La predicción de Menem se hizo realidad: de Nueva York a París en 90 minutos
Una reconocida firma tecnológica trabaja para desarrollar una travesía aérea increíble y en un tiempo no muy lejano.
En marzo de 1996, Carlos Menem realizó uno de los anuncios más recordados de su presidencia: vuelos espaciales a la estratósfera que permitirían viajar de Argentina a Japón en una hora y media. A casi tres décadas de su discurso, esa teoría que parecía disparatada toma fuerza: una startup de la industria aérea pretende concretar un vuelo de 90 minutos entre Nueva York y París.
A un año de su reelección y tras varias semanas de enfrentamiento con el gremio docente, el riojano logró en ese momento que su excéntrico proyecto desvíe el foco de esos días y con el correr de los años se consolidó como una de las promesas incumplidas más fuertes de la política nacional.
En la sociedad estaba instalado que sería imposible concretar una acción semejante, pero en las últimas horas -increíblemente- los más escépticos recibieron un duro revés. Es que en la era de la tecnología avanzan diversas iniciativas que buscan conectar puntos distantes del planeta Tierra en poco tiempo.
Sin ir más lejos, según Forbes, "a principios de este mes, un esqueleto de aluminio curvado de 12 metros de largo esperaba en la cavernosa fábrica de Hermeus en Atlanta. Era el prototipo de un dron llamado Quarterhorse. Nunca volará". Y agregó: "En cambio, está previsto que se pruebe en tierra a partir de septiembre".
En ese contexto, AJ Piplica, CEO de Hermeus, tiene una proyección muy alentadora en cuanto a tiempos. Cree que es el primer paso de un largo camino hacia un objetivo audaz: construir un avión capaz de transportar 20 pasajeros a velocidad hipersónica, cinco veces más rápido que el sonido, o 6195 kilómetros por hora. "Imagínese de Nueva York a París en 90 minutos. Toda una mejora respecto a las siete horas y media de un vuelo comercial actual", indicó Forbes.
Para cuándo lo proyectan
A juzgar por la visión de los especialistas, Hermeus tendrá una base financiera lo suficientemente sólida como para invertir. De todos modos, en paralelo, más de uno se anima a remarcar que el objetivo de la compañía de tener aviones en servicio a mediados de la década de 2030 no será una tarea del todo sencilla.
"El reto no consiste en alcanzar velocidades hipersónicas: los misiles y los vehículos espaciales lo hacen con regularidad. La dificultad estriba en construir algo que pueda mantener esas velocidades y tensiones y que sea reutilizable", afirmó Luca Maddalena, investigador en hipersónica de la Universidad de Texas en Arlington.
Y cerró: "Un avión se vuelve supersónico cuando supera la velocidad del sonido, o Mach 1, pero no hay una velocidad específica a la que comience el territorio hipersónico. Se define por su dinámica peculiar. A medida que aumenta la velocidad por encima de Mach 5, el calor empieza a provocar reacciones químicas en el aire que rodea al vehículo".
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