
Incluso antes de que Irán amenazara ayer con suspender los envíos de crudo a cuatro países europeos, las perspectivas para el suministro de petróleo eran decididamente sombrías. Los riesgos para la producción, que hasta hace poco se limitaban a Medio Oriente, ahora se extienden a frica, los inventarios están bajos y se cuestiona la capacidad de Arabia Saudita para cerrar la brecha. La amenaza para el suministro no era tan grave desde fines de los años 70 y principios de los 80, señala un informe de Deutsche Bank.
Sin embargo, esta preocupación está balanceada por las dudas sobre el vigor de la demanda. La semana pasada, tanto la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) como la Agencia Internacional de Energía (AIE) revisaron a la baja sus pronósticos para el crecimiento de la demanda de crudo en 2012, por la debilidad de la economía global.
Pero los precios cuentan una historia diferente: se han mantenido obstinadamente altos pese a la renovada amenaza de recesión en Europa, lo que sugiere una tirantez en el mercado que desmiente el panorama presentado por la AIE. El precio del Brent trepó u$s 7 el barril este mes, para llegar a u$s 118, y ayer rozó la marca de u$s 119,99 el barril. No hay ninguna señal en el mercado físico que indique que nos estamos ahogando en un exceso de petróleo, dijo Seth Kleinman, analista de commodities del Citi, quien agregó que los stocks están realmente bajos; además, hay poca capacidad ociosa y riesgos para el suministro, por ejemplo, en Sudán del Sur.
Este nuevo país africano está en medio de una disputa con Sudán por lo que debe pagarse por el tránsito de mercadería, lo que llevó a suspender la producción, privando al mercado de alrededor de 300.000 barriles diarios de crudo. La intranquilidad en Yemen es otra preocupación, porque una huelga frenó la producción en Masila, el mayor yacimiento del país.
Por otra parte, las exportaciones sirias están bloqueadas por las sanciones internacionales y las de Libia, aunque se recuperan más rápido de lo esperado, todavía están lejos de sus niveles previos al conflicto.
Barclays Capital estima que, por sí solos, los problemas en Sudán, Yemen y Siria podrían restar más de 1 millón de barriles diarios a la producción total, lo que equivale a más de 1% de la oferta global. Ahora esto se complicó con la inminente prohibición europea a las importaciones originadas en Irán, que implicarán para la Unión Europea la pérdida de hasta 600.000 barriles al día de crudo. Irán encontrará compradores alternativos para una parte, pero no para todo. Los analistas suponen que al resto lo sacarán del mercado y lo mantendrán almacenado, con lo que tensarán aún más el suministro mundial.
Arabia Saudita puede aumentar su producción para cerrar la brecha, ya que tiene un colchón de emergencia que mantiene en reserva, en parte para responder a interrupciones en el suministro. Pero como el nivel de extracción de los sauditas ya está en su pico en 30 años, la capacidad ociosa de la OPEP se acerca a niveles peligrosamente bajos, dice Goldman Sachs.











