
A sólo siete semanas de las elecciones estadounidenses, el jueves no era el momento ideal para que la Reserva Federal anuncie otra ronda de emisión monetaria (QE3). Pero la economía norteamericana hace meses que está estancada. El anémico informe sobre empleo de agosto inclinó la balanza hacia la toma de una acción.
Como organismo independiente, la Fed tiene la obligación de ignorar el ruido político. Dado que venían empeorando los indicadores, la iniciativa de Ben Bernanke en términos general es correcta. Sin embargo, la campaña de Mitt Romney lo acusa de mejorar las chances de Barack Obama y de permitirse otro "rescate" inútil. Ambas acusaciones son comprensibles teniendo en cuenta el cronograma electoral. Pero son injustas.
Hacía tiempo que los mercados anticipaban un QE3. Lo nuevo fue la promesa de la Fed de actuar, en principio, en forma ilimitada y de apuntar a los títulos valores respaldados por hipotecas. El disparador fue el lento crecimiento. Por tercer año consecutivo, la economía estadounidense se estanca después de que los primeros meses son positivos. Al haber creado un promedio mensual de 139.000 empleos en 2012, el mercado laboral norteamericano está sólo alcanzando el ritmo de crecimiento de la población.
Aunque muchos la ven como académica, la Fed tiene el doble mandato de mantener estables los precios y de lograr el empleo total. Sin contar los volátiles valores de las materias primas, no hay señales de inflación en el horizonte. Bernanke, por lo tanto, tiene justificativo para decir que mantendrá el programa de compra de activos y la promesa de tasas de interés en cero hasta que la economía del país empiece a recuperarse. Y eso podría suceder recién en 2015.
Es legítimo el debate sobre la estrategia de comunicación altamente inusual que aplica la Fed. Además de los u$s 40.000 millones en compras mensuales, la Reserva rompió con el precedente al prometer que mantendrá su postura aún después de que la economía haya vuelto a crecer saludablemente. Sin embargo, al no decir cuánto es mucho crecimiento, o por cuánto tiempo, el compromiso es vago. La mayoría de los economistas cree que el desempleo debería caer por debajo de 7% (de su actual 8,1%) para que la Fed comience a replegarse. En cualquier caso, sus comentarios fueron suficientes para provocar una recuperación de los mercados.
Romney dijo que reemplazará a Bernanke cuando su mandato termine en enero de 2014. Este anuncio sin duda agradará a quienes dentro de su propio partido critican las acciones de la Fed. Pero evita temas más urgentes para la economía norteamericana. Si Romney gana en noviembre, instantáneamente tropezará con el "abismo fiscal" de Estados Unidos. La Fed está actuando porque el Congreso hasta ahora se negó a hacerlo. La medida del jueves ofrece sólo un paliativo temporario. Cualquiera sea el ganador de las elecciones de noviembre, tendrá la tarea de garantizar que el resto de Washington se una a la Fed como parte de la solución y no del problema.











