
La idea del Papa Francisco de dar misa en un salón de Jerusalén donde se cree que los apóstoles celebraron la Última Cena provocó críticas, polémicas y teorías conspirativas propias de una novela del escritor Dan Brown.
Se suponía que la primera visita oficial del Pontífice a Tierra Santa, pautada para este mes, sería una muestra de tolerancia interreligiosa y de los mejores lazos que mantienen Israel y la Santa Sede. Pero el plan de dar misa en la sala, conocida como el Cenáculo, provocó un desagradable desacuerdo que está amenazando con minar su visita.
El Cenáculo se encuentra en la planta superior de una construcción de la época de las Cruzadas considerada sagrada para las tres religiones monoteístas. No sólo fue una mezquita en tiempos otomanos sino que también se encuentra directamente arriba del lugar venerado por algunos judíos ortodoxos como la tumba del Rey David.
Eso provocó protestas de algunos judíos, que sostienen que una misa allí violaría un acuerdo vigente desde los días del Mandato Británico conforme al cual las diferentes religiones tienen acceso al lugar, pero está casi prohibido practicar rituales religiosos en ese lugar.
El temor, que comparten algunos musulmanes, es que Israel entregue el control del lugar al Vaticano como parte de las prolongadas negociaciones por el uso y los impuestos de las edificaciones ubicadas en Tierra Santa, y que están por terminar.
Los israelíes aceptaron ceder este importante santuario, comentó Mohammad Dajani Daoudi, profesor de la universidad al-Quds de Jerusalén y miembro de la familia que custodia el lugar hace cuatro siglos. Hubo un acuerdo, es lo que llegó a nuestros oídos, señaló.
Si bien el gobierno de Israel aseguró repetidas veces que no planea ceder control, no se detuvo la ola de rumores y conspiraciones. Una versión es que el Vaticano va a intercambiar un candelabro que supuestamente se salvó de la destrucción del Segundo Templo Judío por el control de la sala de la Última Cena.
Sin embargo, hay indicios de que se permitirá impartir más servicios católicos en el Cenáculo una vez que esté cerrado el acuerdo fundamental del país con el Vaticano.
Es cierto que el acuerdo incluirá un cronograma de rituales religiosos que se llevarán a cabo en el Cenáculo una determinada cantidad de veces por semana, aseguró Yigal Palmor, vocero del ministerio de Asuntos Externos israelí. Pero en ningún punto se menciona la transferencia de soberanía o derechos de la propiedad.
Unos cientos de judíos protestaron contra la visita que planea hacer el Papa al lugar. Habría otra manifestación para el 22 de mayo, poco antes de la llegada del Pontífice.
Las historias opuestas en torno al Cenáculo son típicas de Jerusalén, donde el hecho histórico a menudo queda envuelto en reclamos, rumores y mitos religiosos, tal como sucede en el bestseller de Brown, El Código Da Vinci.
Esta controversia en torno al Cenáculo surge después de que las autoridades prometieran tomar medidas enérgicas contra el vandalismo racial en Israel, incluyendo los grafitis anticristianos sobre una columna del Centro de Notre Dame, donde haría base el Papa en Jerusalén, y que decía: Muerte a los árabes y cristianos y a todos aquellos que odian a Israel.











