

El presidente electo, Alberto Fernández, reveló su intención de reanimar el proceso de integración regional y así resucitar la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), lanzada en 2008 por el entonces "eje bolivariano" de gobiernos progresistas bajo el auspicio de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, Luiz Inácio "Lula" Da Silva, Hugo Chávez y Rafael Correa.
Desde México, donde cumple con su primera visita en calidad de mandatario electo, Fernández comentó el encuentro a solas que mantuvo con el presidente azteca, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Fue una cita a la cual cual ambas partes cargaron con importante significancia en aras de empezar a construir un contrapeso al líder ultraderechista brasileño Jaír Bolsonaro.
En conferencia de prensa, Fernández destacó la necesidad de reavivar el proceso de integración regional en América latina y el Caribe, y reconoció su propósito de revivir Unasur, al tiempo que evitó dar nuevas definiciones sobre la postura que adoptará hacia la Venezuela de Nicolás Maduro.
"Para mí, la integración de América latina es un tema central: revivir Unasur más allá de las diferencias ideológicas de nuestros países es central, y en eso vamos a trabajar", comentó en el Palacio Nacional de la presidencia de México, ubicado en el centro de la megalópolis mexiquense.
En abril pasado, el gobierno de Mauricio Macridenunció el tratado constitutivo de la Unasur arguyendo que el organismo con sede en Ecuador había caído en una "parálisis" sin salida por las dificultades habidas para nominar un secretario general, y se había convertdo en un foro con agenda de "alto contenido ideológico y muy alejada de sus objetivos iniciales".
La Argentina había propuesta al exgobernador de Mendoza y actual embajador en Chile, José Octavio Bordón, a la par que procuraba una sanción contra Venezuela, pero que fue frenada por Bolivia y Uruguay.

La primera conferencia de prensa del presidente electo tuvo lugar en el exterior.
Un eje progresista y de contrapeso a Bolsonaro
Alberto y AMLO procuran posicionarse como los líderes de una "izquierda democrática" en América Latina y el Caribe. Así lo planteó en público el diplomático mexicano Maximiliano Reyes Zúñiga, gestor en las sombras de la primera gira del presidente electo, y en similares términos habló Alberto, aunque cuidándose de no alimentar una polarización con "la derecha" latinoamericana.
"No estamos hablando de crear referencias ideológicas; no estamos promoviendo propopuestas 'en contra de'", avisó Alberto, aunque destacó las gestiones que se hacen desde el Grupo de Puebla, un foro de dirigentes que se identifican como "progresistas".
Este foro de partidos de izquierda sesionará en Chile en diciembre, y el presidente electo reveló que evalúa un viaje al país trasandino por invitación del conservador Sebastián Piñera, que no forma parte de ese club.
En la senda de construir un polo progresista desde Norteamérica a la región austral del continente, Alberto y López Obrador coincidieron en revitalizar también la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que los aztecas presidirán desde 2020.
La Celac, como otros foros regionales, perdieron fuerza a la par que ganaba impulso el enfoque bilateralista de los Estados Unidos de Trump con ciertos gobiernos de la región.
También México aspira a ocupar una asiento temporario en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que cuenta con apoyo de varios países del hemisferio.
Aunque evitó definiciones, Alberto aludió a Nicolás Maduro y se refirió a la necesidad de ser "respetuosos de la institucionalidad y la democracia" en la etapa que se viene y que él animará desde el Grupo de Puebla.
También dijo compartir con López Obrador la preocupación por la crisis en Chile y Ecuador, y manifestó que "los criterios de equidad de igualdad" deben primar en las sociedades.













