Todo parece haber pasado por el filtro de la pesificación. Incluso las obras de arte de los artistas consagrados argentinos. Producto de la falta de dólares con los que opera la economía, el arte, un reducto que siempre ha rendido sus frutos a los inversores, parece haberse adaptado a los tiempos que corren. Mientras el mercado bursátil parece ser una alternativa redituable y para todos los bolsillos e incluso las tasas de interés que pagan los plazos fijos ya rozan el 20% anual, existe y crece una casta de inversores que no sólo miran los números: también buscan, con la inversión, darse un gusto.

El arte es sin duda una reserva de valor siempre y cuando la elección sea la indicada; no todo arte suele ser una buena inversión pero sí todo inversor que se precie debe tener en su cartera obras de arte, suelen recomendar los especialistas.

Sobre este punto hay que pararse: para no caer en equivocaciones, allí están la trayectoria, los premios, y las disciplinas con mayor potencial de apreciación en el tiempo.

Precisamente, para aquellos interesados en dar los primeros pasos y formar una colección de arte con buena proyección, los especialistas mencionan al grabado como la disciplina artística que reúnen un combo irresistible: altísimo nivel de ejecución artística y precios accesibles (si se toma como referencia el valor al que llegan estos trabajos en la plaza internacional). Y para los conocedores, tal como sucede en las finanzas, el arbitraje podría ocurrir de un momento a otro. Creemos que en algún momento los precios locales tenderán a reflejar los internacionales, señalan en la jefatura de Arte del Banco Ciudad.

Si bien una obra puede superar largamente los $ 50.000, con menos de la mitad puede adquirirse un trabajo de artistas de renombre en estas dos disciplinas que habiliten el comienzo de una colección. Incluso las obras de pequeño formato, suelen registrar valores que se ubican por debajo de esas marcas. Ahora bien, como sucede en otros órdenes, las tendencias actuales de compradores ya dejan adivinar dónde están las preferencias del público.

Hablamos de xilografías, aguafuertes, aguatintas, puntas secas, linóleos, litografías y técnicas mixtas de artistas de todos los tiempos. Carlos Alonso, Alfredo De Vincenzo, Pompeyo Audivert, León Ferrari, Antonio Berni, Juan Carlos Castagnino o Emilio Pettoruti han sido siempre objeto de culto y grandes maestros del grabado. Sin embargo, los precios que ostentan sus obras pueden desalentar.

En esta línea, una de las artistas que marcha a la cabeza de los favores del mercado es la Premio Nacional, Zulema Petruschansky, quien se especializó en grabado en el taller del maestro Alfredo De Vincenzo, en la Escuela Ernesto de la Cárcova y en el Taller de la Gráfica, de La Habana, en Cuba. La obra de Petruschansky (foto) es un clásico de los coleccionistas y es parte de las más relevantes colecciones locales e internacionales, tanto de particulares como de las permanentes de los museos. Además, este año ha sido jurado tanto en el Salón Nacional como Municipal, algo que los coleccionistas valoran.

Según especialistas, la obra de Petruschansky ha granjeado el beneplácito de los que buscan incorporar arquitecturas, geometrías, líneas gestuales, y el collage, todo guiado por una mano maestra del grabado, que convoca y despliega técnicas mixtas y que ha merecido el elogio de la crítica y la atención compradora del público.

Otro de los artistas cuya obra es de las más demandadas este año es el reconocido maestro y artista de grabado, Néstor Goyanes, quien acaba de ganar el premio del Salón Nacional. Goyanes también es discípulo de Alfredo De Vincenzo, y dueño de una técnica exquisita.

El dibujo también tiene algo que decir. Esta disciplina hoy tiene entre sus protagonistas a Jorge Meijide, quien con sus dibujos también ha merecido un lugar destacado en la plaza artística y la mirada atenta de los coleccionistas de arte de todo el mundo. Este artista ha colocado al dibujo y, en particular a su obra, en un lugar de preeminencia para aquellos que desean invertir en arte y buscan potencial de valorización. Con una mirada de gran contenido social donde no falta el humor ni la ironía, para los especialistas Meijide se ha transformado en un clásico imperecedero.