
Cuando escucho a los científicos hablar sobre dónde podríamos estar dentro de un año, surgen dos escenarios principales. El primero es benigno: El Covid-19 sigue circulando, pero pierde su efecto. La mayoría de los habitantes de los países ricos, y los más vulnerables de los países en desarrollo, se vacunan en 2021. Las vacunas previenen la enfermedad causada por todas las cepas. El Covid-19 se debilita: una vez que encuentra víctimas potenciales protegidas por la vacunación o por una infección anterior, se convierte, en el peor de los casos, en un desagradable resfrío. "Lo más probable es que mute a una forma más benévola. Eso podría resolver el problema", afirma Anthony Costello, antiguo director de la Organización Mundial de la Salud.
Pero hay otro escenario, menos probable pero tan crucial que hay que pensarlo: que el mundo se vuelva "Covid largo". Las mutaciones resistentes a las vacunas provocan años de muertes masivas, cuarentenas reiteradas, desastres económicos y disfunciones políticas. ¿Qué es lo que determina cuál de los dos se hará realidad?
Los precedentes indican que es más probable que se produzca el escenario benigno. "Cuatro coronavirus humanos . . . circulan en forma endémica por todo el mundo; sólo causan síntomas leves", escriben Jennie Lavine, de la Universidad de Emory, y otros en la revista Science. Puede que estos virus también hayan sido mortales en el pasado, hasta que los seres humanos adquirieron inmunidad protectora a través de una infección en la infancia. Cuando las personas se volvían a contagiar en la edad adulta, su sistema inmunológico sabía cómo defenderse.
El Covid-19 puede hacer ese mismo viaje mucho más rápido, con vacunas que aceleran la inmunidad de rebaño. Incluso cuando surjan mutaciones, las vacunas e infecciones anteriores deberían otorgar suficiente inmunidad para protegernos, al menos, de las enfermedades graves; algunas vacunas existentes parecen manejar las mutaciones británicas y sudafricanas. En este escenario benigno, los países más pobres pueden esperar las vacunas, ya que sus poblaciones jóvenes no son muy vulnerables a Covid-19. (Más de la mitad de los africanos vivos de hoy nacieron este siglo).
Sin embargo, el escenario maligno sigue siendo verosímil, dice Costello. Han aparecido rápidamente nuevas variantes. Philip Krause, presidente de un grupo de trabajo de la OMS sobre vacunas contra el Covid-19, declaró a Science: "Si es posible que el virus evolucione hacia un fenotipo resistente a la vacuna, podría ocurrir antes de lo que nos gustaría". Puede estar ocurriendo ahora en la ciudad brasileña de Manaos, que tras ser devastada por la primera oleada de Covid-19, está siendo arrasada de nuevo posiblemente porque las víctimas de la primera ola no son inmunes a la nueva cepa.
Los fabricantes de vacunas probablemente puedan ajustarlas para combatir las nuevas cepas, pero podría llevar meses. Entonces, los países podrían tener problemas para convocar a las millones de personas recién vacunadas para que reciban más inyecciones. Y las nuevas vacunas podrían ser sólo un 50% efectivas, como la vacuna de la gripe. Tampoco sabemos durante cuánto tiempo las vacunas brindarán inmunidad contra el Covid-19. ¿Volverá la gente para recibir la vacuna de refuerzo?

Y lo que es peor, las mutaciones altamente infecciosas elevan la vara para lograr la inmunidad de rebaño. Para conseguirlo, podría ser necesario vacunar entre el 78% y el 95% de las personas mayores de 12 años, advierte la consultora McKinsey. Algunos no aceptarán vacunarse. Mientras tanto, el Covid-19 sigue circulando y mutando, especialmente en los países pobres. A mediados de enero, 29 países de bajos ingresos habían vacunado a sólo 55 personas, todas ellas en Guinea, dijo la OMS.
Ian Goldin, profesor de globalización y desarrollo en Oxford, ve un escenario más probable que el Covid largo global: una nueva pandemia. Recalca cómo se aceleró la frecuencia de las pandemias en este siglo debido a que los hábitats de los animales y los seres humanos se comprimen, y los viajes globales aumentan la transmisión.
Imagínese una pandemia que dura años y mata a millones de personas. Sectores enteros -turismo, restaurantes, artes, aviación, conferencias- podrían colapsar. También podrían derrumbarse las democracias, dado que las personas aisladas elaboran teorías conspirativas desde sus dormitorios. Los estados en quiebra emitirían dinero sin poder evitarlo. Los jóvenes sin trabajo podrían crecer sin estar preparados para tratar con gente más allá de las pantallas. Muchos se rebelarían contra los aislamientos enfrentándose a las fuerzas del orden. La pandemia de salud mental haría estragos sin control. Unos pocos países -Nueva Zelanda, Australia, Taiwán, Vietnam- se convertirían en oasis asediados por potenciales inmigrantes provenientes de todas partes. Entre olas mortales, la gente buscaría alivio en las experiencias más salvajes.
Para evitar el Covid largo global, los Estados deben darse prisa. Cuanto más rápido se consiga la inmunidad de rebaño, menos tiempo tendrá el virus para mutar sin control. Tenemos que invertir lo que sea necesario en una movilización al estilo de los tiempos de guerra para fabricar, distribuir y vacunas. Costello pide una "guardia" de rastreadores de contactos y promotores de vacunas, incluidos médicos y enfermeras jubilados.
También es necesario que las vacunas lleguen rápidamente a los países pobres. El programa Covax -apuntado a garantizar una distribución justa de las vacunas a nivel mundial- intenta llegar al 27% de la población de los países con menores ingresos este año, frente a la falta de financiación y el acaparamiento de los suministros por parte de los países ricos.
"Nadie está a salvo hasta que todo el mundo esté a salvo", advirtió Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS. Hemos aprendido por experiencia que podemos estar a salvo incluso mientras las pandemias aniquilan a los pobres del mundo. Por una vez, eso podría dejar de ser así.
Traducción: Mariana Oriolo














