

En Corrientes, Juan Pablo Valdés tendrá este domingo la misión de retener buena parte del 76 por ciento de los votos que el actual mandatario, su hermano Gustavo, consiguió hace cuatro años, para así convertirse en su sucesor. En el desafío pesan dos factores: la siempre incierta transferencia de lealtades del electorado y la posible migración de apoyos hacia uno de sus rivales, el también radical y exsocio político, Ricardo Colombi.
"Me siento confiado porque tengo el respaldo de un equipo realmente muy importante, que es el de Vamos Corrientes, con gente que recorrió cada lugar. Caminamos la provincia y pudimos llevar nuestra propuesta", sostuvo el candidato a la primera magistratura provincial.
Sin embargo, en una provincia que ha sabido de elecciones polarizadas, los Valdés quieren evitar el balotaje que se realizaría en tres semanas. Para ello necesitan obtener más de 40 puntos y 10 de ventaja sobre el segundo o más de 45. Tendrán que derrotar a su antiguo socio, a un intendente kirchnerista y a un dirigente libertario.
La campaña buscó instalar a Gustavo como algo más que un simple sucesor, parte de una construcción colectiva apuntalada por la amplísima mayoría de jefes comunales que responden al oficialismo. La gestión Valdés, que se promociona como austera y con una fuerte impronta en obra pública, tuvo en los incendios forestales y en el "caso Loan" a los episodios más difíciles de sobrellevar, aunque tanto opositores como oficialistas coinciden en que tendrán escasa incidencia en las urnas.
Intendente de Ituzaingó y con 42 años, el hermano menor de los Valdés podría convertirse, junto al chubutense Ignacio Torres, en uno de los mandatarios provinciales más jóvenes del país. Sus chances son altas, según las encuestas. "Hay que esperar, uno no sabe qué piensa la persona que entra al cuarto oscuro, pero aun perdiendo 25 puntos respecto de 2021, se gana", deslizan en su entorno.
Para los opositores, que hablan de "feudalismo", en la provincia mesopotámica podría repetirse un slogan de los 70: "Juan Pablo, al Gobierno; Gustavo, al poder". Los señalamientos apuntan a que el mayor de los hermanos será candidato a senador provincial y, con alta probabilidad, presidente provisional de ese cuerpo, además de articulador con la política nacional.
No sería el primer dirigente que, tras dejar un cargo ejecutivo, retiene poder real sobre la administración. En paralelo a lo que pase en algunas horas, Gustavo Valdés proyecta dos frentes: consolidar el bloque de Provincias Unidas y posicionarse como referente del radicalismo.
Era un secreto a voces que su acercamiento al grupo de gobernadores estaba cantado y que solo se evitó la foto en común por la inminente campaña provincial. Pero el jueves, mientras Karina Milei y Martín Menem llegaban a Corrientes para respaldar a Lisandro Almirón, Maximiliano Pullaro y Juan Schiaretti posaron junto a Valdés en la Casa de Gobierno.
De hecho, el mandatario saliente ya anunció públicamente su adhesión al grupo: "Somos una conjunción de partidos políticos y, a partir del domingo, tenemos que empezar a trabajar otra construcción, que son las Provincias Unidas. Tenemos que unirnos nosotros".
"Somos los que creamos la nación y vamos a seguir trabajando para ser una patria grande. Estamos haciendo lo que no hace el gobierno nacional: unirnos. Provincias como Corrientes y Santa Fe estamos construyendo juntas puentes reales y simbólicos para el desarrollo federal", destacó.
Pero además, en la foto difundida también apareció el senador Carlos "Camau" Espínola, excandidato a gobernador por el peronismo, hoy distanciado de la Casa Rosada y cercano al gobernador correntino.
Mientras tanto Pullaro y Schiaretti se anotan así como los representantes del espacio que le puede levantar la mano al nuevo gobernador el domingo y, en el mismo gesto, asestarle un golpe político a Milei. El Presidente negoció con Valdés un acuerdo "con demasiadas pretensiones" y una vez trunca esa posibilidad, tuvo que encarar su campaña con un candidato propio en un escenario de postulantes fuertes.
Aunque falta la elección legislativa de octubre, el fortalecimiento de Provincias Unidas con Valdés en sus filas podría endurecer posiciones frente al Gobierno nacional.
Por otra parte, Gustavo podría tornarse en una figura con peso propio en la discusión por la conducción de un radicalismo que ya acordó con la Casa Rosada en Mendoza y Chaco, pero que no pudo -o no quiso- hacerlo en otros distritos. Lo que hará el partido centenario va más allá de lo que pueda pasar en unos meses. El radicalismo, con Pullaro y Valdés, podría intentar la construcción "de centro" que se aleje de los polos que dicen ver en Milei y el Kirchnerismo.
De hecho, en el cierre de campaña que el oficialismo provincial realizó en Paso de los Libres, dejó de lado las críticas a Colombi y a Milei. En la municipalidad que conduce su rival del peronismo, Martín Ascúa, el gobernador saliente disparó munición gruesa: "Yo jamás seguí a ninguna persona que esté condenada, porque no es mi ejemplo de democracia en la vida. Por eso creo que ‘dime con quién andas y te diré quién eres".












