La cifra de inflación de julio no sorprendió al Gobierno, pero sí lo golpea: estaba la expectativa de que hubiera cerrado por primera vez en 10 meses perforando el piso del 3% mensual. No pudo ser.
El mensaje oficial celebró que "por cuarto mes consecutivo" (desde abril inclusive) se desaceleró el avance de los precios y que en el séptimo mes de este año se alcanzó "el menor registro desde octubre de 2020".
También remarcó el Gobierno que "la inflación núcleo y los regulados también bajaron".
El registro acumulado en siete meses ya trepó al 29,1%, la meta que se presupuestó en septiembre del año pasado para todo el 2021.
Se apunta que en ese momento no se podía prever el alza de los precios internacionales de las commodities (soja, maíz, trigo y girasol), que conllevó el fenómeno de la "inflación importada" de alimentos, aunque esta vez esa lectura no formó parte del discurso como sí sucedió al conocerse los datos de junio, cuando se señaló que tanto en Estados Unidos, como en Brasil y en México los precios trepan por encima de lo estimado por sus autoridades.
Una fuente oficial consultada por El Cronista sostuvo que esto estaba dentro de lo previsto y que unas décimas no cambian la tendencia.
Asimismo, en el Banco Central (BCRA) afirmaron que "se espera que continúe el descenso gradual en las tasas mensuales de inflación a partir de una reducción en el ritmo de aumento de los servicios regulados y de los bienes".
"Las actualizaciones de las paritarias salariales y la paulatina recuperación de la demanda generarían una recuperación de los precios relativos de los servicios privados", dijo una fuente en el BCRA.
La entidad continuará administrando el tipo de cambio para "consolidar el proceso de desinflación", lo que el mercado suele denominar como "ancla cambiaria".
En cuanto a la política monetaria, se mantendrá una administración "prudente" de los agregados, se esterilizarán eventuales excedentes de liquidez y buscarán asegurar instrumentos de ahorro en pesos con retornos positivos respecto a la inflación y el tipo de cambio.
Por el lado fiscal, después de un primer semestre de prudencia y achique, en las últimas semanas la política se tornó expansiva y se empezó a abrir la billetera del Tesoro para incentivar el consumo antes de las elecciones primarias del 12 de septiembre, con medidas como el bono de $ 5000 a los jubilados -y un aumento el mes que viene de 12,39% por la nueva ley de movilidad jubilatoria-, la suba en el mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias, el incremento en el salario mínimo, los créditos para monotributistas y el lanzamiento de los planes de compras de hasta 30 cuotas.
Con todo, la inflación minorista ya se encamina hacia el 48,5% anual para fin de año, cifra que pronostican los 10 mejores economistas, bancos y consultoras que participan del Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) que confecciona el BCRA. Y los salarios podrían encadenar su cuarto año consecutivo con una pérdida real del poder adquisitivo.
La estimación es similar a la que hicieron los consultores ya a fines de 2020, por lo que el Gobierno los suele acusar, en voz baja, de generar "inflación por expectativas".
La semana pasada, el ministro de Economía, Martín Guzmán, indicó que hay una "responsabilidad colectiva" por los aumentos de precios y dejó entrever una descoordinación entre los sindicatos (que acompañaron al Gobierno) y los empresarios.
Sebastián Menescaldi, director asociado en EcoGo, observó la baja en la inflación núcleo de 3,6% a 3,1%. Y prevé que hasta fin de año la inflación promedio mensual se encontraría en la zona del 2,9%, con un 2,7% en agosto.
Por su lado, Gabriel Caamaño, director de Ledesma, dijo: "Están emitiendo, la tasa de interés es negativa, no están anclando expectativas y generan incentivos al consumo. Va a ser difícil que baje la inflación".