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El búnker de Fuerza Patria en La Plata después del cierre de las elecciones fue un hormiguero por el que se movieron funcionarios, periodistas y también en donde se palpitó el pulso de unos comicios que todos asumían con un resultado distinto al que se dio un mes y medio atrás, cuando el peronismo ganó por 14 puntos en la Provincia.
Lo que pasara a nivel provincial era considerado vital, sobre todo por la apuesta a la precaria unidad peronista. En territorio bonaerense, la alianza había incluido a todos los espacios mayoritarios, que habían disimulado sus internas con tal de ganar. Cuando aún no habían llegado los resultados, comenzaron las recriminaciones.
Los 14 puntos conseguidos en septiembre se habían esfumado en el aire.
Claro era que, para cualquier resultado, habría tantas lecturas como lectores. Mayra Mendoza, una de las voces más activas de La Cámpora, salió a recriminar el desdoblamiento impuesto por Axel Kicillof. "El conurbano va a salvar a La Patria, y Cristina Kirchner tenía razón (no importa cuando leas esto)", escribió en sus redes sociales.
La expresidenta, que siguió los resultados desde su departamento en el barrio de Constitución había aceptado el desdoblamiento, pero había aclarado que, según entendía, era un error: "Ojalá me equivoque", disparó.
Las proyecciones ya indicaban un número final más ajustado por múltiples razones: la movilización del voto oficialista y la Boleta Única Papel estaban entre los fundamentos que preanunciaban un cambio, aunque se desconocen sus alcances.
En la Plata, cerca de las 19, asumían que LLA estaba por delante a nivel nacional. Mantenían, sin embargo, la esperanza de ganar la provincia por primera vez en 20 años. La última ocasión fue cuando Cristina Fernández de Kirchner batió a Hilda "Chiche" Duhalde y dio inicio a la hegemonía del kirchnerismo.
Cristina Álvarez Rodríguez había subido al escenario cerca de las 19 para decir que tenían buenas sensaciones con los datos conseguidos. Sin embargo, justamente las sensaciones, indicaban que todo era más difícil de lo pensado.
Quizá el mayor signo para atestiguar la tensión fue la imprevista aparición de Juan Grabois en el lugar en el que estaban los periodistas acreditados. Fiel a su estilo, llegó, generó revuelo al querer hablar en un lugar inconveniente para las cámaras y luego accedió a subir a un escenario.
Aunque dijo no tener datos, afirmó que si se ganaba o se perdía la provincia él "y sus compañeros" seguirían firmes contra un "gobierno de ocupación", una referencia más al acuerdo de Milei con los Estados Unidos. Faltaban 10 minutos para que se hicieran públicos los resultados.
Entrada la noche, todos subieron al escenario. Las caras largas predominaron y Kicillof fue el único orador. Habló de números "muy ajustados, con una mínima diferencia de 0,5 por ciento" en contra del peronismo.
Tuvo tiempo para dejarle un mensaje a Javier Milei al decirle que "se equivoca si festeja que este resultado electoral donde seis de cada diez argentinos han dicho que no están de acuerdo con el modelo que proponen", y dijo que "también se equivoca si pasan por alto la situación que está atravesando el pueblo donde se han perdido empleos, ha caído la actividad y cierran empresas todos los días".
En el público se coréo una consigna sobre que "el futuro es con Axel", pero la militancia lejos estuvo de festejar. Cuanto el gobernador terminó de hablar, Máximo Kircher lo saludó con frialdad. Todo hace pensar que la interna peronista volvió a nacer al calor de la derrota.
Los resultados nacionales
Extraoficialmente, muy temprano comenzó a circular una interpretación del resultado para cargar contra el desempeño de Javier Mieli. Se sostenía que la fuerza del presidente perdió 20 puntos respecto del balotaje, en todo el país.
Quizá ese cálculo había sido demasiado optimista para el peronismo: la fuerza de Milei ganó en los principales centros urbanos y en la mayoría de las provincias. Ganó, además, por primera vez en la "madre de todas las batallas", Buenos Aires.
La cosecha peronista se sostiene en haber retenido los 46 diputados que había puesto en juego, pero convivirá con una bancada violeta más grande, casi simétrica, que probablemente tenga número para bloquear los vetos presidenciales.
En ese sentido, más temprano, que la Casa Rosada había logrado "retener los votos de Juntos Por el Cambio, ni el radicalismo", pero, de hecho, habría retener algo más de 10 puntos de esos votos.
El apresurado balance también dijo que "LLA perdió en la mayoría de las provincias", algo que también se vio contrarrestado por la realidad.
Los balances, que no tardarán en llegar, también pueden poner los ojos en la división autoinflingida en Tierra del Fuego, que provocó no sólo la derrota sino la pérdida de una banca en el Senado nacional.
Por otro lado, los votos conseguidos por Fernando Gray pueden ser, casi exactamente, los que separaron a Fuerza Patria de la victoria en PBA.
La campaña del peronismo bonaerense, en ese sentido, no había tenido sobresaltos, la agenda estuvo prácticamente copada por los problemas del oficialismo. Pero, aunque le gobernador Axel Kicillof encabezó decenas de actos en los que mesclaba gestión y campaña, muchos en el peronismo sentían que había faltado algo.
Durante semanas, muchos sectores del peronismo habían sostenido que la campaña debía ser "dejar hacer" al oficialismo, que siguiera habiendo "errores". Pero en La Cámpora, por ejemplo, habían preanunciado que la elección de septiembre desmovilizaría a los intendentes, un motor fundamental para el justicialismo bonaerense.

Además de la incertidumbre que traía el uso de la Boleta Única, hubo un factor que consideran fundamental y que va más allá del voto antiperonista: "En septiembre existieron fuerzas, como la de los hermanos Passaglia o como las del intendente de 9 de Julio que le restaron fuerzas a Milei, que muchas veces tenía malos candidatos. Esta vez fue más polarizada", comentó un vocero del Kicillofismo.












