A poco de cumplirse seis meses del secuestro y crimen de Candela Rodríguez, la causa parece empantanarse: dos procesados están a punto de salir de prisión, la madre de la nena volvió a cuestionar la investigación y defensores pidieron el juicio político para el fiscal de Morón a cargo del expediente.

Además, los entrecruzamientos telefónicos aportados en las últimas horas en la causa demostraron que no hubo registro de comunicaciones entre los procesados entre sí mientras la nena permaneció desaparecida.

Carola Labrador, madre de la pequeña, apareció hoy en un programa de televisión para sostener que hay “pocas pruebas” contra los acusados de haber secuestrado a su hija, y opinó que el hecho fue un secuestro, con lo cual tendría que darse intervención a la Justicia Federal.

Además, la madre de la nena asesinada culpó al fiscal Marcelo Tavolaro de haberla tratado “como una imputada, y no como una victima”. “Yo sé que sospechan de mí. Pueden decir cualquier cosa, porque a mí me mataron una hija”, dijo la mujer.

En los últimos días, la Cámara de Garantías de Morón dispuso la excarcelación de Gladys Cabrera, dueña de una de las casas donde se supone que estuvo Candela recluída, aunque la medida recién se cumpliría cuando la decisión quede firme. Esa misma entidad decidió otorgar el beneficio de prisión domiciliaria al carpintero Néstor Altamirano, vecino de Cabrera y propietario de otra de las viviendas donde se sospecha que la menor pudo haber estado.

El abogado Matías Morla, defensor de Altamirano, se presentó hoy en la Procuración bonaerense para denunciar al fiscal Tavolaro por distintas irregularidades.

En ese marco, los defensores tomaron como una victoria propia las pericias aportadas en los últimos días en la causa sobre los entrecruzamiento telefónico de los acusados.

Al respecto, varios abogados confirmaron que no se hallaron contactos entre ellos, salvo en el caso de dos de los procesados detenidos, Guillermo López y Fabián Gómez, que eran amigos. “¿Como se comunicaban, telepáticamente? Los únicos que se comunicaban entre sí eran dos amigos”, dijo el defensor Rodrigo González.

Al respeto, el abogado Morla, defensor de Altamirano, afirmó que “todo esto es ridículo, un mamarracho y va quedando en evidencia”, e insistió en que “acá hay gente que no tiene nada que ver”.