pero los conocimientos se suman y se complementan.
Odio la frase empezar de cero. Solamente los que no nacieron empiezan de cero. Nosotros, en cambio, ya venimos empezando. En otro caso simplemente sumamos otro bloque en lo que a mí me gusta llamar "la blockchain humana". No nos podemos escindir de nuestra historia, de lo que ya sabemos, lo que ya hicimos y lo que ya aprendimos.
¿Y qué es la "blockchain humana"?
El concepto de "blockchain humana" lo venimos desarrollando con Andy Stalman, uno de los diez expertos de branding más importantes del mundo, y con Emma Giner, una de las eminencias en el mundo de la creación de equipos operativos multiculturales. Lo que queremos desarrollar es el concepto de cómo toda nuestra historia y conocimientos nos unen en algo que es indestructible e inhackeable. Igual que lo que hace la blockchain en la actualidad.









