

Distintos motivos son los que han hecho crecer en buena manera el consumo de espirituosas, tragos y aperitivos durante los últimos dos años. Entre otras, el auge gourmet global, la instalación de bares con propuestas serias en las barras e incluso una cierta ampliación en el campo de la oferta disponible. Respecto de esto último, recientemente fueron dos los productos de gran nivel que comenzaron a importarse a la Argentina. El primero –en los últimos días de 2004– fue el Jägermeister, un mítico licor alemán que resulta del macerado de 56 hierbas, como canela de Sri Lanka, raíces de jengibre provenientes del sudoeste asiático, cáscaras de naranjas amargas de Australia y sándalo rojo del este de la India. Es una sabrosa bebida de textura densa, algo melosa y oscura, compleja pero a la vez no muy difícil de tomar. Quienes se encargan del marketing de esta bebida en la Argentina están buscado la manera de importar un dispenser especial que conserva el elixir germano en las mejores condiciones para poder servirse a temperatura justa en los bares.
La otra incorporación tiene lugar en estos días, y está relacionada con la entrada al mercado local del whisky Johnnie Walker Green Label. Se trata de una mezcla de maltas (los comunes son mezclas de whiskys de maltas con whiskys de granos) que proviene del Speyside escocés y de su sector insular, cuyos responsables son el megagrupo internacional Diageo, la más grande empresa del mundo en el negocio de las bebidas alcohólicas. Antes conocida como Pure Malt, esta etiqueta pasó a llamarse verde porque los consumidores así la nombraban comúnmente (efectivamente su etiqueta era de ese color) y tuvo una maduración en barricas durante 15 años antes de ser embotellado. Es un sabor de lo más interesante: tiene notas silvestres y la madera trae un recuerdo al humo, es equilibrado, fresco y de muy buen carácter.
Además de estos dos productos, es posible que con el crecimiento en el consumo de este tipo de bebidas la marca sueca de vodkas Absolut traiga a la Argentina algunas botellas de su etiqueta premium, el Level, un vodka de unos 27 dólares que poco tiempo atrás salió a la venta en Europa y Estados Unidos.
Paralelamente, y también relacionado con el aumento de la oferta, no hay que olvidar que el año pasado se instaló en Mendoza la destilería Tapaus, la primera que se dedicará a hacer licores y destilados de calidad para exportación.
Las barras de la ciudad
La gastronomía local fue creciendo y mejorando etapa por etapa, y parecería ahora que es el turno de las barras, ya no sólo por la mejora en la oferta, sino también por la profesionalización de los bartenders. Parte de esto se puede percibir en la cantidad de cursos de coctelería y espirituosas que se han abierto este año. Sin embargo, no corrió igual suerte el adepto a las barras: en los últimos tiempos, el único bar que abrió al público y que más allá de las apariencias demostró tener nivel a la hora de servir un trago es El Cabaret, un interesante local nocturno en el Hotel Faena+Universe, a cargo del bartender Renato Tato Giovanoni. Allí no sólo adoptaron la coctelería de estilo americano, sino que las mezclas, muchas veces, incluyen a los típicos vermut y amargos tradicionales como el Punte Mes o el Pineral. Más formal, la barra del Alvear Palace Hotel es otro sitio para acodar y degustar mezclas con insumos de excelente calidad. El trago de la casa, el Gran Alvear, es una sabrosa combinación de jugo de ananá, gin, granadina, jugo de limón y espumante.
Pero cuando de bares de hoteles se trata, no se puede pasar por alto que el lujoso Sofitel Buenos Aires volvió a presentar las noches de Lounge & Martini en el Café Arroyo. Estas se llevan a cabo todos los miércoles con una propuesta que se centra en una carta a base de martinis y un Dj en vivo. Para darle más identidad al evento crearon un trago especial: el Martini by Sofitel, elaborado con Martini Dry, Gin, Chartreuse y aceituna verde.
Ya en el microcentro, para la gente que allí trabaja y pretende algo más que un chop de cerveza de una promoción 2X1, sitios como Filo o Dadá son los elegidos. En Dadá (San Martín 942; 4314-4787) Julián Sorsaburu y Paulo Orcorchuck, dueños del local, ofrecen la misma sutileza de sus platos en los cocteles que ellos mismos preparan con mano experta. En Filo (San Martín 975; 4311-0312) no hay que dejar de probar el trago de la casa, impuesto por su excéntrico dueño, Deni de Biaggi: el veneciano Spriss, mezcla de Champagne, Aperol y soda. Además, cuenta con un stock de whiskys digno de cualquier bar londinense.
Cerca de allí, un número puesto que suele ostentar una abundante concurrencia es el Gran Bar Danzón (Libertad 1161; tel.: 4811-1108), de muy buen nivel, mientras que en San Telmo los amantes de los whiskys se dan cita en Gibraltar (Perú 895), que cuenta con una de las mayores variedades de etiqueta de toda la ciudad.
Ya en Palermo, los sitios que presentan buen nivel de coctelería son el flamante El Diamante (Malabia 1688; tel.: 4831-5735) y el sofisticado Casa Cruz (Uriarte 1658; tel.: 4833-1112) con productos importados de gran nivel. Más clásicos del barrio son Bar 6 (Armenia 1676: tel.: 4833-6807) y el mucho más informal Mundo Bizarro (Guatemala 4802; tel.: 4773-1967). Cerca de allí, Olsen (Gorriti 5870; tel.: 4776-7677) luce en sus vitrinas más de 80 variedades de vodka. Entre tantas, es recomendable probar el Pepperberry (vodka, frambuesas, triple sec y pimienta) y el Sorensen (vodka, cassis, limón y gaseosa lima-limón).
Liz Valotta










