Un acuerdo para implementar el T-MEC, el nuevo pacto de libre comercio de América del Norte, amenazó con desmoronarse después de que México reaccionó negativamente ante los detalles de la ley que se debatirán en el Congreso estadounidense esta semana.

El negociador comercial de México, Jesús Seade, viajó a EE.UU. el domingo para mantener conversaciones urgentes sobre lo que dijo fue un intento de introducir cambios en el acuerdo por la puerta trasera, conforme aumentó la preocupación en México de que el gobierno había hecho concesiones peligrosas a Washington.

La ratificación del T-MEC por parte de EE.UU., que actualiza el TLCAN (o Nafta) tras un cuarto de siglo, parecía estar a punto de suceder a raíz de un acuerdo entre la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el presidente Donald Trump que hubiera permitido su aprobación por el Congreso estadounidense después de meses de disputas. Se espera una votación en la Cámara tan pronto como el jueves.

El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, recibió el 10 de diciembre a Robert Lighthizer, el representante comercial de EE.UU., y a Chrystia Freeland, viceprimer ministra de Canadá, para una ceremonia de firma de la versión modificada.

Pero Seade se quejó de que el proyecto de ley de implementación del T-MEC enviado al Congreso el viernes incluía una disposición que no había sido aceptada: el nombramiento de hasta cinco agregados laborales de EE.UU. en México para monitorear su adhesión a las normas laborales.

El cumplimiento por parte de México de las disposiciones para garantizar los derechos de afiliación sindical y la negociación colectiva ha sido una de las demandas más insolubles de los demócratas estadounidenses en las negociaciones.

México descartó aceptar a los inspectores y presionó para que los paneles resuelvan las disputas.

En una carta a Lighthizer, Seade criticó la inclusión en el proyecto de ley de "mecanismos adicionales y redundantes a lo que fue cuidadosamente acordado e incorporado en el Protocolo de modificación firmado el 10 de diciembre".

El sábado, Seade les dijo a los periodistas que la disposición de los inspectores laborales reflejaba "decisiones políticas del Congreso y de la administración de EE.UU." y que "por razones obvias, no había sido consultada con México. Y, por supuesto, no estamos de acuerdo".

México ha estado esperando la aprobación estadounidense del T-MEC con la esperanza de que se libere la inversión que se ha postergado debido a la incertidumbre comercial.