
El experimento político populista que avanza en Italia plantea una cuestión que va al corazón de la república creada después de 1945 en medio de las ruinas del fascismo.
Los fundadores del nuevo estado democrático distribuyeron el poder entre una serie de instituciones la presidencia, las dos cámaras del parlamento, el tribunal constitucional y el poder judicial, el banco central, las empresas, los sindicatos, las regiones de Italia con el fin de evitar que se repitiera el abuso de poder que había caracterizado la dictadura de Benito Mussolini de 1922 a1943.
El punto en cuestión hoy es si esta dispersión del poder servirá para limitar el potencial daño proveniente de un gobierno de coalición que une el Movimiento Cinco Estrellas anti establishment y la Liga Norte de extrema derecha y anti inmigración.
Los mercados financieros se muestran agitados: el rendimiento de los bonos del gobierno de Italia a 10 años ayer trepó a su nivel más alto en un año. El spread de rendimiento entre los bonos a 10 años de Italia y Alemania, que muchos políticos, medios y ciudadanos italianos consideran un indicador de la estabilidad política y financiera de su país, se está ampliando.
Lo que preocupa son las extravagantes propuestas de gasto de la coalición, y si las instituciones de Italia las podrán mantener bajo su control.
Lorenzo Codogno, ex director general del ministerio de finanzas de Italia, estima que esas iniciativas costarán hasta 100.000 millones de euros, o cerca de 6% del PBI.
Aún distribuido en un mandato legislativo de cinco años -tal como lo sugieren los miembros de Cinco Estrellas , esas propuestas están muy por encima de las posibilidades financieras del Estado. Colocarían al nuevo gobierno en rumbo de colisión con otros gobiernos de la UE y la Comisión Europea, el guardián de las normas fiscales de la eurozona.
Esto ayuda a explicar por qué los mercados tienen dudas sobre Giuseppe Conte, el profesor de Derecho con mínima experiencia política que han elegido Cinco Estrellas y Liga Norte como primer ministro.
Es cierto que antes hubo tecnócratas en el gobierno de la Italia moderna. Dos primeros ministros recientes Carlo Azeglio Ciampi (1993-1994), un ex presidente del banco central, y Mario Monti (2011-2013), ex comisionado de la UE condujeron el país con gran habilidad.
Pero mientras que ellos encabezaban sus administraciones de emergencia, Conte se arriesga a ser un primer ministro débil. Lejos de fijar sus propias prioridades de política, recibe instrucciones Luigi Di Maio y Matteo Salvini, los respectivos líderes de Cinco Estrellas y Liga Norte.
Eso sube las apuestas por Sergio Mattarella, el presidente de Italia. Mattarella podría simplemente rechazar la designación de Conte. Si no lo hace, podría buscar aplicar el freno a las iniciativas sobre el gasto que propone la coalición.
Según la constitución de Italia, Mattarella tiene el derecho a vetar las leyes del gobierno. Sin embargo, anteriores jefes de Estado rara vez han ejercido ese poder de bloquear políticas fiscales de un gobierno.
Se puede decir que Cinco Estrellas y Liga Norte se enfrentarán a un formidable obstáculo en el Senado, la cámara alta legislativa de Italia. Juntos, esos dos partidos controlan 167 de las 318 bancas, pero Cinco Estrellas no es el más disciplinado de los bloques parlamentarios.
Si un puñado de legisladores dejan el partido por cuestiones vinculadas a la política fiscal, el gobierno Cinco Estrellas-Liga Norte perdería su mayoría en el Senado y no lograría la legislación que más asusta a los mercados financieros.
El experimento populista podría un día fracasar por la combinación de su propia debilidad y la solidez residual de las instituciones de Italia.













