Dos lecturas merece el capítulo ¿novela dracmática? de Grecia: una política, otra económica. Sin duda, si bien las desventuras económicas aparecen en el centro de escena, las implicancias políticas llevan la delantera. Por lo pronto, hoy existe un escenario totalmente impensado hace apenas algunas horas, a no ser que el propio FMI se haya guardado este desenlace. ¿Sabía acaso la Troika que su negociación llevaría a Grecia a ponerse a sí misma en la difícil tarea de excluirse del euro? ¿Acaso quedaba otro camino para el gobierno griego después del referéndum?

Que un país de la zona euro, mediante un referéndum, haga valer su voluntad democrática más allá de los vectores que condicionaban las negociaciones entre el Consejo Europeo, el Banco Central Europeo y el FMI merece una mención. Tanto Atenas como sus socios europeos han errado en forma sustancial y si bien los helenos han sufrido recortes en los últimos 5 años, siguen encadenados a una negociación que no ha dado resultados. Grecia acaba de darle una estocada al mito fundacional que prometía que los únicos cambios que tendría la zona euro serían los de incorporar cada vez a mayor cantidad de países en su bloque. Ahora se sabe que el camino inverso también es posible.

Las semejanzas con lo ocurrido en 2008 en los Estados Unidos comienzan a evaluarse. Se presume que, para enseñarles buenos modales a los banqueros, el gobierno de EE.UU. dejó caer Lehman Brothers más allá de sus consecuencias. Por supuesto nadie adivinó lo que vino después, porque básicamente nadie creyó posible ese contagio. En rigor, lo que nadie creyó fue que dejarían caer Lehman Brothers. Ahora una especie de castigo ejemplar latente parece haberse instalado en la obstinación que muestra el FMI, que busca que el costo de la renegociación deje prácticamente afuera a Grecia, para que ni España, Portugal, Irlanda o Italia reclamen para sí, lo mismo. Pero, ¿cuál es el impacto que podría tener el Grexit? Según el historiador económico Barry Eichengreen, las chances de que la salida de Grecia decante en un Lehman son altas. Es más; Eichengreen habla de un "Lehman al cuadrado". Para muchos, la moneda común es lo único que impide a varios gobiernos europeos de izquierda, adoptar un "Grexit" como estrategia.

Todos miran ahora a Angela Merkel, la canciller alemana, quien parece (hoy) poco dispuesta a evaluar alternativas a un desenlace que deje al pueblo heleno con moneda nueva y deuda en euros. Sin embargo, el precedente debería servir: nadie imaginaba el referéndum y, posteriormente, el "No" a un nuevo plan de ajuste. Esto implica necesariamente que el planteo verticalista de aceptar recortes para recibir un desembolso de euros parece haberse transformado en una salida de corto plazo, casi una extensión de la agonía, si es que no existe la posibilidad de incorporar en esa ecuación alguna medida que permita reactivar la economía.

La sorpresa del Fondo

En este plano, hace apenas algunas horas, el FMI liberó un informe guardado en días previos, que reconoce la necesidad de reestructurar la deuda griega. Las condiciones serían, de base, una quita del 30% de la deuda y un período de 20 años antes de realizar cualquier reembolso. Lo curioso es que la negativa a aceptar esta quita por parte del FMI fue la razón por la cual, hace unos días, el gobierno griego decidió llevar a cabo el referéndum que el domingo le dio al "No" el 61% de los votos. Los griegos pedían quita y refinanciación: la troika no estaba dispuesta a dárselo... hasta ahora. ¿Es tarde? Incluso los principales bancos de inversión JP Morgan, Credit Suisse y Barclays han incrementado, tras el resultado del referéndum, la probabilidad de que Grecia abandone finalmente el euro. Credit Suisse otorga una probabilidad del 75% a la posibilidad de que Grecia abandone la moneda única.

Grecia tiene delante de sí una crisis que podría ser peor que los números macro con 25% de desempleo y otro 25% de PBI evaporado en el último lustro. Ni siquiera los 30.000 millones de euros adicionales en rescate que ahora tendrá que prestarle la Troika conformará la peor parte. En rigor, para que el sistema bancario sea recapitalizado, Grecia necesitaría tener acceso al fondo del Mecanismo Europeo de Estabilidad (ESM, por sus siglas en inglés), creado en septiembre de 2012 y con una capacidad de préstamo máximo de 500.000 millones de euros.

Lo peor, es que, si hay una segunda lección que dejó Lehman, es que cuando un emisor de deuda "hace agua", la confianza en otros también se ve dañada. Traducción: si Grecia sale del euro, ¿por qué el resto de los países endeudados no lo haría?

El dato de las últimas horas es que para recapitalizar los bancos, la Troika busca aplicar un truco más: para financiarse, usualmente los bancos de la Eurozona solicitaban un préstamo al BCE, pero éste no era otorgado a no ser que la entidad bancaria presentara una garantía o colateral como respaldo. Sin embargo, si bien los bancos tienen bonos soberanos para poner como garantía de nuevos desembolsos, el BCE estaría dispuesto a aceptárselo pero tomándolos ahora a un precio más bajo, mucho más bajo, que el que estaba dispuesto a darles hace apenas algunos días. En la práctica, le cobrarán más caro a Grecia en caso de aceptar el desembolso.