
El uso de una herramienta rara vez utilizada para forzar un paquete bastante modesto de regulaciones en el recalcitrante parlamento subraya el gran desafío que enfrenta el presidente François Hollande para lograr la aprobación de importantes reformas económicas.
La feroz batalla que se desató por propuestas como subir de 5 a 12 la cantidad anual de domingos que los comercios franceses pueden abrir sus puertas, refleja el creciente debate en todo Europa sobre cómo sacar al continente del estancamiento.
Los izquierdistas duros del partido Socialista de Hollande, alentados por el avance de los partidos anti-austeridad en Grecia y España, se oponen a medidas que consideran parte de un cóctel de reforma liberal y disciplina fiscal impuesta por Bruselas y Berlín.
Manuel Valls, el primer ministro que enfrenta una derrota potencialmente devastadora en la Asamblea Nacional, logró que Hollande lo autorice a forzar el conjunto de leyes recurriendo a una cláusula especial de la constitución, conocida como 49.3, y superar así la rebelión en el partido.
El uso de la 49.3 mantiene la ley vigente, pero no es buen augurio para reformas más duras que todavía deben aprobarse, especialmente la legislación para introducir mayor flexibilidad del mercado laboral galo, cuyo régimen es altamente rígido. "La dificultad para aprobar una ley que ni si quiera introduce ninguna de las reformas más polémicas, aún después de numerosas concesiones, presagia para el gobierno muy poca capacidad de conseguir la aprobación de reformas estructurales significativas en el futuro", señaló Famke Krumbmuller, un analista de Eurasia. "Este es un problema en un contexto donde Francia está sufriendo de una pérdida de competitividad y que se ve presionado por la Comisión Europea para hacer reformas y reducir su déficit", agregó.
Para Hollande, las apuestas son muy altas. Comprometido desde principios de 2014 a reducir la carga fiscal de las empresas, a disminuir la regulación y recortar el gasto público, ahora depende de las reformas para impulsar una economía que se mantuvo estancada en sus casi tres años en el cargo. El presidente afirmó que no se presentará para ser reelegido en 2017 si el desempleo no cae.
Valls pidió luz verde para recurrir a la 49.3 el martes después de más de 200 horas de debate parlamentario sobre un grupo de leyes presentadas por Emmanuel Macron, el ministro de Economía. El último elemento de la discordia para los rebeldes eran las garantías financieras que piden para quienes trabajen los domingos.
La oposición de centroderecha, el UMP, no brindó ayuda ya que el líder del partido y ex presidente Nicolás Sarkozy ordenó votar en contra de las reformas.
Valls justificó su medida: "Francia necesita autoridad para combatir el terrorismo, pero también para permitir que nuestro país recupere su esplendor". Y agregó: "No podíamos jugar con una ley tan importante. Con 10% de desempleo, debemos usar todos los medios con los que contamos para fortalecer la competitividad de nuestras empresas".
Según una reciente encuesta, el 60% de los franceses apoyan la ley Macron.










