Si lideramos el ránking de inflación, es lógico suponer que el peso va a estar entre las monedas de peor performance frente al dólar en el 2022. Considerando a los mercados emergentes, la moneda argentina fue cómodamente la que más cayó contra el dólar, 41%, y sólo Turquía se le aproxima con una pérdida de 29% en su valor.
Curiosamente el rublo ruso encabeza el ránking con una suba de casi 9%. La agencia Bloomberg, en un artículo publicado la semana pasada, destacó que ello se debe a los férreos controles de capitales impuestos por Vladimir Putin tras su invasión a Ucrania.
Obliga incluso a pagar con rublos a los países que le adquieren gas. Así su liderazgo en el ranking de monedas emergentes no es real, dado que no se puede canalizar esa supuesta ganancia de la cotización del rublo.
La suba de las tasas en Estados Unidos en el 2022 sacudió a todas las monedas del planeta. Para controlar la inflación, Jerome Powell de la Reserva Federal subió en siete oportunidades las tasas de interés, de casi cero a 4,25-4,50% actual, ubicándose en los valores más elevados en 15 años.
El ranking de monedas emergentes deja al descubierto el comportamiento de los diferentes bancos centrales, su independencia y el compromiso para mantener a la inflación en bajos niveles.
La historia también tiene su efecto. Perú, en medio de una inédita crisis política mantiene a su moneda, el Sol, entre las de mejor performance. El titular de su banco central, Julio Velarde, dirige la política monetaria de Perú desde 2006 y es uno de los más respetados a nivel internacional.
Por ello la incógnita sobre el Sol peruano no pasa tanto por quién es el presidente del país sino por quién será el encargado de suceder en algún momento a Velarde.
Tampoco el giro político en Brasil afectó al real, que muestra una suba de casi 8% en el año contra el dólar. El retorno de Lula, tras su paso por prisión y sus amenazas de aumentar el gasto público y el déficit fueron amortiguadas por el Congreso de su país y por la confianza en el banco central.
En la Argentina no hay milagros. El M3 (billetes en poder del público, cheques cancelatorios, y depósitos) tuvieron un aumento del 74% en el año.
En los últimos doce meses, la suba fue del 85%. La base monetaria en el año trepa "apenas" 37% a casi 5 billones de pesos. Pero el problema no pasa tanto por estos indicadores como por los pasivos remunerados del BCRA (Leliq más pases pasivos), que se aproximan a los 10 billones de pesos.
El incremento en doce meses de los pasivos remunerados es escalofriante: treparon de $ 4,6 billones a $ 9,92 billones, lo que representa un alza de 115 por ciento.
Con estos indicadores, el peso argentino no tenía otro destino que el quedar consagrado como la peor moneda emergente del año. ¿Podrá ser bicampeón en el 2023? Todo indica que no hay rivales que se le aproximen. La inflación estimada por analistas privados para el año entrante ronda el 100% con una brecha cambiaria que en algún momento se deberá transparentar, y que asciende al 90%.
Entre emergentes, sólo Turquía se le aproxima a la Argentina. Pese a que tiene un crecimiento promedio de 5% en los últimos 20 años, la inflación acumulada en 12 meses en octubre trepa al 85%, siendo las más elevada en 25 años.
En las elecciones del 2019, el presidente Erdogan perdió en distritos clave como Estambul y Ankara. Como en la Argentina, hay elecciones presidenciales en el 2023 que pueden dar un vuelco en lo político y por ende en lo económico.
La reciente crisis entre el gobierno y la Corte Suprema agravó la situación y acrecienta las chances de que se amplie la ventaja argentina sobre Turquía.
La promesa de Alberto Fernández de acatar el fallo, pero pagando con bonos es como no acatar la decisión judicial. Avala los temores a que ese pago con bonos se aplique a diferentes fantasmas financieros existentes hoy entre inversores, que van desde un Plan BONEX por los depósitos a un reperfilamiento de la deuda.
La escasez de crédito al Tesoro y el crecimiento de las Leliq (en torno a los $ 500.000 millones por mes) alimenta los miedos financieros.
Lamentablemente las buenas prácticas económicas de los vecinos países no se contagian. El liderazgo argentino no está en peligro en el 2023.
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