

La crisis política, social, económica y humanitaria en Venezuela sigue golpeando la puerta de la campaña. Luego de que Alberto Fernández admitiera su voluntad de retirar a la Argentina del Grupo de Lima, el foro de presión internacional sobre Nicolás Maduro, la Casa Rosada decidió avanzar raudamente con el envío del ex vicecanciller Daniel Raimondi, afín al actual proyecto político, como embajador ante la Organización de Estados Americanos (OEA), en Washington, desde donde se articula el diálogo con otras naciones para abordar la situación.
La designación de Raimondi viene a llenar el hueco dejado por la renuncia de Paula Bertol en aquella representación, aceptada esta semana, y procura marcar una continuidad más allá de diciembre en un ámbito que tiene un alto voltaje político y suele reservarse a funcionarios de máxima confianza de la administración de turno. Junto con esta nominación, en Balcarce 50 determinaron también enviar al actual director de Ceremonial y Protocolo, Marcelo Suárez Salvia, al consulado en Nueva York; al director de Asuntos Consulares, Luis María Sobrón, al consulado en Milán, y al director de Asuntos Parlamentarios, Carlos Cherniak, a la sede de la FAO en Roma. Pese a ser nombramientos apresurados, todos podrían sobrevivir más allá de 2019, con excepción de Raimondi.
El lunes, Fernández reveló que en caso de llegar a la presidencia, retirará a la Argentina del club de países que, bajo el auspicio de Estados Unidos, presionan por una salida anticipada de Maduro del poder y reconocen a Juan Guaidó como "presidente encargado".
Desde el mismo foro se ha considerado al sucesor de Hugo Chávez un dictador y se ha batido la posibilidad de una intervención militar, como alguna vez estudió Donald Trump. No mucho tiempo atrás, el mismo canciller Jorge Faurie batió la posibilidad del "uso de la fuerza" para resolver la crisis.
El candidato del Frente de Todos se mostró a favor de poner al país del lado de aquellos que apoyan una salida componedora entre el chavismo y la oposición. El Grupo de Contacto Internacional (GCI), así llamado, tiene la venia de la Unión Europea (UE), México y Uruguay. Así lo propuso el equipo técnico del PJ, que evaluó altamente negativo el "alineamiento" del macrismo con los Estados Unidos y el aislamiento diplomático a Venezuela porque aquello contribuyó a paralizar organismos regionales, como Unasur y Celac, y "contradijo una línea histórica en política exterior como es la no intervención en los asuntos internos de otros Estados".
De vencer el 27 de octubre, Fernández podría coordinar con México y Uruguay un diálogo serio en pos de "la democracia y la paz en Venezuela", sin desmerecer "el deterioro del Estado de Derecho, la situación de los derechos humanos y la crisis económico-humanitaria", según el citado documento.












