Los grandes bancos del mundo quisieran poner punto final a los recientes problemas. Las pérdidas por la crisis financiera, los costos de los cambios regulatorios y las multas por las ventas engañosas y la manipulación del mercado parecen haber quedado mayormente en el pasado.

Por una vez, otro sector está recibiendo una serie de golpes. En el término de meses, la caída del precio del petróleo redujo 25% el valor bursátil de las grandes petroleras. Pero, los bancos quizás estén sonriendo demasiado pronto. ¿La agitación en el mercado del crudo podría convertirse en la próxima pesadilla de los bancos?

El mes pasado, hubo un indicio de lo que podría haber a la vuelta de la esquina, cuando se supo que Wells Fargo y Barclays tenían exposición a cuantiosas posibles pérdidas por un préstamo petrolero específicamente, u$s 850 millones de financiación otorgados a principios de año para respaldar la fusión de los grupos norteamericanos Sabine y Forest. Los intentos por sindicar el préstamo fracasaron por la caída del valor del petróleo. Los bancos, que lideraron la captación de fondos, registraron pérdidas por ajustes al mercado estimadas en 40%.

Desde entonces, el derrumbe de la cotización del petróleo sólo empeoró. La semana pasada, el crudo Brent tocó los u$s 60, su nivel más bajo en cinco años. Es casi la mitad del valor de su pico alcanzado en el verano boreal. La leve recuperación de ayer provocada por el cierre de dos terminales libias se revirtió al fin del día.

La tendencia es una gran noticia para los consumidores. Y los grandes perdedores son sin duda las grandes petroleras. Menos claro, pero potencialmente más nocivo, es el impacto sobre los bancos que vienen apoyando la precipitada expansión de la industria en los últimos años. La financiación para Sabine-Forest es sólo una de muchas.

El financiamiento al sector de petróleo y gas escaló en los últimos años, por lo que dominan el extremo con más riesgo del mercado de bonos. Según datos compilados por Barclays, los bonos del sector energético ahora representan casi 16% del mercado de deuda basura, tres veces más que hace diez años. Cerca del 45% de los préstamos sindicados sin grado de inversión de este año fueron para la industria de petróleo y gas.

Pero la demanda de inversores no estuvo acorde al nivel de operaciones, lo que provocó un problema: la mitad de la financiación vigente otorgada en los últimos años podría terminar atrapada en los libros de los bancos, aseguran los analistas. Un informe nuevo de AllianceBernstein recalca la exposición de los bancos norteamericanos. Wells Fargo encabeza la lista. Participó de préstamos sin grado de inversión por u$s 37.000 millones desde 2012 a 2014. JPMorgan lo sigue con operaciones por u$s 31.700 millones.

Barclays y otros bancos británicos como HSBC y Royal Bank of Scotland se ubican relativamente en últimos lugares con una exposición de entre u$s 11.000 millones y u$s 12.000 millones cada uno. En el medio se encuentran otros cinco entidades norteamericanas y la japonesa Mitsubishi UFJ.

Existe una visión optimista del derrumbe del precio del petróleo: que así es cómo se comportan los mercados y que el precio subirá con el tiempo.

Pero para muchos, el petróleo a u$s 60 llegó para quedarse. La menor demanda continuará durante años debido al débil pronóstico económico para China y Europa, mientras que la oferta aumenta con el auge de la producción de shale oil en Estados Unidos y la extracción tercamente elevada de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo). Si ese razonamiento es correcto, existe una dura similitud con el derrumbe del mercado inmobiliario norteamericano que presagió el inicio de la crisis financiera global de 2008. Las entidades con exposición al petróleo quizás sufran fuertes pérdidas.

Sin embargo, los bancos con grandes participaciones en este mercado de alto riesgo son los más preciados por los inversores. Wells Fargo es uno de las instituciones más valorados del mundo; el precio de sus acciones subió 23% este año. Uno se ve tentado a pensar que al igual que otras instituciones altamente valoradas tras la crisis del mercado bancario, especialmente Standard Chartered y BNP Paribas esas entidades hace tiempo que tendrían que haber caído en desgracia.

Si la exposición de Wells Fargo fuera similar al promedio estimado de la industria, eso implicaría una pérdida potencial cercana a u$s 8.000 millones.

Por otro lado, Wells se convirtió en tal máquina de rentabilidad que dado su actual crecimiento de ganancias, podría recuperar esa suma en cinco meses. Otros bancos no tienen tanta suerte.

No es momento para que los bancos den por terminados sus problemas.