

La revista The Economist dedicó uno de sus editoriales a la decisión de la presidenta Cristina Fernández de dejar atrás el luto en su vestimenta. La mandataria adoptó el color negro a la hora de elegir su vestuario el 27 de octubre de 2010 cuando falleció su marido, Néstor Kirchner.
La publicación asegura que el cambio del negro al blanco va más allá del color, y ve en ello “un significado político”. Hace mención además a Luis Tonelli, jefe del departamento político de la Universidad de Buenos Aires (UBA), quien señaló que “el cambio de imagen presidencial se inscribe en el intento global del gobierno de un cambio de marca en sí”.
"Para tener un nuevo comienzo con un gobierno que es menos combativo y menos trágico. Ya sea la transformación estética de la señora Fernández se traduce en una verdadera remodelación política, sin embargo, aún está por verse”, advirtió.
The Economist señala que los índices de aprobación de Cristina “se dispararon después de la muerte de su marido”, y subrayó que “los críticos la acusaron de extender su luto para obtener beneficios políticos”.
“Desde que su esposo y antecesor murió, Fernández vistió por entero en negro. Camisas negras, pantalón negro, vestidos negros, bolsos negros, sombreros negros, cinturones negros, anteojos de sol negros. Llevaba todo negro, todo el tiempo, para más de mil días”, recordó.
Destaca que “deseoso de disipar los rumores de debilidad, en su primer día de regreso la señora Fernández purgó su gabinete, en sustitución de los ministros de perfil más bajo con las personalidades más grandes, a los que juró con un apasionado discurso dos días después”. En este marco es que asegura que la decisión del guardarropa “tiene un significado político”.













