

Por la inflación en alimentos, una de las cosas que suele pasar en los súper es que el precio de la góndola no coincide con el de la caja, que es superior. Esto le sucedió y le sucede a este cronista cada vez que va a hacer las compras en cualquiera de las grandes cadenas. La explicación que dan es que pueden aumentar hasta 1000 precios en un sólo día, y al hacerlo por sistema, en las cajas se actualiza en el acto, pero los repositores a veces no dan abasto con el reetiqueteo de precios.
Entonces, se aconseja prestar mucha atención al precio de la góndola (o anotar todo lo que uno va comprando) y, al terminar de pagar, compararlo con el ticket. Si hay diferencia, que es lo habitual, se debe ir a atención al cliente para que devuelvan la diferencia.
La persona que atiende está acostumbrada a este tipo de reclamos (de los consumidores que se dan cuenta, porque la mayoría no se da cuenta), y en varias cadenas contaron que pueden tener fácil 30 de estos reclamos por día. Cada queja demora al menos 10 minutos, porque deben verificar el precio de góndola, calcular la diferencia, y hacer la devolución, por lo que la persona de atención al cliente hoy dedica la mayor parte de su tiempo a estos menesteres.
Los abogados especialistas en derechos del consumidor se harían un picnic con demandas millonarias a supermercados por decir un precio en góndola y cobrar uno más caro en caja. La diferencia, en porcentaje, son enormes: a este periodista le pasó comprar un paquete de sal a $ 8 que se lo cobraron $ 12, y un paquete de comino a $ 7,50 que se lo cobraron $ 16; o sea, más del doble. El colmo fue en una bandeja de milanesa de nalga, que tenía la etiqueta con el precio en el paquete, y en la caja la cobraron más cara: de $ 80 a $ 90, porque ya tenían el código de barras con el precio nuevo.
Así de rápido siguen subiendo los precios hoy en la Argentina, con muchos aumentos que hubo "por las dudas" de que el dólar se dispare, pero ahora que la divisa se tranquilizó, los precios no bajan. Por eso, el stockeo le gana al plazo fijo, y en la Argentina de hoy el nuevo negocio reside en invertir en latas de atún. Lo que no conviene es pagar con crédito y hacer revolving; o sea, pagar el mínimo, porque ahí el costo financiero total puede llegar hasta casi 100% anual.














