
Jeff Bezos no se convirtió en el hombre más rico del mundo reemplazando a trabajadores por máquinas. El fundador de Amazon que la semana pasada por poco tiempo eclipsó la fortuna de Bill Gates arrinconó a un sector que requiere mano de obra intensiva.
Los trabajadores rara vez se benefician cuando alguien inventa un botón que hace realidad un deseo. Los ascensoristas no sobrevivieron mucho más allá de los años 20, cuando los ascensores empezaron a incluir los controles automáticos. Los norteamericanos que perdieron su empleo en el rubro de retail desde 1994 deben lamentar el año en que Bezos alquiló un garaje en Seattle y empezó a experimentar con las ventas online.
Sin embargo, la eficiencia del comercio online estriba en escaso inventario y en el alquiler de un inmueble barato, y no en la eliminación de personal. Para tener una chance de vender un procesador de alimentos Breville de u$s 400 en algún lugar de EE.UU., Macys debe tener en stock de cientos de ellas en tiendas distribuidas desde Brooklyn hasta Santa Bárbara, donde paga exorbitantes alquileres en locales de shoppings. Amazon entrega el mismo producto en cualquier domicilio de Norteamérica, pero tiene en stock sólo una, según su website, en un depósito barato de alquilar y, si tiene suerte, el gobierno local paga un subsidio.
Legiones de empleados recogen, envuelven y transportan los artículos vendidos evitándoles a los clientes tener que acercarse a un comercio físico. El crecimiento del empleo en el sector retail se detuvo en 2015 en EE.UU., donde las tiendas de departamentos redujeron medio millón de puestos de trabajo desde 2000. Amazon es responsable de eso en gran parte. El gigante del ecommerce emplea casi tres veces la cantidad de personas que trabajaban en Walmart en 1985. Pero si bien Walmart hace las tareas de logística con su personal interno, Amazon contrata servicios de entrega de paquetes y trabajadores independientes: UPS sólo sumó 100.000 empleos en los últimos 16 años.














