

La reina Máxima de los Países Bajos no solo acompaña a su país en actos oficiales: también adopta posturas firmes ante las crisis globales. Su papel trasciende lo ceremonial para convertirse en un símbolo de compromiso social y diplomático.
Durante una visita a Praga el pasado 5 de junio, la reina se reveló contra la guerra en Ucrania con un gesto cargado de significado. Mostró una iniciativa que convierte la destrucción en esperanza, y dio forma a una forma de protesta pacífica y solidaria.
La reina Máxima presentó en la iglesia del Santo Salvador de Praga la "Campana de la Libertad", fabricada a partir de fragmentos de armas rusas utilizadas en ataques contra Ucrania.

Esta pieza, creada por la fundición Royal Eijsbouts, transforma cañones y obuses en un llamado a la paz y al diálogo. "Utilizar material diseñado para la violencia y convertirlo en algo pacífico es una buena idea", explicó Joost Eijsbouts, autor del proyecto, en declaraciones a la radio pública checa.
La reina acompañó la ceremonia, reuniéndose con el presidente checo, Petr Pavel, y su esposa Eva Pavlova, en un acto que destacó el apoyo conjunto de ambos países a Ucrania.
Solidaridad con Ucrania y presencia firme en Europa
La visita de Máxima, sin la compañía del rey, refleja la situación política interna del Reino de los Países Bajos. El rey Willem-Alexander tuvo que regresar a Ámsterdam un día antes debido al colapso del Gobierno neerlandés, causado por la salida del partido populista PVV del ejecutivo.
Pese a esa crisis doméstica, la reina siguió adelante con su agenda en Praga. La ceremonia incluyó la entrega formal de la campana al templo histórico, que reemplazará una campana original convertida en arma durante la Primera Guerra Mundial.
Este posicionamiento refuerza la idea de que Europa no se rinde ante las agresiones y apoya a Ucrania desde todos los ángulos, también el simbólico.
Un acto con eco histórico y cultural
La "Campana de la Libertad" tiene un eco histórico: sustituye una obra que originalmente fue convertida en arma por parte del Imperio austrohúngaro durante la Gran Guerra.
Ahora, su reinstalación en la iglesia de Praga, un lugar emblemático, añade una capa de simbolismo sobre la transformación de lo violento en algo que une.
La iniciativa fue bien recibida por la sociedad civil checa y por las autoridades neerlandesas, y realza el papel de Máxima como figura de solidaridad activa. Ella no se limita a acompañar al rey, sino que actúa con independencia y propósito en favor de la paz y la justicia.

Máxima, una reina que no teme a la política
Con este gesto, la reina Máxima demuestra que está dispuesta a comprometerse políticamente. A pesar de la inestabilidad política en los Países Bajos, sus acciones se mantienen coherentes y alineadas con los valores de solidaridad, paz y apoyo a los más vulnerables.
La campaña de la campana no solo es un mensaje de apoyo a Ucrania, sino también una advertencia frente a quienes promueven la guerra. La reina Máxima, con voz firme y gesto claro, deja patente que Europa no da la espalda a quienes sufren.
Y esto lo hace con un lenguaje universal: el argumento de una campana, forjada en fuego y arrepentimiento, que ahora resuena por la libertad.















