
En los últimos cinco años Suiza defendió con uñas y dientes su tradición de proteger el secreto bancario, algo que viene haciendo hace ochenta años. Pero cada vez más parece una causa perdida. El golpe más reciente se produjo la semana pasada, cuando los estados de la Unión Europea acordaron abrir negociaciones sobre un nuevo pacto tributario con Suiza.
Aún no se sabe cuáles serán las exigencias de la UE, pero pareciera que el bloque pedirá a los bancos suizos compartir automáticamente datos sobre la riqueza que los ciudadanos de la UE poseen fuera de su país.
Esa medida, señaló Stéphane Garelli, profesor de la escuela de negocios IMD en Lausanne, será el último paso hacia la destrucción del sistema de secreto bancario que ayudó a las entidades suizas a captar activos extranjeros por u$s 2,8 billones.
Suiza se está acercando a una retirada ordenada, comentó.
Otros observadores se muestran más prudentes. El secreto bancario definitivamente se ha debilitado, explicó Rainer Skierka, un experto en el sector de Bank Sarasin en Zurich. Pero no diría que ha muerto, porque no queda claro si el acuerdo con la UE abarcará todos los tipos de activos, y tampoco si es posible que incluya los contenidos de las cajas fuertes.
Sin embargo, el rumbo del viaje es evidente. Suiza puso fin al tabú del intercambio de información en febrero, cuando acordó implementar la Fatca, una ley estadounidense con alcance extraterritorial y que exige a bancos extranjeros a brindar automáticamente datos sobre activos offshore que tengan ciudadanos norteamericanos.
El intercambio de datos con la UE sería aún más importante, aseguró Martin Brown, profesor en St Gallen University. Los fondos de clientes norteamericanos comprenden una significativa porción de la riqueza extranjera administrada por bancos suizos. Pero la porción de los fondos llegados de los países de la UE es mayor, contó.
La pregunta, señaló Garelli, es qué concesiones puede conseguir Suiza de sus interlocutores europeos, a cambio de aceptar el intercambio de información automático.
Eveline Widmer-Schlumpf, ministra de finanzas de Suiza, dijo que estaría en condiciones de aceptar el intercambio de datos si fuera un estándar aplicado mundialmente, y si los esfuerzos tuvieran como objetivo transparentar las estructuras de los opacos fideicomisos tan populares en centros financieros rivales. Muchos bancos privados suizos ya empezaron a adaptar sus modelos a un mundo donde ya no pueden contar con que el secreto es su ventaja competitiva. Algunos recomiendan a sus clientes pasar sus activos a cuentas que incluyen una amplia variedad de servicios. Pero ahí el desafío es que tendrán que ofrecer servicios de suficiente calidad para justificar mayores comisiones, aseguró Brown. No todos los bancos están en condiciones de hacer eso, y no podrán atender a todos los clientes que tienen actualmente, advirtió.











