En la remota ciudad de Petersburg, ubicada en el extremo norte de la isla Mitkof, en Alaska, se pueden adquirir productos mexicanos. Que las empresas aztecas estén presentes en este paisaje salvaje, con lobos, osos negros, alces y ballenas jorobadas es una evidencia de que están alcanzando los rincones más lejanos de Estados Unidos. En el supermercado de Petersburg se puede comprar un teléfono de TracFone, una operadora móvil virtual controlada por el multimillonario Carlos Slim.


En los últimos cinco años, las empresas mexicanas han adquirido activos estadounidenses por miles de millones de dólares, que van desde bancos hasta canales de televisión y proveedores de materiales de construcción. El impulso, que ha pasado desapercibido, amplió el alcance de las compañías mexicanas que antes apuntaban exclusivamente a los clientes locales.


Algunos hasta lo empiezan a llamar la "reconquista", refiriéndose a la reciente recuperación (a través de demografía y la expansión de las compañías mexicanas) del territorio que alguna vez fue mexicano y pasó a formar parte de EE.UU. después de la guerra entre los dos países en 1846.


El resultado es sorprendente. Cemex, el fabricante mexicano de cemento y materiales para la construcción, actualmente es el mayor productor de su segmento en EE.UU. con una participación del 10,5% en un mercado altamente fragmentado.


En 2010 el Grupo Bimbo anunció la compra de Sara Lee, la panadería estadounidense, en un acuerdo estimado inicialmente en u$s 959 millones. La operación, que recibió la aprobación del Departamento de Justicia de EE.UU. a fines del año pasado, consolidó a Bimbo como el mayor fabricante de pan de Norteamérica.


Televisa, la red de televisión mexicana, profundizó significativamente su exposición al mercado estadounidense en 2010. Invirtió u$s 1.200 millones en Univisión, la mayor red estadounidense que transmite en español. Tomó una participación inicial de 5% y bonos convertibles en el futuro en una participación accionaria adicional de 30%.


Probablemente la marca mexicana más reconocida en EE.UU. en los últimos 20 años sea Corona Extra, la cerveza que se sirve con un gajo de lima en el cuello de la botella. Corona es la cerveza importada más vendida en Norteamérica, un título que mantiene desde 1997. Incluso Alfa, el conglomerado azteca con activos que se extienden desde los petroquímicos hasta el procesamiento de alimentos, comenzó con exploraciones de gas natural no en México, donde la constitución del país restringe la inversión privada, sino en Texas, asociado con Pioneer Natural Resources y Reliance.


Entre 2006 y 2011, EE.UU. recibió u$s 8.400 millones en inversiones directas desde México, según datos de la Oficina de Análisis Económico del Departamento de Comercio. La cifra es más alta que en cualquier otro período anterior de seis años, pese a que 2000 fue el año récord con u$s 5 mil millones.


Esto contradice la noción de que el éxito de México se basa únicamente en las grandes inversiones extranjeras que arman empresas baratas orientadas a las exportaciones, en ciudades fronterizas como Tijuana y Ciudad Juárez.


"Muchas personas aún asumen que la relación de los negocios entre EE.UU. y México es una calle de un sentido, donde los inversores norteamericanos cruzan la frontera para construir fábricas en México", dijo Damian Fraser, director de acciones latinoamericanas de UBS en Ciudad de México. "Pero no es cierto: hoy la inversión directa viaja en ambas direcciones".


¿Qué está impulsando esta expansión? ¿Por qué se aceleró ahora? Los economistas y analistas aseguran que uno de los factores es la sólida economía mexicana, que ha dado a las empresas un robusto y confiable telón de fondo para armar sus compañías domésticas.


El crecimiento económico se reanudó después de una contracción brutal de 6% que golpeó a México en 2009. Según el Fondo Monetario Internacional, el país azteca podría expandirse hasta 3,9% este año, casi duplicando la tasa promedio anual de la última década.


Algunos analistas son tan optimistas respecto de las perspectivas del país que están sugiriendo incluso que podría convertirse en la nueva estrella de la región. En un informe para sus clientes, Nomura Equity Research estima que México superará a Brasil como la mayor economía latinoamericana en la próxima década.


Todo esto significa que las empresas mexicanas tienen más dinero para expandir sus negocios e ir de compras al exterior. Como reflejo de los buenos tiempos, la Bolsa de Valores mexicana superó la marca de los 40.000 puntos por primera vez en junio y llegó a un máximo histórico el mes pasado.


Los "precios de hoy implican que hay un interesante potencial de crecimiento para las ganancias futuras", dijo Luis Téllez, el presidente de la Bolsa. "También alientan a las compañías a comenzar nuevos proyectos de expansión, incluso fuera de México".


La segunda razón por la que las compañías mexicanas se expanden en EE.UU. tiene que ver con la geografía y la demografía. Como era de esperar, las multinacionales mexicanas o multilatinas se amplían en varias direcciones. Sin embargo, EE.UU. ha sido el destino obvio no sólo porque los dos países comparten una frontera repleta de ferrocarriles y demás infraestructura, sino que también porque el país norteamericano ofrece a las compañías mexicanas mayores oportunidades de vender sus productos a su propia gente. Alrededor de doce millones de mexicanos, cerca de 10% de la población de México, viven en Norteamérica. El Centro Hispánico Pew estima que los 52 millones de hispanos que viven allá hoy, que suman aproximadamente 16% de la población total estadounidense, crecerá a 125 millones o a un 30% de la población en 2050. Hoy, una de cada cuatro personas que viven en EE.UU. y tienen menos de 20 años, es hispana.


"Ese es un número grande", dice Jeffrey Passel, demógrafo senior en Pew. "En su mayoría, son personas que crecieron en México y aprecian con los productos mexicanos".


Para las compañías mexicanas que, a diferencia de sus competidores de EE.UU., durante décadas pulieron sus estrategias de marketing apuntada a los mexicanos, es tentadora la mezcla de factores económicos y demográficos que se dan al norte de la frontera.