Al igual que los adolescentes, los mercados emergentes siempre han tenido una relación incómoda con las economías maduras. En los años alcistas de la precrisis, ganaron suficiente confianza como para jactarse de un desacoplamiento. Sin embargo, cuando el mundo desarrollado estalló, los mercados emergentes plañeron cuales bebés. De Brasil a Turkía y Hong Kong, las bolsas cayeron en un 60%. Y aunque se recuperaban con juvenil vigor, se mantenían las dudas. Algunos atribuyeron el pobre desempeño de este año a los temores persistentes de que un nuevo espasmo sacudiera a las economías maduras.

¿Deben preocuparse? El Fondo Monetario Internacional (FMI) analizó el crecimiento de las economías emergentes durante las repercusiones de las recesiones de las economías que antes eran las adelantadas. Halló que las economías emergentes se desempeñaban mejor tras cada baja que se sucedía en la actividad económica. Para citar un ejemplo, durante los tres años siguientes a las recesiones de 1974-75 y 1980-83, los niveles de producción no solo permanecieron bajos; además, las tasas de crecimiento tampoco se habían recuperado. No obstante, tras las recesiones de 1991-93 y 2001, la mayor parte de las economías repuntó más rápidamente y alcanzó niveles más altos que los de las tendencias precrisis.

No está claro si esta capacidad de recuperación se debe a factores locales, como una mejor administración de la macroeconomía o tipos de cambios más flexibles. Quizá la diferente naturaleza de cada sacudida fue lo que causó la mejora. Otra explicación es que las respuestas a las políticas implementadas en las economías maduras tienen más eficacia. Lo que sí puede afirmarse es que es desacoplamiento no es la solución. La correlación de la producción entre economías adelantadas y emergentes subió en forma constante, desde 1979 hasta 2006, y en la opinión del FMI, se aceleró durante los últimos años.

Esta situación debe contribuir a que las economías emergentes sean más dinámicas (todo lo que crezca con rapidez es difícil de detener). Pero este último repunte también, sin duda, cuenta con el apoyo de las tasas de interés extrabajas del mundo desarrollado. Cuando se cierre la canilla, ¿quién sabe lo que pueda suceder? Los inversores en los mercados emergentes deberían abrigar menos temores que antes, de que ocurra una recesión en economías adelantadas. Pero aun así eso deja abiertas muchísimas posibilidades de perder dinero.

Traducción: María Eugenia García Mauro