
El descenso del 0,1% del PBI real de EE. UU. en el último trimestre de 2012 (a una tasa anualizada ajustada estacionalmente) es una clara sorpresa negativa por el sentimiento del mercado financiero, que ha llegado a ser muy complaciente con la capacidad de la economía de EE.UU. para resistir el ajuste fiscal que se prevé que golpeará la economía.
Es poco probable que las cifras de ayer indiquen una recesión grave. Pero la economía de EE.UU. casi nunca muestra un trimestre negativo en medio de una fase de expansión robusta, por lo que las cifras deberían darnos un respiro mental. Por otra parte, la debilidad de las exportaciones, un fenómeno que lleva más de un trimestre, muestra que la economía mundial se había vuelto peligrosamente dependiente de la resistencia de los consumidores de EE.UU. hacia fines del año pasado.
La tasa de crecimiento del PBI real fue alrededor del 1% peor de lo esperado, lo que significa que se trasladó fraccionada a territorio negativo. Esta estimación inicial está, por supuesto, sujeta a revisiones futuras, pero si sobrevive a estas, será la primera lectura negativa en medio de una recuperación continua que duró bastante. No hubo lecturas negativas en las extensas fases expansivas de las décadas de 1990 y (de) 2000.
Las cifras del PBI habrían sido muy alarmantes si no fuera por el hecho de que los elementos principales de la demanda interna final no mostraron signos de debilidad. El gasto real de los consumidores, en respuesta a un mercado laboral consolidado y a una inflación en descenso, contribuyó 1,5 puntos porcentuales a la tasa de crecimiento del trimestre.
Por otra parte, y, sorprendentemente dada la preocupación expresada sobre la confianza del sector empresarial acerca de la incertidumbre política y el debilitamiento de los pedidos de bienes de capital durante el tercer trimestre, la inversión privada fija se recuperó con bastante fuerza durante el trimestre.
Sin embargo, hubo tres factores principales que arrastraron la economía en el cuarto trimestre, dos de los cuales pueden haber estado relacionados con el abismo fiscal.
En primer lugar, hubo una gran caída de las existencias, que restó 1,3 puntos porcentuales a la tasa de crecimiento del PBI. Pero es probable que este arrastre se revierta parcialmente en el primer trimestre de 2013, dando impulso a la actividad, en comparación con los pronósticos más recientes, que esperan que el PBI aumente un 1,5% en dicho trimestre. En segundo lugar, hubo una caída muy grande e inesperada en los gastos en defensa (ver gráfico), lo que restó 1,3 puntos porcentuales al crecimiento del PBI en el cuarto trimestre.
En tercer lugar, y quizás lo más preocupante por su impacto en la economía mundial, el crecimiento de las exportaciones de EE. UU. viene cayendo (ver gráfico) desde hace varios trimestres, y se movió bruscamente a terreno negativo en el cuarto trimestre.
Mucho de esto parece derivar de la debilidad de las ventas a la zona euro, lo cual es poco probable que se revierta pronto.
Un último punto. La debilidad del crecimiento del PBI en el último trimestre fue acompañada por una lectura muy baja para la inflación, ya sea basada en el deflactor del PBI o en el deflactor del gasto de los consumidores privados, lo que sugiere que el crecimiento por debajo de la tendencia de la economía puede estar teniendo por fin algún efecto sobre las presiones inflacionarias.
En conclusión, esta inmersión en territorio negativo es poco probable que sea el precursor de un retroceso grave de la economía de EE.UU. El fortalecimiento de los mercados laborales y de vivienda sustenta el consumo, el repunte de la inversiones empresariales sugiere que la confianza de los ejecutivos de las compañías no se ha visto muy dañada por la incertidumbre política, y las existencias deberían recuperarse rápido.
Sin embargo, existen ciertos indicios de que el ajuste fiscal será un lastre para la economía durante varios trimestres, y la debilidad de la eurozona está demostrando ser un factor negativo importante.
El crecimiento tendrá que luchar para alcanzar su tasa de 2,5% en 2013. Con una inflación de precios que se mantiene muy por debajo del 2%, por ahora, no tendría mucho sentido que la Fed se desvíe de su postura actual de flexibilización.











