Gestores de activos alternativos como Apollo, KKR y Blackstone están financiando cada vez más empresas 'blue chip', en un momento en que las compañías buscan nuevas fuentes de capital que les ayuden a contrarrestar los efectos de la suba de las tasas de interés y la desaceleración de la economía.
Los acuerdos, incluidos dos anunciados este mes con AT&T y PayPal, ponen de relieve el creciente alcance del sector del crédito privado, que ayuda a las empresas a eludir a los bancos tradicionales y los mercados de bonos para conseguir dinero.
El crédito privado se ha disparado desde la crisis financiera mundial hasta convertirse en un sector con u$s 1,4 billón en activos. Los préstamos del crédito privado solían destinarse a empresas más pequeñas o de mayor riesgo.
Ahora, los prestamistas de gestión de activos alternativos se dirigen a empresas más grandes y estables. "El crédito privado se está pasando al grado de inversión", afirmó Akhil Bansal, responsable de soluciones estratégicas de crédito de Carlyle, el grupo de capital riesgo.
Los ejecutivos afirman que el cambio es una consecuencia natural de la ola de captación de fondos del crédito privado, que proporciona a los gestores efectivo para prestar. Además, la mayoría de los grandes grupos de capital riesgo han comprado o invertido en una compañía de seguros en los últimos cinco años, obteniendo cientos de miles de millones de primas para invertir.
Apollo, cuya aseguradora Athene ha acumulado casi u$s 260.000 millones en capital -aproximadamente la mitad de los activos de Apollo-, ha impulsado esta tendencia.

"Apostamos por el grado de inversión privado", dijo Marc Rowan, CEO de Apollo, en una conferencia este mes. "También somos beneficiarios de esta desbancarización del mundo porque los activos que necesitamos... eran el tipo de cosas que solían entrar en los balances de los bancos, crédito privado con grado de inversión".
Apollo no está sola. KKR compró en 2021 una participación mayoritaria en la aseguradora Global Atlantic, sumando u$s 90.000 millones a los activos del grupo en aquel momento. Carlyle compró algo menos de una quinta parte de la reaseguradora Fortitude Re a AIG en 2018 antes de cerrar un nuevo acuerdo el año pasado que redujo su participación pero aumentó los activos de Carlyle en unos u$s 50.000 millones. Blackstone, por su parte, invierte en nombre de aseguradoras como Corebridge a través de su división de soluciones de seguros.
Los reguladores estatales exigen a las unidades de seguros que inviertan la gran mayoría de sus participaciones en deuda con calificación de grado de inversión, para salvaguardar a los asegurados.
Pero, a diferencia de las aseguradoras tradicionales, los gestores de inversiones alternativas se han sentido más cómodos utilizando la magia financiera para diseñar operaciones privadas que pueden proporcionar unos puntos porcentuales extra de rentabilidad en comparación con los bonos corporativos tradicionales con grado de inversión, que rinden en torno al 5,5%.
Esto puede resultar atractivo para las empresas que necesitan obtener liquidez sin recurrir al mercado de bonos con grado de inversión, sobre todo cuando la emisión de más deuda a nivel corporativo influiría en la calificación crediticia de una empresa.
Las operaciones han adoptado diversas formas, pero a menudo una empresa traslada algunos activos -tal vez una planta de fabricación o una cartera de real estate- a una filial o a una nueva sociedad instrumental. Después las empresas obtienen acciones preferentes [preferred equity] o deuda contra la unidad, lo que aporta efectivo que la matriz puede utilizar para sus actividades cotidianas.
Las agencias de calificación suelen dar un trato más favorable a las operaciones con acciones preferentes que a los préstamos ordinarios. Además, como el capital se obtiene a través de una sociedad instrumental, la empresa matriz no tiene que incluirlo en su balance.
Apollo compró acciones preferentes de AT&T por u$s 2000 millones en una operación que permitió a la telco reembolsar parcialmente parte de sus acciones preferentes pendiente. Esta operación siguió a una inversión de u$s 1000 millones en el grupo inmobiliario alemán Vonovia con una estructura similar.
El gigante de la inversión ha realizado otras financiaciones privadas muy conocidas, entre ellas la de AB InBev (operación garantizada por las plantas de la cervecera), la del proveedor de alquiler de autos Hertz y la de la Abu Dhabi National Oil Company.
Otras operaciones, como el acuerdo de KKR de la semana pasada para comprar hasta 40.000 millones de euros de préstamos al consumo originados por PayPal, se han asemejado más a los valores respaldados por activos tradicionales. En estas operaciones, un conjunto de activos -como hipotecas, derechos de cobro de tarjetas de crédito o préstamos para la compra de autos- se agrupan, y los pagos de intereses financian nuevos tramos de deuda que se venden a los inversores.
La utilización de capital de seguros y créditos privados no es más que el último ejemplo de asociación entre grandes empresas y gestores de activos alternativos.
El año pasado, Intel cerró un acuerdo de u$s 30.000 millones con Brookfield y sus fondos de infraestructura, en virtud del cual el gestor de activos invertiría u$s 15.000 millones en una nueva fundición de chips.
Intel, como la mayoría de las empresas que suscriben este tipo de acuerdos, no especificó cuánto pagaría a Brookfield por la inversión. Sin embargo, su CFO, David Zinsner, dijo a los analistas el año pasado que Brookfield recibiría parte de los flujos de caja que genere la planta una vez que esté operativa, lo que daría a la firma de inversión una rentabilidad de entre el 4,4% y el 8,5%.
"Protegerá nuestro sólido balance", declaró Zinsner. "Nos permite acceder a una nueva reserva de capital al tiempo que protege nuestra capacidad de tesorería y endeudamiento para futuras inversiones".















