

Muchas veces lo que consideramos basura puede ser un verdadero tesoro para el hogar. Las cáscaras de ajo, que suelen terminar en el tacho después de cocinar, esconden múltiples beneficios.
Este truco casero, que pocos conocen, puede revitalizar tus plantas y hasta mejorar la salud del suelo. Lo mejor: su preparación es sencilla, económica y completamente natural.
Por qué deberías poner las cáscaras de ajo en agua
Cuando se sumergen las cáscaras de ajo en agua durante 24 a 48 horas, se libera un concentrado rico en antioxidantes, minerales y compuestos azufrados.
Este líquido funciona como un fertilizante orgánico capaz de fortalecer las raíces, mejorar la absorción de nutrientes y proteger a las plantas de hongos y plagas.
Además, el ajo tiene propiedades antibacterianas y antifúngicas, lo que ayuda a prevenir enfermedades comunes en el jardín, como el moho o la podredumbre radicular.
Cómo preparar el fertilizante natural con cáscaras de ajo
Ingredientes:
- Cáscaras de ajo (equivalentes a unos 3 dientes)
- 1 litro de agua.
- Un frasco o recipiente con tapa.
Preparación paso a paso:
- Colocá las cáscaras dentro del recipiente con el agua.
- Tapá y dejá reposar entre 24 y 48 horas a temperatura ambiente.
- Colá el líquido y usalo para regar las plantas una vez por semana.
No tires las cáscaras después de colar el agua. Podés enterrarlas directamente en la tierra como abono sólido, lo que mejorará la estructura del sustrato y aportará nutrientes de manera más prolongada.
Otros beneficios sorprendentes de la cáscara de ajo
Además de su uso en jardinería, las cáscaras de ajo tienen propiedades que pueden aprovecharse en otros ámbitos:
- Repelente natural: Su aroma ahuyenta insectos como pulgones y mosquitos.
- Infusión antioxidante: Algunas personas las utilizan para preparar té de ajo, una bebida rica en compuestos que ayudan a fortalecer el sistema inmunológico y combatir el envejecimiento celular.
- Cuidado del cabello: Enjuagar el cabello con agua de cáscara de ajo puede estimular el crecimiento capilar y fortalecer las raíces, gracias a su contenido en azufre y selenio.













