No tiene que sorprender que el gobierno aceleró la pauta de devaluación y que va a buscar un piso del 40% en el año, según nuestras previsiones. Lo que implica que pasado este ajuste en el primer trimestre, en el segundo y tercero moderará el ritmo de devaluación mensual.


La nueva conducción económica arrancó diciendo que no va a sostener el atraso cambiario porque no quiere financiarlo con reservas.


Se sabe que el atraso cambiario desmantela la industria y evapora el crecimiento del empleo. La macroeconomía ignoró tantos años la inflación, que la devaluación es la consecuencia obligada. Si no lo hace el gobierno, el mercado se lo lleva puesto.


Porque el ajuste arrancó en el mercado. La situación se le escapaba de las manos al gobierno y, en vez de seguir, reaccionó. No tenía sentido frenar la inflación con el tipo de cambio, tiene un costo en reservas y no ayuda a la estabilidad macro.


La situación podría ser peor si la seguía ignorando. Ahora ajusta las tasas y las tarifas y devalúa más rápido.


El gobierno está en un escenario en el que tiene que pagar costos: en reservas, o en mayor inflación o menor nivel de actividad. Se acabaron los años de buenas noticias. Eligió una mayor devaluación, un menor nivel de actividad y tasa de interés más altas para no llevar todo el costo sobre una variable.