Soros sobre Trump: "Me preocupa esto vaya a ser muy malo y muy trágico para mucha gente"
El presidente de 39 años de la Open Society Foundation expone su propia visión de la fundación creada por su padre George Soros.
El deli judío del Lower East Side de Manhattan no parece una opción adecuada para almorzar con un megafilántropo liberal multimillonario. Mientras esperamos a que nos sienten en el Russ & Daughters Cafe, mi invitado, Alex Soros, me cuenta la historia de los deli judíos de Nueva York, un tema del que se enorgullece conocer en profundidad.
Más allá de las luces de neón que muestran las especialidades del restaurante, se esconde una historia familiar legendaria y su lucha por el sueño americano. El café es la opción para "sentarse" de una institución de la ciudad de Nueva York fundada hace más de un siglo por un inmigrante judío polaco que empezó vendiendo arenque de barril. Es conocido por servir el mejor bagel y salmón ahumado de la ciudad, aunque también se puede desayunar con caviar y vodka.
La historia es importante para Soros, el heredero de 39 años del imperio multimillonario construido por su famoso padre, el inversor y filántropo George, que ahora tiene 94 años. El húngaro sobreviviente del Holocausto y pionero de los hedge funds amasó una fortuna con grandes apuestas de inversión, incluida la famosa venta en corto de la libra esterlina en 1992. Fundó la Open Society Foundations (OSF) para promover la democracia y los derechos humanos en Europa central y del Este y, con el tiempo, multiplicó su crecimiento aportando u$s32.000 millones de su patrimonio.
En diciembre de 2022, Alex Soros recibió las riendas de la enorme red de filantropía que ejerce una enorme influencia, pero tiene un costo: admirado por los progresistas de todo el mundo, su padre también es vilipendiado por la derecha, que lo considera responsable de una conspiración global, una acusación repleta de matices antisemitas.
El apoyo a Kamala Harris
Alex Soros es, como su padre, una figura importante de la izquierda estadounidense. Él y su padre fueron algunos de los principales donantes de la campaña electoral de Kamala Harris, a la que destinaron más de u$s85 millones. Algunos podrían decir que es el Elon Musk de los liberales, aunque en este caso, su apuesta les salió cara.
Soros se muestra tan inflexible sobre la financiación política como a la hora de respaldar a Harris. "Estoy feliz de sacar el dinero de la política, vamos, hagámoslo mañana. Hace falta una reforma de la financiación de campañas, y que se regule como en Europa". Asegura que desearía que "más gente hiciera lo que hacemos nosotros", en alusión a los que se han apresurado a complacer a Donald Trump, en lugar de "acobardarse ante alguien que te desprecia de todos modos, que es lo que creo que la gente está haciendo".
Soros aconseja no desesperarse: fueron el aumento del costo de vida, el mandato y un entorno mediático cambiante los que hicieron fracasar la candidatura demócrata a la Casa Blanca. En su opinión, "Harris hizo la mejor campaña que pudo, pero no pudo 'hacer ingeniería inversa para correrse del Gobierno [de Joe Biden]."
Nos acompañan al otro extremo del restaurante y Soros me confiesa que lleva comiendo bagels de Russ & Daughters desde que era joven y sigue pidiendo comida de sus establecimientos. Hace un frío cortante en la ciudad y Soros lleva un jersey negro de cuello alto de lana, una chaqueta de lana gris y un abrigo. Con sus gafas negras de montura gruesa, barba incipiente y voz tranquila, a veces apagada, el joven con un doctorado en historia europea moderna desprende una energía nerviosa. Su discurso, que oscila entre vacilante y seguro, está repleto de referencias históricas.
Hace más de una década, parecía que su hermano mayor Jonathan tenía más posibilidades de suceder a George. Sin embargo, Alex Soros, uno de cinco hijos, sostiene que siempre ha tenido un vínculo especial con su padre. Durante años, acompañaba a George en viajes al extranjero y tomaba notas en reuniones con líderes extranjeros. "Me llamaba su aprendiz, creo que también era una especie de broma sobre Trump".
LA FARSA Y LA TRAGEDIA
Reconoce haber vivido algunos momentos especiales, como la elección de Barack Obama, que llevó a algunas personas a pensar que la lucha contra el racismo en Estados Unidos se había ganado. "Y luego vinieron los derechos de los homosexuales, y recuerdo caminar por la calle en Roma, ver la embajada estadounidense con una bandera arco iris, y simplemente pensar en lo orgulloso que estaba de mi país".
Quiero saber si tiene miedo por él, por la fundación, por lo que Trump podría hacerles a los enemigos que considera parte del "estado profundo". Soros dice que está en un modo reflexivo, "agnóstico", y me dice que el cambio que viene con Trump es un proceso dinámico que hay que observar con distancia.
"Tenemos que saber a qué nos enfrentamos. Estas personas son abusadoras [bullies]. Y hay que responder. Espero que Marx y Hegel tengan razón en que primero viene la tragedia y luego la farsa. Me preocupa que sea al revés, que recordemos el primer mandato de Trump como una farsa y que esto vaya a ser muy malo y trágico para mucha gente", asegura.
En cualquier caso, OSF está acostumbrada a la presión, las prohibiciones estatales y los ataques despiadados. Viktor Orban, el primer ministro húngaro a quien Trump admira, una vez dirigió una campaña electoral sobre la base de una conspiración que afirmaba que George había orquestado un complot para inundar de inmigrantes a la Unión Europea. La presidencia de Trump conlleva un elemento adicional propenso a la conspiración: Elon Musk, que le gusta trolear a George Soros, comparándolo con un supervillano y alegando en X que "odia a la humanidad".
Después de que Trump fuera reelegido en noviembre, hubo señales de una posible tregua entre Musk y Soros: después de que Alex Soros publicara que el mandato de Trump obtenido del voto popular no era poderoso, Musk respondió que tendría curiosidad por conocer y comprender mejor los objetivos de Soros. "Estaba dispuesto a reunirme con él, le hice una propuesta a través de alguien que lo conoce y no respondió. Creo que le interesa más trolear que reunirse".
Soros se muestra mucho más animado cuando el tema gira en torno a la política exterior. Su pasión por Ucrania en los post en redes sociales, que revelan una estrecha relación con Andriy Yermak, jefe de gabinete de Volodímir Zelensky y posiblemente el segundo hombre más poderoso de Ucrania. Intercambian felicitaciones de cumpleaños y cumplidos, como viejos amigos.
INCURSIÓN EN POLÍTICA
Le pregunto si le gustaría meterse en política. "¿Si me postularía para un cargo? No descartaría nada. Me preocupa la política exterior y hay muchas cosas que puedo hacer desde aquí. ¿Le gustaría ser secretario de Estado algún día? Sonríe y dice en broma: "Eso estaría bien, aunque para eso tendría que ganar una elección".
Soros duda de que Trump sea capaz de alcanzar el fin de la guerra de Rusia en Ucrania. "Vladimir Putin no quiere ser el idiota de Trump. Pensamos que Rusia es corrupta y lo es, pero Putin da mucho valor a la conquista". Sin un fin al conflicto, teme una perspectiva alarmante: que Ucrania se rebele y lance una incursión más amplia dentro de Rusia.
Tampoco tiene esperanzas en Medio Oriente, donde la familia Soros tiene un compromiso con la paz y financia a grupos de derechos israelíes y palestinos y haciendo donaciones a J Street, el grupo de lobby progresista pro israelí en EE.UU. Le pregunto qué piensa de la carnicería en Gaza, que Israel ha reducido a escombros tras el ataque del 7 de octubre y la toma de rehenes por parte de Hamás.
"Hay que comparar las victorias a corto plazo frente a las victorias a largo plazo", dice, refiriéndose a la paliza que Israel ha dado a los grupos militantes apoyados por Irán durante el año pasado. En su opinión, no hay alternativa que no pase por una solución de dos Estados, en la que Palestina e Israel vivan uno al lado del otro. "Sigo identificándome como alguien sionista porque creo en el derecho de Israel a existir. Pero se trata de dos pueblos distintos y no veo que eso vaya a desaparecer. ¿Qué pasará con la próxima generación de palestinos? ¿Se olvidarán simplemente de lo que pasó? Y con los israelíes también, es una cuestión de ambos lados".
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