Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación". Este es el inicio de la célebre novela de Charles Dickens "Historia de dos ciudades" ("A Tale of Two Cities"), una descripción que se asemeja bastante a lo que están viviendo los bancos en estos tiempos de coronavirus.

Porque como hacía mucho tiempo que no sucedía, la pandemia devolvió a las entidades financieras su rol central de articuladoras de la economía, en momentos en que el acceso al crédito se ha vuelto vital para millones de compañías, para pequeñas empresas y para particulares en todo el mundo.

Esto se debe a que la actual crisis sanitaria y económica global encuentra a los bancos (principalmente los estadounidenses y europeos) en una situación muy distinta a la que exhibían cuando estalló la hecatombe de la crisis subprime, en 2008.

Esta vez, los analistas coinciden en afirmar que el sistema bancario es lo suficientemente resiliente para enfrentar una recesión profunda como la que se anticipa a causa de la pandemia.

Si bien más de uno se preguntó sobre la solvencia de los bancos cuando el brote de Covid-19 desbordó las fronteras de China para convertirse en un fenómeno global, la realidad indica que la crisis de 2008 y la actual son difícilmente comparables. Y que el sector bancario aprendió (algunas) de las lecciones de la burbuja subprime.

Hoy no existe el temor de que se repita la pesadilla del 15 de septiembre de 2008, cuando el gobierno de los Estados Unidos decidió no rescatar al banco Lehman Brothers, sin saber el efecto dominó que esta decisión iba a provocar.

El "momento Lehman" se llevó puesto a buena parte del sistema bancario, a Wall Street y a los demás mercados financieros internacionales. La crisis sistémica se trasladó muy rápido a la economía mundial, con un impacto estimado, una década más tarde, cercano a u$s 1 billón.

Esta vez, la crisis es de una naturaleza totalmente distinta. Porque los bancos no son los que la provocaron, sino que se encuentran en una situación en la que están llamados a cumplir un rol capital para amortiguar la debacle.

La pandemia provocó, en menos de medio año, el aislamiento de miles de millones de personas y el cierre de millones de comercios en todo el mundo. Y, al igual que en 2008, la situación podría desembocar en un riesgo de parálisis absoluta de la economía global.

A diferencia de la crisis subprime, en la actualidad los bancos poseen suficiente liquidez y reservas como para enfrentar las necesidades de sus clientes. Además, los grandes programas de apoyo y estímulo monetario lanzados en las últimas semanas en los principales países (Estados Unidos aportó u$s 4,5 billones, mientras que Europa contribuyó con u$s 3,8 billones) garantizan, en una primera etapa, que el acceso al financiamiento no debería estar en riesgo, algo que disparó la crisis sistémica en 2008.

LA BOLA DE NIEVE

Pero la solidez actual de los bancos no tiene que disimular el mayor riesgo al que se enfrentan en todo el mundo: que la lucha contra el Covid-19 se extienda en el tiempo, obligando a prolongar la cuarentena más allá del corto plazo.

Por eso existe temor a que una bancarrota masiva de empresas y particulares, que llevaría a una cesación de pagos en cadena, afecte inevitablemente al sistema bancario. Porque hay que tener en cuenta que la deuda privada es, en muchos países, muy elevada.

Justamente, para evitar que esto ocurra es que se pusieron en marcha medidas de sostén financiero y fiscal, tales como la postergación en el pago de impuestos y cargas sociales, así como la ayuda para pagar salarios en especial a las empresas más pequeñas.

Pero nadie sabe a ciencia cierta cómo va a evolucionar la pandemia, porque no existen antecedentes para comparar. Como manifestó Pier Luigi Colizzi, ejecutivo del banco Barclays: "Esta vez es mucho más brutal que en 2008, cuando la crisis se desenvolvió a lo largo de varios meses. En cambio, acá llegó de un día para el otro".

Y todavía no se sabe por cuánto tiempo esta nueva crisis podrá prolongarse.